Peter Bogdanovich, ese viejo cine que va a cerrar

Emblema del cine estadounidense de los aรฑos setenta y gran divulgador del Hollywood clรกsico, Bogdanovich acabรณ su carrera involucrado en proyectos que fracasaron, peleado con la industria y convertido en un cineasta de culto.
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Muere Peter Bogdanovich y uno no puede evitar pensar que es solo el principio de lo que viene. Quizรก por el pesimismo de los รบltimos dos aรฑos o porque los รบltimos cineastas clรกsicos tienen cierta edad y, bueno, es ley de vida. Quizรก es, peor, nostalgia o quizรก el cine clรกsico se extingue por el paso del tiempo.  Bogdanovich fue, de algรบn modo, todo รฉl, el emblema del Nuevo Hollywood. La transposiciรณn americana del modelo Truffaut โ€“cineasta al que tanto admirรณโ€“: judรญo nacido de padres huidos de la violencia europea de la guerra, cinรฉfilo y gafotas, crรญtico mitรณmano, a veces mรกs cinรฉfilo que director, a veces un director enorme y superdotado.

Y metรกfora, el pobre Bogdanovich, de muchas cosas. Para empezar del viaje que hizo el cine americano en una dรฉcada (la de los 70, la de los cineastas libres, autores geniales) que la propia maquinaria capitalista e industrial matรณ (en sentido literal y figurado) en los ochenta hasta sepultarlo en los noventa.

Formado como actor y como brillante crรญtico en la prestigiosa revista Esquire, teรณrico nostรกlgico โ€“sus libros no tienen desperdicio y pueden ser disfrutados tanto por los neรณfitos como por los eruditosโ€“ (re)descubridor de los directores americanos (el gran defensor de Ford en una รฉpoca de cierta convulsiรณn social en la que Ford no estaba bien visto, amigo รญntimo de Welles, imitador/deudor de Howard Hawks), Bogdanovich nace como cineasta, al igual que tantos otros, no solo a la sombra de la sala de cine de triple o cuadruple sesiรณn sino al amparo de Roger Corman. Un tipo tan agarrao como brillante y cuya participaciรณn en la gรฉnesis del Nuevo Hollywood ha sido muchas veces celebrada.

Es a las faldas de Corman donde aprende el oficio: Bogdanovich echa un cable en la estupenda pelรญcula motera de Corman The Wild Angels โ€“en la que tambiรฉn andaba otro geniecillo, Monte Hellmanโ€“ y dirige aunque no firma su segunda pelรญcula con รฉl: la muy reivindicable Viaje al planeta de las mujeres prehistรณricas con la siempre excesiva y genial Mamie Van Doren. Su primera, Targets, pura y brutal, ya da muestras de un talento elรฉctrico y original. Una รณpera prima de un horror limpio y diurno que conjuga el homenaje cinรฉfilo a Boris Kaloff con el thriller conspiranoico tan de la รฉpoca y, a la vez, con una sentida e inteligente reflexiรณn sobre la violencia.

Bogdanovich siempre supo estar bien acompaรฑado (entre sus guionistas se encontraron Buck Henry, Robert Benton, David Newman, Frederich Raphael, Alvin Sargent, W. D. Richter) y en esa pelรญcula colaborรณ con el gran Samuel Fuller y con su mujer de entonces, madre de sus dos primeros hijos y figura imprescindible no solo en la carrera de Bogdanovich sino en la historia del cine: Polly Platt, algo mรกs que escritora, ideรณloga y una maravillosa diseรฑadora de producciรณn.

Con apenas treinta y pocos aรฑos rueda su siguiente pelรญcula, la que serรก la primera de sus dos obras maestras y la que asienta el mito en torno a Bogdanovich: The Last Picture Show. Usando como punto de partida la hermosa novela del escritor de westerns Larry McMurtry, The Last Picture Show es a la vez un western sin pistolas y una agridulce crรณnica sentimental texana; una especie de mezcla imposible entre la libertad de la Nouvelle Vague y el halo de los directores clรกsicos a ritmo de Hank Williams con una profunda identidad sureรฑa โ€“sorprendente aรบn mรกs cuรกndo venรญa de un chico judรญo de apenas treinta aรฑos nacido en Nueva Yorkโ€“. Una elegรญa, un homenaje no solo al cine sino a los cines, una sentida reflexiรณn sobre la belleza pura de la juventud y la demoledora capacidad de erosiรณn que en ella hace el paso del tiempo. Personajes y lugares en la pelรญcula se vuelven uno: el limpio cielo del desierto y el cuerpo de Cybill Sheperd lanzรกndose a la piscina, las arrugas en el rostro de Cloris Leachman y las grietas en la pared del cine, todo bajo el impecable blanco y negro del director de fotografรญa Robert Surtees.

Una pelรญcula que fue a la vez un tormento emocional (separaciรณn de Polly Platt, enamoramiento de Cybill Shepherd) y un รฉxito arrollador que lo colocรณ en el punto de mira de toda la industria. No fallรณ en la siguiente What’s Up, Doc, homenaje a la screwball comedy cocinada a medias con algunos de los guionistas mรกs brillantes del momento (Buck Henry, David Newman, Robert Benton) y que es, quizรก โ€“junto a 10 de Blake Edwardsโ€“ la รบltima comedia clรกsica americana, donde queda claro ese gusto que tenรญa Bogdanovich por mirar siempre hacia atrรกs en la bรบsqueda de inspiraciรณn. 

