โยกEl espรญritu de discernimiento! ยกLa facultad crรญtica!โ, clama Schopenhauer. โEsto es lo que hace falta. Los hombres no saben distinguir lo genuino de lo falso, el trigo de la paja, el oro del cobre; ni percibir el abismo que separa al genio del hombre ordinarioโ.
Se puede poner a prueba esta capacidad de discernimiento mirando y escuchando una masterclass, por ejemplo una de Daniel Barenboim sobre sonatas de Beethoven. En una de ellas participa el excelso pianista Lang Lang. Barenboim le dedica elogios, pero luego dice: โTodo esto podrรญa y deberรญa estar mejor estructuradoโฆโ, y de ahรญ se lanza a corregir una serie de imperfecciones. Habrรก un antes y un despuรฉs en la interpretaciรณn de la sonata, pero quien carezca de capacidad de discernimiento, no notarรก la diferencia.
La mรบsica de altura conserva una tradiciรณn de disciplina que busca la cima. Casi siempre veremos que los mรกs respetados pianistas son quienes mejor tocan el piano; las mรกs respetadas sopranos son quienes mejor cantan. No pasa lo mismo con la pintura, que los pintores mejor cotizados a veces no saben ni pintar. Verdad es que mucha gente se acerca a los videos de Khatia Buniatishvili por algo distinto a sus dedos sobre el piano, pero de que toca, toca; tal como Anna Netrebko luce bellรญsima en su papel de Violetta, pero de que canta, canta.
No sรฉ quรฉ haga falta para tener esta capacidad de discernimiento, que a veces podemos llamarle โbuen gustoโ, un tรฉrmino devaluado porque el relativismo inventรณ que no existe tal cosa; pero de que existe, existe; aunque no viene necesariamente de conocer algo a profundidad.
Pongo por ejemplo a Robert Parker, que tiene paladar de gringo cocacolero, pero hizo creer a muchos bebedores de vino sin discernimiento propio que sus juicios eran divinos. Asรญ pues, el paladar no siempre aprende a discernir y puede cargar la vida entera con un defecto de โmal gustoโ. La mayorรญa de nosotros come tres veces al dรญa. ยฟEso nos deberรญa convertir a todos en gourmets?
El que se hace llamar cinรฉfilo es un caso extraรฑo, que lo mismo va a ver la รบltima comedia del Seรฑor Bean que la ganadora del รscar, con la doble extraรฑeza de que a veces la รบltima comedia del Seรฑor Bean es mejor que la ganadora del รscar.
En literatura tampoco brilla el discernimiento; si asรญ fuera, las empresas editoriales no vivirรญan de las novedades sino de los clรกsicos; seguirรญan buscando el modo de reeditarlos con nuevos prรณlogos, traducciones, estudios y notas, y seguirรญan fomentando aquella vieja costumbre de las obras completas. Claro que hay bestsellers contemporรกneos que se leen, disfrutan y aplauden, pero la gran mayorรญa son meros aserejรฉs. Un lector solo puede sentir que tiene buen gusto si ya degustรณ a los clรกsicos. Pero ni aun esto es garantรญa, puesto que muchos crรญticos literarios son bastante leรญdos y no por eso refinados, asรญ como hay ciertos acadรฉmicos famosos que se equivocan mucho mรกs de lo que aciertan.
En algรบn pasado se considerรณ que esa facultad venรญa de la buena cuna. La aristocracia tenรญa ciertas cualidades que se heredaban, no culturalmente, sino por la sangre, alla Darwin. Chรฉjov se burla de esto a travรฉs de un personaje que se irรก volviendo cada vez mรกs odioso a lo largo del cuento: โยกDesde el punto de vista de la igualdad y fraternidad, el porquero Mitka puede ser un hombre semejante a Goethe o a Federico el Grande; pero considerado desde el punto de vista cientรญfico, si tiene usted la valentรญa de contemplar los hechos cara a cara, le resultarรก evidente que la sangre azul no es un prejuicio ni una invenciรณn! La sangre azul, querido mรญo, tiene un fundamento histรณrico-natural, y negarla es, en opiniรณn mรญa, tan absurdo como negar que un ciervo tiene cuernos.โ
Vuelvo a Schopenhauer, que escribe: โLa incapacidad, completa carencia de juicio y bestialidad del gรฉnero humano han provocado mi indignaciรณn en innumerables ocasiones, y me he visto obligado a suscribir el viejo lamento: Humani generis mater nutrixque profecto stultitia estโ, o sea, que la estupidez es la madre y nodriza del gรฉnero humano.
Por supuesto, a Schopenhauer le molestaba que la humanidad no tuviera el discernimiento para reconocer en รฉl a un hombre de gran talento; y aunque estuviera pensando mรกs en sรญ mismo que en el mundo en general, y aunque su tono decimonรณnico hoy parezca un despotrique poco cortรฉs, vale la pena meditar el asunto. Sin capacidad de discernimiento, ni el aplauso eleva ni el abucheo aplasta, tal como termina la fรกbula de Iriarte sobre el oso, la mona y el cerdo:
Guarde para su regalo
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, ยกmalo!
si el necio aplaude, ยกpeor!
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.