El legado de Aretha Franklin
Este jueves, Aretha Franklin, mejor conocida como “la reina del soul”, falleció a los 76 años en su casa en Detroit. Ícono de la cultura afroamericana, su partida deja un vacío en la música.
Hija de Clarence LaVaughn Franklin, el reverendo afroamericano más popular de su tiempo, su entrada al mundo de la música fue a través de los sermones que su padre grababa en discos y las celebridades que acudían a sus servicios. Las visitas de Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Della Reese, Mahalia Jackson y Nat Cole ayudaron a formar su particular estilo vocal. Soul, góspel, jazz, blues, pop e incluso hip-hop fueron algunos de los géneros que interpretó en sus sesenta años de trayectoria. Como destaca David Remnick, a pesar de que nadie ha podido imitar su potencia de voz, fraseo y manera de cantar detrás del compás, su influencia es inmensa. El reconocimiento del que gozó, también, como dan cuenta los 18 premios Grammy, que obtuvo, los más de 10 millones de discos que vendió, la distinción de presentarse en la ceremonia inaugural de dos presidentes, Bill Clinton y Barack Obama, y de convertirse en la primera mujer afroamericana en entrar al Salón de la Fama del Rock and Roll.
En 1967 grabó “Respect”, uno de sus mayores éxitos. Escrita y grabada dos años antes por Otis Redding, la versión de Franklin adquirió un tono de denuncia que no tenía la versión original. La canción trataba sobre un esposo que llegaba por las noches a su casa y le pedía “respeto”, un eufemismo sexual, a su mujer. Franklin modificó el espíritu de la canción y la convirtió en un arma de las mujeres y de los afroamericanos. Después de escuchar su versión, Otis Redding renunció a cantarla: “Ahora le pertenece a ella”. En el 2016, en una entrevista para Rolling Stone, Franklin fue cuestionada por el impacto cultural de la canción: “Me preguntaron qué grabación mía pondría en una cápsula del tiempo, y fue ‘Respect’. Porque la gente quiere respeto, incluso los niños pequeños, incluso los bebés. Como personas, merecemos respeto”.
No solo trascendió en el plano musical; también fue una importante defensora de los derechos de la comunidad afroamericana. En su juventud fue víctima de humillaciones y apoyó el movimiento de Martin Luther King Jr., en cuyo funeral interpretó “Precious Lord”.
Su interpretación de “(You make me feel) Like a natural woman” en el Kennedy Center Honors 2015 provocó las lágrimas del entonces presidente Barack Obama, quien la describió como “la encarnación de la conexión afroamericana con la música”. Para él, la música de Franklin “captura la plenitud de la experiencia americana, la vista desde abajo y arriba, lo bueno y lo malo, y la posibilidad de síntesis, reconciliación, trascendencia”.
¿Qué significa ser un niño migrante?
Hace unos meses, Donald Trump fue duramente criticado por una política migratoria que implicaba separar a menores de edad de sus padres para resguardarlos en centros de detención. Fotografías de niños enjaulados durmiendo en colchonetas, testimonios de abusos y videos de niños que reciben órdenes en un idioma que no comprenden provocaron indignación entre la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales y gobiernos de otros países. Ante la presión internacional, Trump firmó una orden ejecutiva para suspender la separación de los niños migrantes de sus padres. A dos meses de su firma, aún no se tiene una fecha para que los niños se reúnan con sus familias.
Si bien la “tolerancia cero” a las familias migrantes fue una política de Trump, los centros de atención a niños migrantes ya existían durante la presidencia de Obama, como recuenta Valeria Luiselli en Los niños perdidos: Un ensayo en cuarenta preguntas (Sexto Piso), que publicó en 2016.
Luiselli llegó a Estados Unidos en 2011 en compañía de su familia. Su experiencia como migrante y traductora voluntaria de niños indocumentados fue el punto de partida del ensayo. A partir del extenso cuestionario que las cortes federales de Inmigración realiza para determinar si los niños detenidos serán deportados o no, Luiselli reflexiona sobre la vida de los migrantes y las adversidades a las que se enfrentan. En esta reseña, Isabel Díaz Alanís describe la pluma de Luiselli que oscila entre la literatura y el documento legal como una mecanismo que “hace florecer nuevos significados”.
Los niños perdidos se tradujo al inglés en 2017 bajo el sello Coffee House. Este año resultó uno de los quince libros ganadores del American Book Award, un premio anual que la Before Columbus Foundation entrega a los obras literarias cuya excelencia refleja la diversidad de la comunidad literaria estadounidense. Luiselli es la primera mexicana galardonada.
Hace dos años, en una entrevista para el New York Times, le preguntaron si había esperanza ante la situación. Ella respondió que la había “En la escritura, en poder contar estas historias y que se amplifiquen y expandan, en la memoria y la acción política”. A la luz de la actual crisis migratoria, el reconocimiento al libro de Luiselli es una oportunidad para que los niños que atraviesan las fronteras y que esperan reencontrarse con sus padres no sigan siendo víctimas de la indiferencia y el olvido.