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Zlatko Dalić juega sus últimas cartas. Acaba de recibir una estocada mortal de Neymar, en el minuto 106. Ya ha sustituido a tres hombres y todavía tiene cambios por hacer. De las opciones que le quedan en el césped, solo hay una que no puede tocar: Luka Modrić.
En las redes celebran y dicen que Brasil está en la semifinal y los comentaristas de la televisión agradecen la “magia” de Neymar. Pero el capitán de Croacia sigue recorriendo el campo de arriba a abajo, dando instrucciones y administrando cada balón para tratar de lograr una jugada que los lleve más allá.
Hombre de confianza de Dalić. Compañero de viejas batallas de Lovren, Perisić y Vida. Inspiración para Gvardiol, Juranović, Sosa y Majer. Modrić es el corazón y el cerebro de la selección de Croacia.
En el minuto 117 del alargue, Petković envía un torpedo y logra el empate que nadie esperaba –salvo los croatas–. Comienza la ronda de penales y el final de la historia que ya conocemos: los europeos mandaron a casa al equipo de Tite, uno de los grandes favoritos de esta Copa.
Antes del partido, Zlatko Dalić dijo que Brasil era la mejor selección del torneo, pero pensaba que podían hacerle frente porque para ellos no era raro estar en desventaja y estaba estudiando la situación. Sin duda, Luka Modrić fue la clave para descifrar el acertijo amarillo.
Lukita
Luka Modrić tiene 36 años. Narradores, comentaristas y periodistas nos lo recuerdan y recalcan cada vez que ha salido a jugar en Qatar. Los cumplió el 9 de septiembre, pero eso no le ha impedido seguir vistiendo la camiseta de su selección, ni la del Real Madrid, el super club al que pertenece desde hace diez años, cuando se libró del contrato con el Tottenham Hotspur.
Cuando el croata comenzó en la Premier League, muchos dudaban de que con su tamaño y contextura pudiera hacer algo relevante. También le pasó en el Hajduk Split, el club croata que lo rechazó en su adolescencia por no tener los atributos físicos que se requerían.
Lo que sus detractores no sabían es que Modrić es mucho más que 172 centímetros y 66 kilogramos.
La carrera de Luka Modrić comenzó cuando tenía seis años en el estacionamiento del Kolovare, un hotel de Zadar en donde se refugió junto a su familia, en medio de una guerra en la que su país, Croacia, se jugaba la independencia contra Serbia.
Los entrenamientos en el estacionamiento funcionaron. El chico de Zadar llegó al Dinamo Zagreb, conquistó la Liga de Croacia, fue elegido jugador Revelación del año y comenzó a perfilarse como el genio que es.
Más que energía y velocidad para meter goles, Modrić es un cerebro capaz de observar –con el ceño siempre fruncido–, analizar y proyectar en segundos la mejor de las jugadas posibles, según la situación que vive su equipo. Cuando se hace con el balón, sabe qué debe hacer con él: sea pasarlo a su delantero, retroceder a la defensa, tomar aire en el medio campo o salir él mismo a buscar el gol.
Cada pase tiene una intención, Luka Modrić no deja nada al azar.
Así ha fabricado jugadas memorables en cada equipo en el que ha estado. Fue por eso que el Tottenham Hotspur no lo dejaba ir y que el Real Madrid insistió hasta fichar a “Lukita” en su plantilla de estrellas, en 2012.
Los vatreni
Mientras el niño Luka buscaba hacerse una carrera, Croacia tomaba forma de país independiente y construía una selección nacional con un estilo propio, y no bajo el nombre y los términos de Yugoslavia. En el 98, el equipo de los cuadros rojos y blancos hizo uno de los debuts más sorprendentes en una Copa del Mundo y llegó al tercer lugar en Francia. Eran los vatreni (ardientes, llenos de fuego).
Cuando Luka se integró, en 2006, la selección croata vivía en un territorio opaco. Después de que salieran de sus filas los héroes del 98, no lograba rearmarse; vino una seguidilla de directores técnicos que apenas lograron llegar a la fase de grupos en los Mundiales, y cuando tomó el mando Ante Čačić, incluso la clasificación a Rusia parecía imposible.
Fue entonces cuando la Federación de Fútbol Croata tomó una acción desesperada y, faltando meses para que comenzara el Mundial de Rusia, contrató a Zlatko Dalić, un técnico que había dirigido clubes en Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos con buenos resultados.
Con Dalić al mando, Croacia logró clasificar a Rusia 2018 y comenzó otra historia cuyo final ya conocemos: ante el asombro del mundo, la selección solo perdió contra Francia, en la final. Y allí estuvo el capitán que, fabricando jugadas que le valieron el Balón de Oro y el Premio The Best FIFA, y puso fin a la hegemonía de Messi y Ronaldo, dueños de todos los premios desde hacía años.
Rusia parecía haber sido la cúspide. Después de aquella hazaña, y con una selección que no destacó durante la temporada de clasificación, no había mucho qué esperar en Qatar. Los medios comenzaron a anticipar el “último baile” del número 10. Pero Croacia y Modrić tenían otros planes.
El “Maestro” sigue brillando en una selección donde la media de estatura es de 185 centímetros. Su grandeza no se mide en altura o peso, tampoco en goles anotados.
Lo de Modrić es perseverancia, sentido de oportunidad, buscar soluciones colectivas y seguir adelante, sin detenerse a compadecerse de sí mismo. También es respetar a sus compañeros y a sus rivales por igual, y darlo todo por el deporte que lo apasiona.
A pesar de un pasado terrible, de haber perdido a su abuelo a manos de militares serbios, de haberse quedado sin hogar, el futbolista ha preferido quedarse con todo lo bueno de su infancia y dejar atrás el horror. Así lo ha dicho en repetidas ocasiones, sin dejar de reconocer la influencia que tuvo la guerra en su país y en él.
Sus declaraciones, tras la victoria frente Brasil, resumen a la perfección su espíritu: “Nos dieron por muertos, pero hemos demostrado que nuestra fe es enorme y que nunca nos rendimos”.
Solo quedan dos partidos: uno contra Argentina, el otro es incierto. Ese, el segundo, probablemente sea el esperado “último baile”. Pase lo que pase, Luca Modrić ya se hizo un lugar en la historia del fútbol de Croacia y del mundo. Y ante ese regalo de genio, ímpetu y humildad que nos deja, no queda más que agradecer.
Hvala kapetane.
(Caracas, 1976) es periodista de investigación, guionista y fotógrafa. Ha escrito para medios como Univision Noticias, City Lab (The Atlantic), El Nacional y Prodavinci. Actualmente es productora de contenidos del podcast Univision Reporta.