Aloma Rodríguez

Je vous salue, Jane B.

La película que le dedicó Varda a Jane Birkin es un retrato-regalo que capta la fragilidad de la intérprete, pero también su fuerza.
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Jane Birkin (Londres, 1946 – París, 2023) murió la semana pasada en su casa de París, en 2021 había sufrido un ictus de cuyas consecuencias no terminaba de recuperarse. Su último disco es Oh! Pardon, tu dormais…, de 2020 y en colaboración con Étienne Daho. 

Birkin era hija y nieta de actrices, debutó joven y se casó con el compositor de la banda sonora de la película, John Barry, con quien tuvo a su primera hija antes de los veinte años –Kate Barry, que se suicidó en 2013–. Se trasladó a París para un rodaje, conoció a Serge Gainsbourg y comenzó la leyenda, el mito y el icono. Se atrevió a grabar la canción “Je t’aime… moi non plus”, que habría grabado antes Brigitte Bardot, pero la versión conocida mundialmente, el himno erótico por excelencia, vetada por el Vaticano, es la de Birkin. 

Después de Gainsbourg, con quien tuvo una hija, Charlotte, y con quien compartió doce años de matrimonio y relación cómplice hasta el final, Jane Birkin se casó con Jack Doillon, padre de su hija Lou. 

La carrera de Jane Birkin estuvo marcada por el peso de ser un icono –Hermès hizo un bolso que lleva su nombre–. La cineasta Agnès Varda la filmó para Jane B. par Agnès V., que según explica Varda en la película es como si ella filmara el autorretrato de Birkin. La película es bastante curiosa en la mezcla de confesiones, sueños y fragmentos de películas que podría haber rodado Birkin. Parece un retrato, y en parte lo es: Birkin aparece en toda su fragilidad, en toda su potencia también; y es también un regalo de Varda, que como un hada madrina le concede los deseos a la Birkin actriz: rodar con Jean Pierre Léaud, interpretar a Juana de Arco (de Jane la de Tarzán a la heroína francesa pasando por Calamity Jane) o enseñar la mesa de cocina de su casa en Inglaterra. Aparece Serge Gainsbourg dándole instrucciones sobre cómo interpretar una canción. Birkin hace balance de su vida: comienza hablando de cómo fue cumplir treinta y termina contando que está a punto de cumplir 40. “Las cifras con cero hacen daño, pasa con los veinte”, dice. Se confiesa poco lectora aunque le gusta estar rodeada de libros, sí alude a cierta grafomanía: acaban de publicarse sus diarios,  Diarios 1957-1982. Munkey Diaries de Jane Birkin (Monstruo Bicéfalo, traducidos y editados por Felipe Cabrerizo, que se despedía de Birkin aquí). 

Charlotte Gainsbourg hizo una película, Jane par Charlotte –el título no es el único guiño a la película de Varda–, para decirle a su madre lo que la quería. Es una película emocionante que usa la cámara para romper el pudor que las separa. Ahí Birkin habla del peso de la belleza, del paso del tiempo, de sus contradicciones y de la distancia entre cómo la percibía el mundo y cómo se percibía a sí misma. Hay una bellísima versión de “Ballade de Johnny-Jane” madre-hija, casi tan emocionante como la de “La chanson de Prévert” a dúo

Del rodaje de Jane b. Para Agnès V. surgió otra película: Kung-fu master. Entre los actores están Charlotte Gainsbourg y Lou Doillon, pero también Mathieu Demy, hijo de Varda, que interpreta al adolescente del que se enamora el personaje de Jane Birkin. El guion de Varda adopta una historia que se le ocurrió a Birkin durante el rodaje del retrato-ensayo-regalo. 

En una entrevista con Antón Castro, en 2009, había debutado como directora en 2007, con Boxes, explicaba Birkin: “el cine está hecho para la juventud, para la fotogenia de la juventud y si hay un sitio para que yo pueda hacer algo, lo hago porque me divierte. Pero lo que me gusta de verdad es fotografiar a los otros. Cuando hice Boxes y fotografié a Geraldine Chaplin, Michel Piccoli, mi hija Lou… Cuando Lou empezó a llorar y yo no estropeé el travelling que iba hacia ella… Comprendí también la satisfacción de Serge, que me tenía como intérprete de su tristeza, que no se atrevía a cantar por miedo a resultar impúdico, así que me daba a mí canciones como ‘Fuir le bonheur de peur qu’il ne se sauve’, ‘Entre le moi et le je’, eran canciones que hablaban de su malestar. Comprendí lo que es dar ese papel, escrito basándose en uno mismo, a otros, actores, quizá, sobre todo, a las actrices. La sensación de las lágrimas justo en el borde del ojo y no estropearlo, es muy excitante”. 

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