Foto: Stephanie Lopez / CC BY-SA 4.0

Rompiendo nuestro mundo a cada rato

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Lo nuestro fue amor a primera vista. Bueno, seguramente solo para mรญ, pero ni creas que me ocurre siempre, no soy tan fรกcil. Parece mentira que haya pasado tanto desde nuestro primer encuentro. Lo reconozco, el principio pareciรณ fugaz, tan profesional y diplomรกtico, pero yo llevaba tiempo soรฑรกndote en secreto y nada mรกs verte me prometรญ tenerte algรบn dรญa. Y ahora que, aรฑos despuรฉs, pensaba que por fin nos tenรญamos (junto con tantos otros, ni modo: te prefiero compartida, como dice el cantor), tengo que dejarte. Apenas me he ido y te extraรฑo casi desconsoladamente.

Aunque te duela, voy a empezar esta nota de despedida por lo que no voy a extraรฑar de ti. Quรฉ te va a doler, si tantas veces te lo habrรกn dicho y, en todo caso, es famosa tu indolente coraza, incluso ahora cuando la enfermedad te acecha. Pinche virus.

No voy a extraรฑar tu promiscuidad. Y por mucho que eso ya lo supiera cuando me enamorรฉ de ti, tenรญa que decรญrtelo. Esa promiscuidad que se traduce en una algarabรญa incesante de hombres y mujeres yendo y viniendo, en infinidad de bullicios desatinados y excesivos a todas horas, en ese polvo invencible que se incrusta en tus rincones mรกs inverosรญmiles y, ay, en nuestros pulmones. Una promiscuidad que es la esencia de tu ser y que millones de amantes debemos aceptar como parte de tu irresistible encanto.

Lo que menos voy a extraรฑar es tu inhumana manera de tratar a los mรกs necesitados, implacable con los mรกs dรฉbiles, que siguen adorรกndote ciegamente a pesar de todo y de que los sigas asesinando y maltratando por miles, con violencia injustificada (ยฟacaso no lo es siempre?), impunemente, solo por quererte con locura y no resignarse a abandonarte. Las olvidas, los borras, las matas, los expulsas de tu seno, desalmada, ni siquiera con la grosera excusa de una amante despechada. Tambiรฉn tenรญa que decรญrtelo.

Ahora que estoy a punto de partir, te confieso que no estoy seguro de si echarรฉ de menos tus constantes broncas, que traes con todos y entre todos, que tan pueriles y cรกndidas y hasta divertidas me parecรญan mientras las observaba desde mi vieja (imperial, me acusarรญas seguramente) altanerรญa. Te lo dirรฉ, tal vez, en una prรณxima carta, o en un encuentro furtivo.

Ahora viene lo doloroso, lo que sin duda en mis noches de desvelo voy a anhelar maldiciendo el dรญa en que te abandonรฉ. No sรฉ por dรณnde empezar. Quizรกs recordando los paseos de la mano por la Condesa o Polanco, tan europeos si no fuera porque los coches o los cables colgando sin ton ni son o los socavones de las banquetas nos recuerdan tu lado tropical. O quizรกs por las caminatas perdiรฉndome entre tus pliegues por la Roma, imaginando tantas vidas no vividas. Y el fresco verdor seรฑorial de los รกrboles que cubren tu desnudez.

Voy a extraรฑar tu sabor, ya lo creo, sobre todo a la hora del desayuno. Fuerte, caliente, abigarrado, sugerente, sutilmente cautivador. Ese gusto a vida, a sol y a chile. No hay en Amรฉrica quien se te pueda comparar. Llevas con orgullo (a veces hasta demasiado, perdona que te lo diga) tu origen, tus orรญgenes, tan mezclados en el alma como en el paladar. Creo que recordarรฉ cada desayuno contigo, cada comida que se prolongaba hasta la cena. Cada plato tuyo es una fiesta, un desenfreno. ยฟY tรบ, quรฉ vas a recordar de mรญ? Quรฉ te vas acordar si soy uno mรกs de tus cautivos amantes.

De tu mรบsica, de tu cine, de tu literatura, quรฉ te puedo decir. Lo dijo inmejorablemente tu hijo adoptivo Max Aub, que tantas madres tuvo y que acabรณ quedรกndose contigo como otros miles de trasterrados a los que acogiste con proverbial generosidad: ยฟquรฉ nos vamos a decir que no nos hayamos dicho en nuestros libros? Aรฑadirรญa, si me lo permites: ยฟquรฉ nos vamos a decir que no nos hayamos cantado? Ay, esos boleros y rancheras que siempre hablan de ti y que me desgarraban mucho antes de conocerte en persona. Solo de una isla, no muy lejana, puedes celarte por su voz y su ritmo, pero de eso nunca te he hablado y este no es el momento.

Creo que lo que mรกs voy a extraรฑar va a ser tu habla, cuya cadencia creรญa conocer  ya por algunos de tus hijos ilustres que tanto me enseรฑaron, pero que estos aรฑos junto a ti he podido paladear mรกs de cerca, escuchรกndola de tantas bocas dulces y antiguas, leyรฉndola de plumas que tanto me han seducido. Contigo me reรญ con la inteligencia de Spotta, soรฑรฉ con la magia de Elena Garro, aprendรญ de la precisiรณn de Pacheco, y juntos volvimos a Del Paso o a Ibargรผengotia. Quรฉ diferente leer a Rulfo o a Greene despuรฉs de haberte conocido en persona. En su compaรฑรญa escribimos un libro, y esa es la prenda mรกs preciosa que me llevo y por la que nunca podrรฉ estarte suficientemente agradecido. Y por la que jamรกs te perdonarรฉ.

En fin, la lista serรญa interminable. Confieso imperdonables omisiones, desde el color de tu ojos azul cielo a los inolvidables amigos que me has presentado. Quiero creer que me echarรกs de menos. Lo dudo, pero prefiero pensar que me extraรฑarรกs tantito. Pero debo irme, pues los tipos como yo, como te dijo un dรญa Rulfo (gracias por concebirlo), vivimos rompiendo nuestro mundo a cada rato.

Ya te extraรฑo, Mรฉxico. Y si tal vez, un dรญa, la vida me hace de nuevo el regalo de tenerte, volverรฉ a ti dichoso y sin reproche. Y sรฉ que entonces me acogerรกs de nuevo en tus brazos, como si nada hubiera pasado, con ese amor despiadado que nos concedes.

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Diplomรกtico y escritor, autor de la novela โ€œTal vez, un dรญaโ€. Estuvo destinado en Mรฉxico entre 2017 y 2020.


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