En política, los ingleses han rechazado la globalización y están al borde de salirse de la Unión Europea a raíz del voto pro-Brexit del 2016, un voto a favor de su propio imperio y soberanía, en contra de un futuro compartido con el continente. Sin embargo, los ingleses no han abandonado su entusiasmo por la globalización cuando se trata de un tema que les apasiona aún más que la política: el futbol, el deporte que inventaron (por lo menos en su versión moderna) y le legaron al mundo. Y ahora el futbol ofrece una versión alterna de lo que podría ser el futuro inglés, no solo sobre la cancha.
Hace no tanto tiempo, a principios de los noventa, el futbol inglés de primera división no atraía ni jugadores ni atención de afuera del país. Incluso los mejores jugadores ingleses deseaban irse a jugar a Italia o a España. Hoy en día la Premier League es la liga deportiva importante más globalizada del mundo, , con mas del 70% de los minutos jugados en esta temporada por jugadores extranjeros (entre ellos el magnífico Raúl Jiménez, que acaba de firmar su estadía permanente con el Wolverhampton en la transacción récord para un jugador mexicano). También la gran mayoría de los entrenadores y dueños de club provienen de otros países.
Esta gran apertura se dio por tres factores fundamentales que coincidieron hace un poco mas de un cuarto de siglo: la intervención del estado para “limpiar” el deporte y mejorar su infraestructura después de muchas tragedias provocadas por el hooliganismo y maltrato de aficionados en los estadios y el consecuente “rebranding” de la primera división como la “Premier League”; el gran incremento del valor de los derechos televisivos al entrar al ring Rupert Murdoch y su SKY TV para confrontar al previo duopolio que controlaba la TV inglesa; y la repentina libertad de movimiento laboral para el jugador europeo, gracias a un caso en las cortes europeas que prohibieran cualquier limite a jugadores de otros países miembros de la Unión Europea. También ayudo el hecho de que Inglaterra, y su libra, se consideraran destinos ideales para la inversión extranjera.
La mayoría de los aficionados ingleses han apreciado la mejoría en el nivel de juego en su liga con la entrada de tanta estrella extranjera en la cancha, financiadas por dueños multimillonarios chinos, rusos, árabes, y estadounidenses, y disfrutan la fascinación que su liga provoca en un creciente numero de televidentes en Estados Unidos, África y Asia. Estos televidentes en mercados fuera del Reino Unido ven en el futbol ingles no solo el futbol de mayor calidad en el mundo, sino también una liga que presume de una autenticidad casi artesanal. No sabremos la ubicación exacta de ciudades como Wolverhampton o Southampton, pero apreciamos que en esas localidades se ha jugado el futbol desde el siglo XIX.
La inquietud del aficionado ingles en décadas recientes ante la globalización de su liga se asemeja a la inquietud ante la globalización en otros ámbitos económicos y culturales. Si removemos toda barrera para importar lo extranjero, ¿cómo protegemos lo nuestro, ¿nuestras propias industrias, empresas y productos? O, en el caso del futbol, ¿cómo desarrollaremos a nuestros propios jugadores si le damos preferencia al extranjero? Porque, a pesar de considerar a su país como “la casa del futbol,” los ingleses llevan un par de generaciones sin figurar entre las potencias en el futbol internacional. Inglaterra solo ha ganado un mundial, el que celebro en casa en 1966, y desde nadie se atrevería a incluir a Inglaterra entre las super potencias del deporte, lista dominada por Brasil, Alemania, Italia, Argentina, y en sus momentos Francia, España, y Holanda.
Esto es un espejo de la gran tensión en el debate económico entre la liberalización y el interés del consumidor por un lado y el proteccionismo a favor del interés del productor domestico por el otro, y la razón por la que los limites a la entrada de jugadores extranjeros se puede comparar a las estrategias de políticas económicas de la sustitución de importaciones. Sin embargo, posteriormente al voto de Brexit en junio del 2016, ha ocurrido algo curioso. En el 2017, por primera vez, un equipo de jóvenes ingleses ganó el Mundial para menores de 20 años, y también el de menores de 17, además de la Copa Europea para menores de 19. Y más tarde, en el Mundial de Rusia 2018, Inglaterra llego a semifinales por primera vez desde el 1990. La selección actual, con talentos como Harry Kane, Raheem Sterling, Sancho, Harry Maguire promete ser protagonista para muchos años, a la par con las potencias tradicionales del deporte.
En contra de lo que se suponía sería el resultado de la acelerada apertura de la Liga Premier (donde juegan casi todos los seleccionados ingleses) para el cuadro nacional, hay razones bastante convincentes para concluir que el jugador ingles ha mejorado mucho, tanto en capacidad como en técnica, al jugar cada semana en su liga con y contra los mejores jugadores de todo el mundo y a la entrenarse con los mejores entrenadores del mundo, como el español Pep Guardiola o el alemán Jürgen Klopp. Habrá menos jugadores titulares ingleses en la Liga Premier, pero los que hay son de un nivel sin precedentes.
El deporte sirve para ilustrar lecciones importantes de la vida, sobre todo cuando se analiza la competencia y la medición del rendimiento a base de resultados. A días, o quizá semanas, de concretar su Brexit, quizá los ingleses deberían detenerse a pensar las lecciones que les ofrece su deporte favorito, y valorar los aportes de la globalización.
es director editorial de Future Tense y profesor en la Walter Cronkite School of Journalism de la Arizona State University.