Hay pรฉrdidas de tiempo que resultan de la mala suerte o la mala administraciรณn de sรญ mismo. Pero tambiรฉn las hay impuestas por la mala administraciรณn pรบblica, privada o institucional.
- Hasta el siglo XIX, lo normal era moverse a pie, y todo estaba organizado en funciรณn de eso. El automรณvil empezรณ como un lujo de ricos, para paseos campestres. Democratizarlo fue un desastre. Hoy, millones de autos congestionan el trรกnsito, moviรฉndose a menos de 15 kilรณmetros por hora: la dรฉcima parte de su potencial. Las bicicletas los rebasan, aunque cuestan 50 veces menos. Sin contar: estacionamiento, gasolina, mantenimiento, muertos y heridos en accidentes o por contaminantes.
- El transporte pรบblico es menos desastroso (sobre todo el subterrรกneo), pero tambiรฉn es una perdedera de tiempo. Mucha gente pierde dos o mรกs horas diarias en ir y venir del trabajo. Muchos niรฑos tambiรฉn: llevados y traรญdos de la escuela.
- Hacer cola se lleva otra buena parte de la vida. Se hace cola para todo, como si el tiempo no costara. Desgraciadamente, le cuesta al que espera, no al que hace esperar. Una cola de nueve que esperan ser atendidos cuesta el tiempo de diez, no uno; aunque solo uno cobra por estar ahรญ. Si los que hacen cola cobrasen un peso por minuto de espera, el servicio mejorarรญa. Por ejemplo: duplicando el nรบmero de personas que atienden y eliminando o simplificando los trรกmites atendidos.
- Por ese costo (no reconocido) se explica que tantos asegurados en el IMSS se limiten a usar sus hospitales. Las simples consultas mรฉdicas requieren colas sucesivas, con restricciones de clรญnica, turno, horario y papeleo. Tal perdedera de tiempo cuesta mรกs que la medicina privada en un consultorio de farmacia.
- Menos aรบn costarรญa un call center de consultas mรฉdicas por telรฉfono para todos, a cualquier hora de cualquier dรญa, sin restricciones, citas ni papeleo, como servicio pรบblico gratuito. Existe en varios paรญses.
- Los apagones y el desabasto de medicamentos, agua, productos bรกsicos y gasolina causan daรฑos y son una perdedera de tiempo. Lo que no hay o no en cantidad suficiente o hay que devolver porque estรก mal, obliga a dar vueltas costosas.
- Los bancos son expertos en hacer perder el tiempo a sus clientes. Son metรณdicos para organizar la cola de clientes, pero nada eficientes para atenderlos. Muchas tiendas los imitan.
- El derecho a una justicia “pronta y expedita” es una fantasรญa frente a la perdedera de tiempo que es un juicio y los aรฑos que tarda. Muchos prefieren quedarse con el daรฑo, no pagar abogados ni perder el tiempo.
- La perdedera de aรฑos en prisiรณn preventiva (esperando sentencia) es un abuso imperdonable de las fiscalรญas, para su comodidad, para disimular su ineptitud y hasta para extorsionar. Se arrogan el derecho de convertir a presuntos inocentes en presuntos culpables, a costa de su vida laboral, familiar y social. Y a costa del baldรณn de haber estado en la cรกrcel, aunque logren demostrar su inocencia. Todo acusado declarado inocente por un juez deberรญa ser indemnizado por el resto de su vida, con una mensualidad equivalente a un salario mรญnimo por aรฑo de prisiรณn preventiva.
- Se pierden aรฑos en adquirir una escolaridad que no vale lo que cuesta. El apetito de entender, explorar, aprender es innato en el ser humano; pero llegar a saber no es lo mismo que adquirir un tรญtulo. Abundan los tontos con doctorado y los graduados en una cosa que se dedican a otra. Pero hay que sacar un tรญtulo para no ser discriminado, aunque sacarlo sea una perdedera de tiempo.
Mรกs sencillo y democrรกtico serรญa que los padres otorgaran tรญtulos a sus hijos como parte de su nombre, desde el acta de nacimiento: Lic. Teresa Lรณpez Maldonado, Ing. Josรฉ Hernรกndez Martรญnez. Naturalmente, para ejercer como abogados o mรฉdicos tendrรญan que demostrar que saben, no que estudiaron.
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Hay actividades que consumen tiempo, pero tienen sentido, aunque no sirvan para nada. Leer, pasear, conversar, practicar una aficiรณn, ver o escuchar cosas interesantes, no son perdederas de tiempo, sino libertad y plenitud. La amistad, el amor, “la dicha inicua de perder el tiempo” (Renato Leduc), nos recuerdan que somos algo mรกs que administradores de nosotros mismos.
Publicado en Reforma el 30/X/22.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.