I. Un librero es un tapiz
Hace como un aรฑo en twitter, que como ustedes saben es la mรกquina de opinar antes de pensar en la opiniรณn, una tal Julieta Elffman, cuya bio informa que es โcomunicadora y editoraโ, tuiteรณ esto:
Asรญ, con mayรบsculas. Por supuesto, ya que twitter es twitter, se armรณ un desmadre de 75 mil likes y como quinientas respuestas. Una persona, sensatamente, le respondiรณ a esta seรฑora con una frase que indicaba su propia acciรณn:
Esa es la sensatez, que estรก tan mal vista en twitter, donde sรณlo por error alguien puede decir algo sensato o amable. @julielffman, perdiendo de nuevo el piso, respondiรณ a su vez:
Debemos entender de todo esto que una โcomunicadora y editoraโ comprende que los libros no son solo objetos, y que la gente que piensa esa blasfemia, y que comete el pecado de actuar en consecuencia โยกordenรกndolos por color!โ, deberรญa tener un exclusivo cรญrculo esperรกndola en el infierno. (Aunque el infierno de todos tan temido es muy pequeรฑo para semejante pecador: no hay un cรญrculo que le alcance.)
รsa es la introducciรณn de este pequeรฑo ensayo.
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Pero yo traigo un recordatorio: los libros en verdad son solo objetos. โYo he pensado, alguna vez, escribir una historia del libro โdijo Borges en alguna conferenciaโ. No desde el punto de vista fรญsico. No me interesan los libros fรญsicamente, sobre todo los libros de los bibliรณfilos, que suelen ser desmesurados.โ Y sรญ es cierto. Los libros de bibliรณfilos son desmesurados, ostentosos. Son como para que un diputado los vuelva regalos para sus clientes. Pero el mismo Borges, como persona pensante, sabรญa tambiรฉn que un libro es un objeto. En uno de sus muchos prรณlogos escribiรณ esto:
Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volรบmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus sรญmbolos.
Cuando la lectora encuentra su libro โesa cosa que no es otra cosa que una cosaโ ocurre โla emociรณn singular llamada bellezaโ, ese โmisterio hermoso que no descifran ni la psicologรญa ni la retรณricaโ. Un libro estรก esperando a su lectora, a su lector, y un dรญa ya no. Un dรญa se realiza ese libro que ha viajado ocรฉanos de tiempo para que puedas leerlo tรบ o para que pueda leerlo yo. Mientras tanto, mientras espera en el librero, ese libro es una cosa mรกs que estรก en el interminable universo.
Un librero tambiรฉn es una cosa. No importa su tamaรฑo, un librero no es realmente una biblioteca; no lo es hasta que da con su lectora, con su lector, con la mujer destinada a sus sรญmbolos. Antes que eso es metros cรบbicos, volumen: es un bien mueble. Es una pared acaso mรณvil o cambiante. Es la posibilidad de un tapiz: un algo que ocupa una pared. Los libros, como cosas de colores que se colocan en libreros, son los hilos con los que uno puede hilar un tapiz. Y los tapices pueden ser cosas bellรญsimas.
II. La demasiada belleza
Me van a tener que perdonar pero este ensayo va de la mano de twitter. Ahรญ, un seรฑor llamado Alberto Tavira, quien dice ser periodista y โautor en seis librosโ โrara preposiciรณn, por ciertoโ, escribe:
Desconfรญo de quienes organizan sus libreros por colores.
(No traigo el screenshot. ยฟHabrรก borrado el tuit, tal vez comprendiendo su yerro?) Yo, la verdad, desconfรญo un poco de quienes no organizan sus libros por colores. Me parece raro, sospechoso. Siento como si no quisieran gustar del mundo. Como si la belleza no existiera; como si no colgรกramos piezas en nuestras paredes, como si la forma o el tacto de un tenedor no importara con tal de que la cosa trinche y nos lleve comida a la boca. Peor: como si con tal de alimentarse diera igual quรฉ comer un dรญa cualquiera; como si lo รบnico que importara fuera llenarse de nutrientes. ยฟY la cocina, entonces? ยฟY el florรญn, el juego, el coqueteo? ยฟYel gusto? ยฟY las cosas que nos llenan de vida, las que no son nomรกs nutritivas sino, pues, sabrosas? Todo eso ยฟquรฉ?
