Por ser el punto a partir del cual algunas personas exploran y cuestionan su identidad, el drag es una práctica cargada de significados que no son aparentes a primera vista. No es casualidad que la frase “Lo personal es político” –una de tantas que funcionaron como emblemas de la segunda ola del feminismo–, encuentre eco en esta representación artística: quien se dé el tiempo de mirar con atención encontrará importantes ideas sobre la opresión y cuestionamiento de estereotipos entre peinados exuberantes, tacones altos y brillantina.
Una ventana para asomarse al mundo del drag es RuPaul’s Drag Race, el programa de televisión conducido por RuPaul, icono LGTB+ californiano. Tras negarse a participar en reality shows durante sus primeros años de carrera profesional, en 2009 RuPaul decidió aceptar la oferta de Logo TV, una pequeña televisora LGBT+, y desde entonces cada temporada se da a la tarea de encontrar a la siguiente gran drag queen norteamericana. Su proyecto ha crecido durante los últimos nueve años hasta convertirse en una industria comercial en expansión. No obstante la popularidad del programa, el drag sigue estando en la periferia: en una entrevista con E. Alex Jung, de Vulture, RuPaul habló de cómo, por ser la antítesis de lo establecido, el arte del drag va siempre contra la corriente. Hacer drag es completamente lo opuesto a querer encajar.
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En los primeros días de marzo, RuPaul conversó con The Guardian sobre su infancia como niño afro-americano en los barrios pobres de San Diego, su impresionante carrera y la importancia del drag en una cultura dominada por la masculinidad tóxica. Pero la entrevista no estuvo libre de la polémica que normalmente lo rodea, ya que en ella hizo comentarios que abonaron a la ya extendida percepción de su misoginia y transfobia.
A la pregunta de si aceptaría en su programa a una concursante que hubiera hecho la transición, contestó: “Probablemente no. Puede identificarse como mujer y decir que está en transición, pero las cosas cambian una vez que comienza a cambiar su cuerpo. Es algo diferente, cambia todo el concepto de lo que estamos haciendo.” Si entendemos el arte del drag como una manera de rechazar a la masculinidad dominante, agregó, su esencia como declaración social se ve debilitada cuando no es un hombre quien lo practica. Por si esto fuera poco, unos días después de ser publicada la entrevista dio seguimiento a sus declaraciones en Twitter diciendo que “podías tomar drogas para mejorar tu rendimiento y ser un atleta, pero no en las Olimpiadas”:
Parece tenerlo claro: no puedes hace drag de manera profesional si te identificas como mujer.
Como era de esperarse, el tweet causó molestia en la comunidad LGBT+ y varios concursantes de RuPaul’s Drag Race criticaron los comentarios aclarando que la comunidad drag era inclusiva para todos. Amrou Al-Kadhi, por ejemplo, señaló que la idea de que la crítica del patriarcado funciona únicamente si es llevada a cabo por hombres era ofensiva. “¿Cómo puede ser que sólo ellos tengan el privilegio de la ironía y la transgresión cuando proviene de la identidad de género?”.
Luego de la avalancha de críticas, RuPaul se disculpó públicamente, afirmando que entendía el daño que había hecho. Las personas transgénero, dijo, son sus maestros.
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Más allá de quién puede y no hacer drag (la respuesta a eso es fácil: todos podemos), lo delicado está en el significado que éste adquiere según quién lo haga. Incluso concediendo que RuPaul no está atacando a las mujeres trans, sino defendiendo lo que para él es la esencia del drag, sus comentarios son potencialmente dañinos porque igualan los cuerpos de las personas transgénero con sus identidades. Esto hace que perdure la idea discriminatoria de que las mujeres trans que no se han sometido a ninguna cirugía no son mujeres “de verdad”. Como si eso existiera.
No es la primera vez que RuPaul se mete en problemas por sus comentarios misóginos, pero la buena noticia es que sí es la primera vez que se disculpa por ellos. Algo revela eso sobre los cambios positivos y avances que ha habido en términos de los derechos de las personas trans. Si una fracción, por más pequeña que sea, de los millones de espectadores de RuPaul’s Drag Race aprenden con este episodio a respetar a los artistas trans que son mujeres o se identifican como tales, eso ya es un paso adelante en la lucha contra la misoginia. Lo dijo el mismo RuPaul en su polémica entrevista: el drag es político porque tener una posición sobre la identidad propia y la manera en que queremos ser vistos es lo más político que podemos hacer.
(Ciudad de México, 1984). Estudió Ciencia Política en el ITAM y Filosofía en la New School for Social Research, en Nueva York. Es cofundadora de Ediciones Antílope y autora de los libros Las noches son así (Broken English, 2018), Alberca vacía (Argonáutica, 2019) y Una ballena es un país (Almadía, 2019).