En los evangelios de Lucas, Marcos y Mateo hay una escena en la que los discรญpulos discuten quiรฉn de ellos habrรญa de ser el mayor en el reino de los cielos. La pregunta que se hacen es clara en la Vulgata: โQuis, putas, major est in regno caelorum?โ El nazareno los regaรฑa por andar buscรกndose pompas celestiales: โDe cierto les digo, que si no se vuelven y se hacen como niรฑos, no entrarรกn en el reino de los cielosโ.
Ese infantilismo, esa simplicidad, aparece como elevaciรณn del espรญritu que vale mรกs que la elevaciรณn del intelecto. โTe alabo, Padre, Seรฑor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niรฑosโ, leemos en otro pasaje de Mateo.
Tenemos a Pablo, que sentencia en su primera carta a los corintios: โNadie se engaรฑe a sรญ mismo; si alguno entre ustedes se cree sabio en este siglo, hรกgase ignorante, para que llegue a ser sabioโ. Frase extraรฑa en un hombre de postura sabia que anda aleccionando al mundo.
Puede debatirse quรฉ se entiende aquรญ por ignorancia, pero ciertamente han servido estas palabras para promover la pereza intelectual. Por eso mucha gente que no se atreverรญa a leer a San Agustรญn conoce la anรฉcdota del niรฑo que pretendรญa llenar con agua del mar un hoyo en la arena. Tanto uno como el otro estarรญan mejor bajo una palapa, bebiendo agua de coco, que haciรฉndose preguntas sobre la Santรญsima Trinidad.
Jesรบs dice: โSi tu mano o tu pie te es ocasiรณn de caer, cรณrtalo y รฉchalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasiรณn de caer, sรกcalo y รฉchalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuegoโ.
Palabras, creo, metafรณricas, aunque sabemos que algunos pseudosantos las han tomado al pie de la letra, y no fue un pie ni una mano lo que se cortaron.
Metรกforas aparte, nada ha sido tan aborrecido por la dictadura religiosa como el pensamiento. Y si โtu pensamiento te es ocasiรณn de caerโ, ยฟquรฉ parte del cuerpo debes extirpar?
Quizรก la Inquisiciรณn no debiรณ quemar sino decapitar. Pero he aquรญ una duda: si alguien se corta la mano o se saca un ojo, entra en el reino manco o tuerto. En el caso del decapitado, ยฟentra en el cielo una cabeza sin cuerpo o un cuerpo sin cabeza?
El autor del Eclesiastรฉs tiene unas palabras que se han traducido de manera diversa: โlo que falta no se puede contarโ, โlo que se ha perdido no puede recuperarseโ, โnunca se completa lo que faltaโ, y cosas asรญ. Curiosa es la torcida traducciรณn de San Jerรณnimo al latรญn, que acabรณ por marcar las conciencias de muchos cristianos durante siglos: โstultorum infinitus est numerusโ, o sea, que el nรบmero de idiotas es infinito. Mรกs parece frase de P.T. Barnum.
En cambio, entre los proverbios de Salomรณn, los consejos van en direcciรณn contraria: โLos sabios heredarรกn honra, mas los necios llevarรกn ignominiaโ, dice uno. Y otro mรกs explรญcito: โSabidurรญa ante todo; adquiere sabidurรญa; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligenciaโ. Proverbios 12:1 dice: โEl que ama la correcciรณn ama el conocimiento, pero el que aborrece la reprensiรณn se embruteceโ. Por algo suele ser mรกs erudita la gente que se quedรณ en el Antiguo Testamento sin pasar al Nuevo.
Para que el necio sea sabio y viceversa, Sebastian Brand escribe โQuien se tiene por necio, pronto se convierte en sabio; pero quien quiere ser siempre docto, es fatuoโ. Esta idea hace eco del Socrรกtico โYo sรณlo sรฉ que no sรฉ nadaโ, frase sin sentido lรณgico y sin sustento para su propia รฉtica, pues, segรบn รฉl, nadie obra mal por voluntad propia, sino por la ignorancia que le impide conocer el bien. โEl saber es un bien y la ignorancia es un malโ, escribiรณ Platรณn que dijo Sรณcrates.
Mรกs allรก del bien y el mal, sin preocuparse de ir al cielo, algunos de los antiguos griegos percibรญan claras virtudes en los sabios y rotundos vicios en los ignorantes.
Parรฉceles, en efecto, a Zenรณn y a los filรณsofos estoicos que lo siguen que hay dos clases de hombres, la de los sabios y la de los ignorantes; que es propio de los sabios practicar las virtudes durante toda la vida, y de los ignorantes practicar los vicios. Por eso, a los unos les corresponde acertar siempre en todas las cosas que emprenden, y a los otros, equivocarse.
En serio o en broma, dado que a los sabios les corresponde acertar siempre, podemos leer en El banquete de los eruditos que โes doctrina estoica que todo lo harรก bien el hombre sabio, incluso preparar juiciosamente unas lentejasโ.
Quizรกs sea asรญ, pero la sabia receta de Zenรณn lleva un manojo de cilantro, y las ignorantes lentejas que estoy cociendo en la estufa llevan ajo, zanahoria, una hoja de laurel, chorizo, moronga, tomate, un poco de panceta, dos chiles de รกrbol, cebolla, una papa grande, sal, pimienta, aceite de oliva, otras linduras y un secreto que no se saben los espaรฑoles: las comerรฉ con tortillas reciรฉn hechas. Jacob no las cambiarรญa por nada.
Para ir al cielo, estรก la sabidurรญa de San Pablo; para dominar los instintos, estรกn Sรณcrates, Zenรณn y los estoicos; pero a la mesa se va con los epicรบreos. ~
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.