La canción de Bob Dylan “Like a rolling stone”, que no cesa de aparecerse en la prensa, en el tweeter y en todo lugar, acabó poniendo cabeza de playa en mi memoria y desde hace una semana me horada el cerebro de día y de noche y estoy harto y sintiéndome paciente de Oliver Sacks y no se va y no se va y dale y duro y a la mejor es un castigo por haber escrito lo que escribí y ya hice yoga y nada y ya la escuché porque me dijeron que es la forma de sacudirse al baboso gusano y nada y el once upon a time ya es TODO EL FUCKIN’ TIME
Así que para deshacerme de la canción y regresar a Gesualdo y a Tallis se me ocurrió traducirla para ver si la exorcizo (y de pasada hacerle caso a T.S. Eliot que recomienda que toda nueva generación debe traducir a sus clásicos) y salió esta versión de cómo sonaría la letra en español sincero de México, o en cierto español de cierto México, que mejoraron algunos cuates como Héctor Manjarrez, autor del imprescindible Útil y muy ameno vocabulario para entender a los mexicanos
Se agradecerá al docto cuanto respetable público que ayude a limpiarla y a pulirla y a darle esplendor. El ganador recibirá como premio una flor natural y una rola pegada al cerebro. (La letra de la canción –perdón; el poema– en inglés, por si alguien no se lo sabe, se puede leer aquí)
Rolándola comuna pinche piedra
Antes andabas totalmente palacio
y ATM y le dabas un varo a los chemos
¿Tiacuerdas?
La banda te decía: “Buza, chava,
cualquier día destos se tiacaba el veinte”.
Te pasas, decías, lo agarrabas de chacota
y te botaneabas al personal.
¿Qué pex? Le bajaste al volumen,
ya no te sientes la gran cagada
y orandas bien bruja sableando un tamal.
¿Qué se siente? A ver: ¿di qué se siente?,
no tener dónde caerle, pura nulidá,
comuna pinchi piedra rolándola a lo wey.
Fuistes a pura escuela finolis, ay sí tú, #LadySolita,
y te sirvió nomás pa ponerte hastel gorro.
Nadie te enseñó el bisne en la calle
así que aguanta vara y agárrale la onda.
Según tú no te le rindes al tepo ñaca ñaca
pero nomás te afocan sus vidrios vacíos
y te dice “qué, ¿compras?”
primis checas quel producto nosté chafa.
¿Qué se siente? A ver, ¿di qué se siente
andar solana, sin retache pal cantón,
como una piedra rolándola?
¡Pffft! Nunca pelastes los irigotes
que te hacían los mimos y los payasitos;
nunca checastes que no fifa
depender diotros paque tentretengan.
Ahí ibas en la nave del abogánster ese,
el que traía su gato pirruris en lespalda.
¿Estuvo cabrón cuando vistes que no sabía
ni dónde estaba la neta del pedo
y que ya te había apañado todo?
¿Qué se siente?, mcai, ¡di qué sientes
toda achicopalada, sin vuelta patrás!
No eres nada, chi piedra rolándola.
Ash ash, la muy muy con su flota de pípiris nais
chupichupe, ay somos los muy salsas
y nos damos regalitos. Sí chucha.
Pusórale, a empeñar tu anillote, chequeteta.
No que qué botana el Napo aquel todo garriento
y su tatache que te surtían tu dos-tres;
llégale, te está llamando, ni modo que qué:
si ya no tienes nada ya no te bajan nada,
o sea, eres invisible, ni secretos tienes.
¿Qué sientes ora? ¿Ah, erdá? ¿Qué se siente
ser frijol en la milpa, sin retache pal cantón,
sin nada ni nadie, piedra nomás rolando?
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.