La culpa se le puede achacar a Enrique VIII, quien decidiรณ deslindarse, en paquete con la Inglaterra toda, de la Iglesia Catรณlica, para poder casarse y descasarse a voluntad. En el fondo, las razones eran polรญticas y resultaba casi demasiado sencillo proclamarse la mรกxima autoridad de lo divino sobre sus fieles o, por lo menos, lo hizo parecer lo suficientemente sencillo como para que, doscientos cincuenta aรฑos despuรฉs, las trece colonias reciรฉn emancipadas se lanzaran, junto con sus sueรฑos libertarios de igualdad y democracia, a reinventar casi todo lo llegado de la pรฉrfida Albiรณn de sus orรญgenes.
Esto incluรญa, por supuesto, los preceptos y rudimentos de la relaciรณn con lo divino. Profetas y visionarios llenaron la tierra americana en lo que se conoce como el Antebellum (perรญodo fundacional e inocente de la historia estadounidense que abarca desde la proclamaciรณn de Independencia hasta el estallido de la Guerra Civil) para trastornar y transformar no tanto la fe como el oficio y ritual religioso. Hubo dos grandes momentos de agitaciรณn religiosa, conocidos como los Grandes Despertares, y fue durante el segundo, en 1827, que Joseph Smith, Jr. anunciรณ que el รกngel Mormoni le habรญa revelado las Tablas Doradas en las que describรญa la apariciรณn de Jesรบs a los nativos americanos.[1]
Los mormones son una mรกs de las curiosidades sembradas en esa tierra de maravillas descubierta por Baudrillard en los aรฑos ochenta. Reinventada y vuelta a descubrir una y otra vez por sus propios pobladores, peregrinos evanescentes siempre dispuestos a realizar su propia roadmovie, en el intento de una reflexiรณn que es salvaguarda de sus particularidades. Se trata al mismo tiempo de una postal mandada desde el medio oeste gringo y de una realidad social y polรญtica. Los mormones son una minorรญa religiosa que permitiรณ alguna vez la poligamia (ยกlรญbrenos Dios!) y que, en tรฉrminos oficiales, renunciรณ a esta prรกctica en 1890.[2]
Pero, ยฟquรฉ tal si no fue asรญ? Si todavรญa hoy, en los albores del siglo XXI, hubiera mormones dispuestos a seguir las viejas enseรฑanzas fundadoras de una religiรณn que no ha cumplido los dos siglos. Mark V. Olsen y David Knoller se dejaron llevar por esta posibilidad al crear Big Love, melodrama donde se exhiben, cual retablo moral dieciochesco, las premisas bรกsicas del estรกndar de la familia gringa llevado al hipercubo. El folclor mormรณn reluce como experimento social, en la ambigรผedad de ser una minorรญa que legitima y no la poligamia (Dios es siempre una bandera y una excusa).
Bill Paxton es presentado como Bill Henrickson, ferretero mormรณn que vive en las afueras de Salt Lake City con sus tres mujeres entre casas yuxtapuestas.[3] Su primera esposa, Barb (Jeanne Tripplehorne), hace de matrona permisiva de los llamados divinos. La segunda es la renuente y caprichosa Nicollete (Chlรถe Sevigny), hija del patriarca mormรณn Roman Grant (interpretado por Harry Dean Stanton, para darle pรกtina de western posmo). Y la tercera es la casi niรฑa Margene (Ginifer Goodwin), quien se rinde al ejemplo y protecciรณn que le puedan dar las otras dos en plan de madres postizas. Las tres patinan sobre hielo delgado con Bill durante los crรฉditos que abren el programa al son coral de la canciรณn โGod Only Knowsโ de los Beach Boys.
Todo es plan con maรฑa, y mรกs allรก de todo documentalismo, Olsen y Knoller apuestan por los sรญmiles que comparte con la familia ejemplar gringa (un hombre, tres mujeres, ocho niรฑos), no tanto por un llamado divino sino como una realidad social, mรกs una enredadera desperdigada que un รกrbol.
Espejo del ya-no-tan-nuevo desorden amoroso que vive desde hace mรกs de cincuenta aรฑos el sueรฑo americano, Big Love hace remedo de las transformaciones sufridas y mecanismos de supervivencia aprendidos por la poblaciรณn estadounidense: un desdoblamiento desaforado de nรณdulos familiares, para apelar a un cientificismo lรญrico. Los vรญnculos que sobreviven entre cรณnyuges divorciados definen una nueva estructura familiar que se distiende โeclรฉcticaโ entre rivalidades y solidaridad, entre los rencores y el perdรณn.