No sรฉ.
Demasiada belleza. ยฟHan oรญdo esa locuciรณn? Asรญ nomรกs, puesta a medio camino en un ensayo cualquiera, no parece nada. Pero la demasiada belleza es algo. Hay la historia del que amaba deslizar la mano sobre gemas y รกgatas, berilos; hay la de una mujer que caminaba de noche, candelabro en mano, por salones abarrotados de lienzos y marfiles. Otros recorren ciudades o barrios en busca de tacos. Otros vemos maravillados la belleza despampanante de los libreros ordenados por colores. Hay demasiada belleza en el mundo. No explorarla, no explotarla, es perder tiempo sobre la tierra y contribuir a la idea de que este mundo es horrible.
(Sรญ es, por supuesto. El mundo sรญ es horrible. Ahora mismo estรกn levantando a una morra o a una niรฑa en algรบn lugar de la ciudad, y la van a violar, y la van a desollar, y van a tirarla muy pronto en un desagรผe. Todo eso es cierto y al parecer inevitable. Pero a mรญ me queda poco tiempo en este mundo horrible y me niego a contribuir a esa idea. Me niego. Me niego a no poner siquiera una pared bellรญsima en la ciudad de los feminicidios. Es una cosita minรบscula, pero es algo.)
Los lomos de los libros pueden contener una belleza. Esa belleza es sistรฉmatica o inesperada; es colorida o blanca o negra; contiene signos y esos signos pueden haber sido creados especรญficamente para ese lomo. (ยฟRecuerdan el lomo bicolor de la primera ediciรณn de Poesรญa en movimiento? De niรฑo yo no podรญa dejar de verlo y de tocarlo.) El lomo es al menos dos mensajes cifrados: uno que dice โtรญtuloโ, โautorโ y โeditorialโ, y otro, mรกs complejo, mรกs digno de atenciรณn, que es signos en movimiento: colores, fuentes, talantes, referencias al pasado, apuestas por el futuro. El lomo es una pieza; el lomo es un mensaje que una diseรฑadora o un diseรฑador mete en una botella, y luego lanza esa botella al mar sin fin de la biblioteca del mundo con la esperanza de que llegue hasta ti y tรบ lo mires y acaso descifres su callada voz โI have travellโd a long way merely to look on you to touch youโ y le digas: Te encontrรฉ.
Es medio sospechoso no acomodar los libros por colores.
III. La biblioteca de la memoria, y su lenguaje
Hay una superioridad moral en no ordenar los libros por colores. Como si no fuera igualmente arbitrario acomodar por tรญtulos, o temas, o autores. Como si hubiera algo intrรญnsecamente superior en otros รณrdenes o en el desorden mismo.
Les dije que รญbamos a volver a twitter, esa mรกquina de la antipatรญa, mรกquina de separarnos al uno de la otra, a mรญ de ustedes. Lean este tuit de una persona que firma @letichelius:
Su bio es apropiada: ciudadana que opina. Segรบn ese tuit, la opiniรณn es: ordenar los libros โque es lo que hacen ustedes pero no yoโ es de alguna forma menos libre que no ordenar los libros โque es lo que yo hago pero no ustedes, yo que quito, abro, leo un pรกrrafo, pongo donde quepa, busco otro, me lo llevoโ. El subtexto es: yo que soy libre, ustedes que estรกn encadenados dando vueltas a la noria que exprime la sustancia de la vidaโฆ Pero esa persona no se ha percatado de una cosa: la biblioteca por colores es tambiรฉn un juego mnemotรฉcnico. Un ejercicio de memoria.
Yo tengo amnesia; me cuesta mucho trabajo crear nuevos recuerdos. Ya sรฉ: todos estamos perdiendo la memoria y todos vamos a pertenecer al olvido. Solo que a mรญ me pasรณ antes. (Ni modo.) Y mi ejercicio favorito para entrenarme a crear nuevos recuerdos, para forzarme a no entregarme al olvido todavรญa, es comprar un libro, mirarle el lomo fijamente unos segundos, y antes de ponerlo en el librero decir: โEs color vino; no se te vaya a olvidar, pinche Alonso, que el lomo de este libro โdigamos Stamped from the beginningโ escolor vino,wey. Si se te olvida que es color vino, se te va a perder.โ (De chiquito, aรฑos antes de las drogas y la amnesia, mi ejercicio favorito era memorizar el librero del pasillo. Una noche, para torturarme, mi papรก reacomodรณ todos libros. Quรฉ maรฑana terrible fue aquella.)
