Un buen momento para el futbol femenino

En México, país con una larga tradición futbolera, el futbol femenil atrae cada vez más atención; en Estados Unidos, las leyes de igualdad de oportunidades y el acceso a recursos económicos han permitido formar a jugadoras llegadas de todo el mundo.
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A pesar de que México no calificó para la Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019, el interés cada vez mayor por la liga nacional de futbol femenina y los prometedores resultados de los equipos juveniles nacionales parecen indicar que a la selección femenina mayor de México le espera un gran futuro. (El mes pasado, los partidos de la fase final de la Liga MX Femenil, que se disputaron entre los dos principales equipos de Monterrey, tuvieron más de 30 mil espectadores en total en ambos estadios). El verano pasado, la selección femenina sub 20 de México ganó el Campeonato de la CONCACAF 2018, después de vencer a Estados Unidos y Canadá, selecciones que históricamente han sido dominantes, lo que le valió la clasificación a la Copa Mundial sub 20. Actualmente, las mujeres tienen más oportunidades que nunca para jugar futbol de forma profesional.

Las mujeres mexicanas –o, en realidad, todas las “futboleras” de América Latina, según el genial nuevo libro de Brenda Elsey y Joshua Nadel– tienen una larga historia con el futbol. Sin embargo, muchos desconocen esta historia. En 1970, en la primera copa mundial femenina (no oficial) disputada en Italia, la selección mexicana compitió y quedó en tercer lugar. En 1971, México fue el país anfitrión de la segunda copa. Hasta el día de hoy, el partido final, que se jugó en el estadio Azteca ante 110 mil espectadores, sigue teniendo el récord de la mayor asistencia a un partido de futbol femenino. Dinamarca le ganó 3-0 a México. Hace poco, mientras conversaba con un colega mexicano fanático del futbol sobre la próxima Copa Mundial, le pregunté cómo recordaban en México el campeonato de 1971. Pero me confesó que no sabía que existía, aunque conocía hasta los detalles más mínimos de las dos copas mundiales de futbol masculino que se jugaron en su país en 1970 y en 1986.

El reciente compromiso que ha mostrado México de apoyar el futbol femenino a través de clubes profesionales y del desarrollo de las escuadras juveniles es parte de una tendencia más grande que también se observa en otras partes del mundo, en especial, en las ligas europeas. Por ejemplo, algunos de los grandes equipos de futbol masculino de primera división de Inglaterra, España, Italia y Francia han efectuado importantes inversiones y cambios culturales en apoyo del futbol femenino.

En Estados Unidos, el futbol femenino se desarrolló casi por accidente. A diferencia de México y de la mayoría de los países del mundo, no hay en ese país una tradición futbolística, masculina o femenina, con raíces históricas profundas. La selección femenina de Estados Unidos no compitió en las dos primeras copas mundiales femeninas en la década de 1970, cuando México sí lo hizo. Pero una vez que empezó a competir en torneos internacionales –en los torneos organizados en Italia a mediados de la década de los 80–, arrancó casi de inmediato su tradición ganadora.

El enorme aumento del interés en el futbol femenino en E.U., así como el éxito de su selección, que ha dejado muy atrás a otros países amantes del futbol, se debe a la ley Title IX. En junio de 1972, menos de un año después de que se jugara la Copa Mundial Femenina en México, el presidente Richard Nixon firmó ese ordenamiento legal, que exige igualdad de oportunidades para ambos sexos en las instituciones educativas. Esa ley revolucionó la educación superior en E.U. –hoy en día más mujeres que hombres finalizan sus estudios universitarios–, pero el Congreso nunca se imaginó que también lo haría con los deportes en las instituciones educativas. La ley, en efecto, se ha convertido en sinónimo de éxito deportivo para las mujeres, a tal punto que la mayoría de los estadounidenses no sabe que esta no se circunscribe al ámbito del deporte.

Como en Estados Unidos el desarrollo de atletas de elite suele darse en las escuelas secundarias y en las universidades, las mujeres han tenido prácticamente las mismas oportunidades que los hombres en los niveles más altos de competición. A diferencia de las ligas profesionales, las universidades estadounidenses están obligadas por ley a invertir por igual en atletas mujeres y hombres. Y tienen mucho dinero para eso, porque los deportes universitarios estadounidenses –en gran parte por el futbol americano y el básquetbol masculino– son una industria que vale miles de millones de dólares. Eso significa que los y las atletas universitarios pueden disfrutar de inversiones en infraestructura, viajes y apoyo.

Y no solo los atletas-promesa estadounidenses se benefician de los deportes universitarios en E.U. Como en cualquier liga deportiva de elite con recursos, los equipos universitarios estadounidenses quieren ganar. Por eso, los entrenadores reclutan atletas prometedores de todas partes del mundo. Actualmente, alrededor de 20 mil atletas internacionales compiten en la National Collegiate Athletic Association (NCAA). Más de mil de los que compitieron en los Juegos Olímpicos de Verano de Río 2016 formaban o habían formado parte de la NCAA. La mayoría no representó a EE. UU. en los juegos sino a otros 107 países. El año pasado, 375 atletas mexicanos jugaron en equipos de universidades estadounidenses, entre ellos, 19 jugadoras de futbol.

La calidad de los equipos femeninos de la NCAA es de las mejores del mundo. Se trata de atletas que no solo están desarrollando sus habilidades de juego, sino que también reciben educación completa gratuita. En la última temporada, el equipo femenino de futbol de la Arizona State University, donde doy clases, tuvo jugadoras de Brasil, Canadá, Inglaterra, Alemania, Japón, Holanda y, por supuesto, México. Alexia Delgado es una de las jugadoras de los Sun Devils y es posible que la hayan visto el mes pasado con la selección de México, en el partido amistoso contra Estados Unidos antes de que la selección estadounidense partiera al mundial de Francia.

El eslogan de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019 es “El momento de brillar”. Este torneo sirve de inspiración para la próxima generación de mujeres jóvenes que están creciendo en un mundo de oportunidades antes impensadas para seguir mejorando sus habilidades, aun si todavía tendrán que superar obstáculos sexistas como el escaso nivel de apoyo al deporte femenino en muchas federaciones nacionales. Hoy, las futboleras jóvenes no solo pueden alcanzar sus sueños de jugar en equipos juveniles nacionales exitosos y en clubes profesionales de todas partes del mundo, como la LIGA MX Femenil, sino que además pueden, en el camino, recibir una excelente educación universitaria.

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es historiadora del deporte y profesora de Historia en Arizona State University (ASU).


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