Bill Henrickson encarna la nostalgia originaria que tiene el hombre posmo por el clan. En una sociedad donde las relaciones son tan intercambiables como los telรฉfonos celulares, se sublima la tentaciรณn de ese harem de fantasรญa y se manifiesta como รกgape aglomerado que le pide cuentas a coro. El viagra es casi un punto de partida sobre las necesidades que debe cumplir este nuevo santo varรณn, dichoso mรกrtir.
Lo cierto es que la intenciรณn no era tanto hacer el retrato alegรณrico de los desdoblamientos entre relaciones familiares sufridos por los estadounidenses como de proponer, con malicia y รกnimo provocativo, un ejemplo de vida alternativa para una sociedad que se dice abierta a la tolerancia. Big Love vino a salvar las expectativas de la HBO despuรฉs de un momento de gloria con Los Sopranos (fugaz es la trascendencia televisiva) y del fracaso que supuso John from Cincinatti. La primera temporada, transmitida entre marzo y junio del 2006, tuvo una audiencia de 4 millones por cada episodio de estreno. El encanto no durรณ demasiado. La segunda temporada perdiรณ audiencia con rapidez; sรณlo puede presumir el mรฉrito de una banda sonora compuesta por David Byrne. Lo que vino a salvar la serie fue la divina providencia: La huelga de escritores detuvo la producciรณn de la tercera temporada, posponiendo el estreno hasta principios de 2009.
En abril de 2008 hubo una redada policial en el complejo polรญgamo The Yearning of Zion, propiedad de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los รltimos Dรญas, en Eldorado, Texas, de donde se llevaron mรกs de 460 niรฑos alegando que corrรญan peligro de abuso sexual y fรญsico. Esto vino a confirmarles a Olsen y Scheffer la existencia de la poligamia, mรกs allรก de lo que podรญan imaginar para sus personajes. Una de las lรญneas argumentales de la serie sigue los secretos que esconde Roman Grant โ desalmado y prepotente en su papel de profetaโ entre las muchas mujeres y familias que guarda en un complejo en las afueras de Salt Lake.
Estados Unidos se revela como una tierra llena todavรญa de รกnimo visionario y milagrerรญa, escondida de sรญ misma, justificada en una autoridad mรกs alta que la suya, pero de la cual ha sido investida. El llamado divino โese Dios entre nosotros, por asรญ decirloโ es una excusa tanto para la poligamia como para la guerra. Ese โporque sรญโ de Dios, que provee de una paradoja entre la luz globalizadora y un medievalismo localista, atenta con candor en contra de la sospecha posmoderna. Se trata de una elecciรณn, como puede serlo de una preferencia sexual o, peor, de un equipo de futbol. Es tan parcial y subjetiva como todo precepto tomado a cuenta personal.
No queda al final sino inventarse una religiรณn particular, que no vaya mรกs allรก de la familia. Eso es lo que hace al final Bill Henrickson con sus mujeres y sus hijos. Vuelven a representar los misterios que suponen la รบltima cena tenida por Jesรบs con sus apรณstoles para hacerla suya y de nadie mรกs.
โ Ricardo Pohlenz
________________________________________________
[1] Tres aรฑos despuรฉs, Smith publicรณ el Libro del Mormon โdonde tradujo estas tablasโ, que se convertirรญa en texto sagrado de la Iglesia de Jesรบs de los Santos de los รltimos Dรญas; aunque se ha dicho que es una traducciรณn del Libro de los Muertos egipcio.
[2] Joseph Smith, Jr. enseรฑaba que la poligamia (o al menos la poliginia) era un mandamiento divino. รl mismo tuvo 30 esposas. Uno de sus hijos, Joseph Smith III, una de sus viudas, Emma Smith, y muchos de los adeptos reorganizados recusaron de estas evidencias y enseรฑaron que Smith estaba en contra de estas prรกcticas.
[3] Se dice que Big Love pudo haberse inspirado en el documental My Husbandโs Three Wives, sobre Brian Wachtendorf, un tejano bรญgamo.