Las personas que creen que hay una especie de superioridad en no ordenar los libros (por colores o de cualquier otra manera) parece que no se han dado cuenta de otra cosa. Los libros son objetos, sรญ, pero juntos en la forma de una biblioteca crean un idioma. Los libros se dicen cosas entre sรญ. Y los libros por colores pueden ser un ejercicio de crรญtica. Uno puede antologar por colores. Ya casi acabo pero dรฉjenme darles otro ejemplo. En mi librero por colores hay cuatro libros de lomos color vino colocados uno tras otro. Primero de izquierda a derecha estรก Satan in America, que es una historia de la relaciรณn de Estados Unidos con el diablo, desde los evangelistas de la nueva luz a los esclavos en el sur profundo a los pinches polรญticos, etcรฉtera; luego junto a รฉl estรก Fear de Bob Woodward, que es la historia desde adentro de la presidencia de Trump, el momento en que nuestra relaciรณn con el diablo ha sido mรกs cercana, mรกs personal, al menos para las personas que nacimos despuรฉs de 1945; luego estรก Stamped from the beginning โgran tรญtulo, por ciertoโ, que es una โhistoria definitivaโ de las ideas racistas en Estados Unidos, ideas que bรกsicamente alcanzaron un nuevo pico con Trump; y al final del grupo estรก Lovecraft Country, que es una novela decididamente NO alegรณrica sobre racismo y mierda abstracta. ยฟMe explico? ยฟSe alcanza a ver cรณmo estos libros de gรฉneros y autores y temas diferentes pero de lomos de colores similares como que estรกn diciendo una cosa, como que se estรกn hablando entre sรญ y hay un discurso atrรกs de todo eso? Ordenar por colores es un ejercicio de crรญtica. Es una manera de escribir ensayo.
Cuando muera quiero ser juzgado por el orden en que coloquรฉ los libros que juntรฉ durante mi vida, que ya va para larga. No me importa si el juicio final es que fui un vano o un superficial: miren quรฉ bonita fue mi biblioteca, cรณmo quiso mostrarse como una cosa, un bello tapiz hecho de hilos-libros de colores, cuรกnto gustรณ del diseรฑo y la tipografรญaโฆ La biblioteca por colores es un รฉnfasis, una coqueterรญa, un guiรฑo. Es una invitaciรณn a la lectura, claro, pero tambiรฉn a la conversaciรณn, a la crรญtica y al juicio. La biblioteca por colores es una de esas cosas que o amas o vives en el error.
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Posdata. El libro que explica mi muerte estรก en los azules. En ese libro hay una seรฑal para una persona que conocรญ y amรฉ y me amรณ y que lo primero que amรณ de mรญ fue mi librero policromo. Es la persona a la que estarรก dedicado todo ese รบltimo juego de colores que se desplazan. Esa seรฑal la llevarรก a los libros amarillos, que suelen ser manuales y libros de cocina; y ahรญ, escondida, habrรก otra clave que la llevarรก a los libros rojos, que suelen ser diccionarios y libros de consulta; y de ahรญ otra clave la llevarรก a un libro blanco โal menos en mi librero el blanco son varios metros de libros de poesรญaโ; y de ahรญ al negro, que en mi casa suelen ser de cine y de filologรญa y que contienen toda la historia de las lenguas indoeuropeas; y la รบltima clave la llevarรก al gris, el color que dice un diccionario de lomo rojo que es โel carente de atractivo o singularidadโ, y en el gris llegarรก a un libro muy particular que he dejado seรฑalado con cuatro post-its azules en una sola pรกgina, la รบnica pรกgina seรฑalada en ese libro, y en esa pรกgina va a encontrar estos renglones, donde hay una โvoz infinitaโ y esa voz es la biblioteca colorida, la que habla en el รบltimo instante y que es la suma de todas las palabras y las ideas que la biblioteca contiene. Entonces yo estarรฉ muerto, claro, pero hoy espero no llorar:
Y ese por fin va a ser el fin de todo esto.~
Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)