Luis Reséndiz: Si la semana pasada decíamos que la trilogía Elevator era uno de los puntos más altos de Louie , solamente quizá, el más alto–, las recientes adiciones nomás confirman lo dicho. El primer capítulo, 'Elevator Pt. 4', me parece que ocurre, casi todo, en toda una gran ensoñación: el humor ácido y absurdo del noticiario, en el que cada una de las descabelladas noticias son enunciadas con toda la solemne monotonía de un reportero de a pie ("Bueno, en realidad, Cuba no desapareció… sigue allí, solo que bajo el agua") me parece que "enganchan" con otra encarnación de ese recurso: aquel que apareció en la primera parte de 'Elevator', el mensaje telefónico de la compañía de cable (“Aproveche nuestra oferta: HBO gratis por sólo 20 dólares al día y un paquete deportivo con ninguno de sus deportes preferidos”). La toma larga a continuación, que nos presenta a Jane tocando el violín a modo de inusual banda sonora de la escena, y a un Louie enamorado, es particularmente conmovedora: esa mano puesta sobre el hombro de Amia lo dice todo.
De los dos capítulos, déjame concentrarme en un par de momentos de cada uno. El primero, la conversación entre Janet, Louie y su terapeuta. La escena es interesante no solo por el grito que Louie suelta a media conversación –un grito que, como los hombres de la basura que irrumpieron en su habitación la primera temporada, parece reflejar un poco el sentir del hombre de a pie cuando se encuentra en situaciones tensas–, sino por la composición del encuadre. La doctora en medio, como juez terrible y sin rostro, Louie y Janet frente a ella, ocupando cada uno de ellos la mitad del encuadre, como dos fuerzas en balance:
Un momento que me remitió directamente a los hombres detrás de los escritorios de los hermanos Coen y al jefe de George Costanza en Seinfeld, que seguro recuerdas mejor que yo:
(Aquí sí le vamos la cara al hombre detrás del escritorio, pero la sensación de impotencia e incomprensión que provoca es idéntica.)
El otro momento en el que quiero concentrarme es la descripción del día en la vida de Todd Barry. Además de que, al menos parcialmente, forma parte de la colección de "Amigos de Louie alrededor de una mesa", me parece fascinante la exaltación de la mediocridad, de la libertad anhelada. Todd no es un tipo cuyo día parezca emocionante de forma particular; su máximo triunfo es lograr que alguien cambie el typo de su nombre en su camerino. Y, sin embargo, la descripción de su día, con donas, wi-fi y gimnasio gratis, provoca que el bar rompa en aplausos y despierta la admiración de Louie: aunque ama a sus hijas con el alma, es claro también que la paternidad le resulta una celda de ventanas demasiado pequeñas.
Porciertos:
– No es novedad que Louie nos muestre tomas largas interesantísimas.Este artículo de Slate es preciso al respecto: "There have been times watching the show when I almost could’ve sworn it was ghost-directed by Alfonso Cuarón", dice el autor, y le cuelga a Louie el título de "Most cinematic show on TV". En una de esas sí.
– Las noticias que enuncian los presentadores del noticiario son, casi casi, hijas o sobrinas de The Onion. Me acordé del elogio que le hiciste a The Onion, que terminas citando Emma Zunz, de Borges: “La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios”. No es muy difícil aplicar ese final a las noticias de Louie.
Alonso Ruvalcaba: Tal vez Louie sea el "programa más cinematográfico de la televisión gringa" (¿o The Americans?); si es así, no sólo se debería a sus decisiones de cámara, sonido y edición: también a su aventura narrativa. Louis CK parece estar explorando los límites de lo que es narrativa "televisiva" y "cinematográfica", desplazando convenciones de uno a otro medio. Un primer ejemplo de esta semana sería la viñeta 'Un día en la vida de Todd Barry', que ya mencionaste. CK pone en una relativa pausa su historia de amor para atreverse a terrenos narrativos cuyo antecedente más visible, creo, está en Quentin Tarantino, particularmente en aquella secuencia en Perros de reserva (1992) en que Mr Orange, policía encubierto, debe narrar una anécdota falsa a un grupo de truhanes en un bar. Hay que volverla a ver, para que broten las similitudes:
https://www.youtube.com/watch?v=TonX8drYAL8
Son capas narrativas –una monólogo/anécdota dentro de una anécdota dentro de una historia– en absoluto comunes a la narración televisiva, menos aun a programas de 23 minutos. (Y comedias, olvídalo. Pero Louie está cada vez más lejos de la "comedia".) La película de larga duración se permite esas prolongadas evocaciones precisamente porque su aliento puede ser abarcador, detallista y liberal con sus detalles.
El otro ejemplo es, naturalmente, el flashback al primer truene (visible) del matrimonio entre Louie y Janet. La larga discusión de pareja, el ir y venir, sin elipsis, entre un estado de ánimo y otro, entre la risa, la paz y el llanto, tienen de referencia inmediata a Woody Allen (y a Bergman vía Woody Allen), pero lo verdaderamente atrevido es la estrategia narrativa de CK, director y escritor: todo aquí es inestable de una forma en que las cosas no son inestables en televisión pero lo pueden ser en cine, sobre todo en el cine limítrofe entre lo genérico y lo experimental. El departamento que poco a poco se parece más a un hotel, los ruidos de la realidad "real" entreverados con el sonido que está en la mente de Louie, el cambio radical de actriz para interpretar a Jane. Esto tiene más de Buñuel y el Lars von Trier de Epidemic (1991) que de cualquier otro programa de televisión, habido o al aire en este momento.
La experimentación narrativa de CK ha llegado a una primera culminación con Elevator, que con ya más de 100 minutos de duración es uno de los largometrajes más inteligentes, atrevidos y emotivos que se han estrenado este año. Este lunes es el final de la película. No quiero que se acabe.
Porciertos:
·El actor que interpreta al joven Louie es un imitador fabuloso. Físicamente se parece poco Louis CK pero en tics, modulación de voz, gesticulación es igualito. Démosle el Premio Jean Pierre Léaud 2014. Se lo merece.
·Éste es el mejor encuadre de la semana. Louie y Janet juntos, paralelos, pero separados por un muro invisible que les impide no verse: escucharse y comprenderse.
(Un momento después sabremos que es una ventana.)