Paper moon cierra la primera parte de su carrera con brillantez: encantadora comedia de nuevo con un poso poรฉtico en torno a una pareja โ€“padre e hijaโ€“ de timadores en los aรฑos duros del Dust Bowl que Bogdanovich filma sin perder nervio pero con la elegancia, el sosiego y la melancolรญa de los maestros. 

Tras la fallida adaptaciรณn de Daisy Miller a mayor gloria de su amor Cybill Shepherd (pelรญcula algo frรญa, acadรฉmica y un poco plomo, la verdad) llegan las dos olvidadas โ€“y olvidablesโ€“ At long last Love y Nickelodeon. Ambos con un elenco familiar (repetรญan Ryan O’Neil y Tatum, en la primera andaba Cybill, en las dos Burt Reynolds) y ambas fallidos intentos de mirar al pasado, revisitando el musical coleportiano o retratando a los pioneros del cine mudo americano. 

Recupera el pulso con la muy interesante Saint Jack, una comedia picaresca con un punto de thriller exรณtico con el magnetismo de Ben Gazzara y en la que recluta para el cine americano, con su habitual buen gusto, al operador alemรกn Robby Mรผller: artรญfice de parte del particular atractivo visual que tiene la pelรญcula, con una hermosa luz natural.

Bogdanovich inaugura los ochenta con su gran pelรญcula maldita y su segunda obra maestra, They all laughed, que auguraba una posible nueva etapa del cineasta que nunca llegรณ. Bogdanovich rodaba su primera pelรญcula moderna: neoyorquina, libre, de nuevo con la fotografรญa de Mรผller. Es una comedia tan triste โ€“ese Ben Gazzara resignado, enamorado, despidiendo a una otoรฑal Audrey Hepburn en el helipuerto con el Kentucky Nights cantado por otra actriz de la cinta, Colleen Campโ€“ como divertida, hermosa, รบnica. Una pelรญcula influyente, que anticipaba a una generaciรณn de cineastas diez o quince aรฑos posterior (pueden verse trazas de Linklater, de Wes Anderson, quizรก de Alexander Payne, y Tarantino siempre la nombra entre sus pelรญculas favoritas) y a un Bogdanovich en forma y enamorado (de la joven actriz de la pelรญcula, Dorothy Stratten). 

Si el asesinato ritual de Sharon Tate cierra la dรฉcada de los sesenta y el hippismo, la brutal muerte de Dorothy Stratten a menos de un exmarido cabrรณn y celoso pone el punto final al Nuevo Hollywood. They all laughed fue, como La puerta del cielo o One from the heart, una de las pelรญculas encargadas de cerrar una era dorada โ€“quizรก la mejor del cine americano junto con la mรญtica serie B de los cincuentaโ€“; no solo por la tragedia que la rodea sino por los desmanes y arrebatos de control de un Bogdanovich que, empeรฑado en distribuir la pelรญcula personalmente, acabรณ en la bancarrota total.

Nunca logrรณ recuperarse de ambos golpes, su vida quedรณ marcada para siempre โ€“su matrimonio con la hermana pequeรฑa de Stratten lo deja claroโ€“ en el momento en que, รฉl mismo lo habรญa dicho, mรกs feliz era, mรกs alto volaba como cineasta. Asรญ es la vida y asรญ es el cine, una vez arriba otra abajo. 

Lo que sigue es una comprensible y lenta decadencia, trufada de proyectos que no logra levantar y que, cuando se levantan, no dejan de traerle dolores de cabeza y peleas con la industria.

Desde la honesta mirada a la monstruosidad de Mask โ€“no exenta de cierta belleza fruto de la interpretaciรณn de esa enorme actriz infravalorada, Cher, y de la fotografรญa de Lazlo Kovacsโ€“ a la equivocada secuela de The Last picture show โ€“Texasville, propiciada en parte al hecho de que Jeff Bridges era ya una estrella consolidada y mundialโ€“; del intento de volver a la comedia coral (Quรฉ ruina de funciรณn) a otra pelรญcula con muerte, The thing called love, conocida sobre todo por ser la pelรญcula pรณstuma de River Phoenix.

Bogdanovich apenas vuelve al cine de salas. Sus รบltimas pelรญculas son productos alimenticios para televisiรณn. Escribe libros, ensayos, recupera su capacidad de transmisiรณn del amor al cine, se reconvierte en actor para Los Soprano, pone su voz en Los Simpson y en Kill Bill, reivindica la figura de Buster Keaton en un estupendo documental (a la postre su รบltima pelรญcula, El Gran Buster) y se convierte, de algรบn modo, en el cinรฉfilo americano oficial, la memoria รบltima del cine del pasado.

Una figura tan nostรกlgica como el cine que รฉl filmรณ: de algรบn modo, Bogdanovich me recuerda a esa vieja sala de cine tejano destinada a cerrar en The last picture show, dรณnde se proyecta Rรญo rojo de Howard Hawks. Es, como decรญamos antes, a la vez lugar y personaje. Me viene a la mente el momento de la muerte del inolvidable personaje de la pelรญcula, Sam The Lion. Como dice el personaje de Sonny dรญas despuรฉs tras enterarse de su muerte: 

Nothin’s really been right since Sam the Lion died.

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Fernando Navarro (Granada, 1980) es guionista y crรญtico musical. Ha escrito entre otras 'Toro', 'Verรณnica', 'Bajocero' y Venus'. 'Segundo premio' (Isaki Lacuesta y Pol Rodrรญguez, 2024) es su รบltimo guion. En 2022 publicรณ la novela 'Malaventura'.


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