Buscando negocios

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JĆ³venes herederos patinan por arrabales de mala fama y polĆ­gonos sin fibra. Buscan la aventura de la fe popular y solo les excitan los negocios impensables. Facebook, que ha firmado alianzas con religiones e iglesias, algo sabrĆ”.

Barrios sin cajeros automĆ”ticos, pueblos en agonĆ­a, todo les sirve. PolĆ­gonos con naves ocupadas por iglesias nuevas jaleadas por pastores tiktokers. Como sabe Facebook, la fe es la nueva industria que desplaza a las iglesias oficiales. SĆŗbitos mĆŗsicos millonarios de la insondable AmĆ©rica ofrendan sus Ć©xitos a divinidades de siempre. Reverendos con ferraris y harenes apacientan estos inmensos rebaƱos que buscan entre colosales incendios alguna palabra para sus almas con la misma fe con la que sus padres buscaron un empleo.

En este magma los jĆ³venes que desdeƱan eventualmente los turbios negocios familiares buscan emociones telĆŗricas y/o atĆ”vicas en sus silenciosos vehĆ­culos a pilas: acuden a funerales de pobres, sepelios en los que casi no hay ni muerto porque se aprovechĆ³ todo, economĆ­a circular de siempre, igual que las fĆ”bricas de ataĆŗdes que durante dĆ©cadas dieron el cambiazo en un reciclaje sin mĆ”s fricciĆ³n que el traslado del cliente ya inerte. La miseria es tan circular y ha dado tantas vueltas que se confunde con las innovaciones ecolĆ³gicas que exigen los fondos buitre. Pero estos jĆ³venes imaginarios a los que seguimos por sus propios canales de ego business saben lo que hacen porque han estudiado, primero en sus casas, luego en academias tan secretas que en vez de un tĆ­tulo otorgan una insignia que solo la reconocen los que llevan otra igual.

Nos deslizamos entre eriales de basura analĆ³gica con nuestros sexos semiabiertos a la contaminaciĆ³n, Ćŗltima lujuria (todos frecuentamos los exclusivos campus de finde de Fukushima o ChernĆ³bil), barrios rojizos de Ć³xido antiguo, afueras posindustriales de ciudades perdidas en los mapas, turismo mĆ­stico de macrovertederosā€¦ estas excursiones al alba son informaciĆ³n de primera, Ć©xito puro para la prĆ³xima generaciĆ³n eco bio, todo es tĆ”ntrico y esencial, todo roza el velo de Isis.

Las ondas gravitatorias te pasan por delante y ni las ves. ĀæCĆ³mo se puede ser tan insensible? ĀæAcaso no ardĆ­an nuestros corazones sin saber por quĆ©? Una estrella de neutrones engullida por un agujero negro y nadie se emociona, ĀæcĆ³mo hemos llegado a esta insensibilidad? ĀæAcaso se pueden abandonar mĆ”s perros de los que se compran?

Son excursiones culturales, siempre contratamos a algĆŗn experto ad hoc, eso sĆ­, la mayorĆ­a vienen vestidos, y muertos de miedo. Para nosotros sus miedos son un aliciente mĆ”s; para el que paga todo lo que ocurre es rentable. El miedo del cosmĆ³logo o la paleontĆ³loga. En estos desmontes, por ejemplo, se trabĆ³ una batalla campal, a juzgar por los proyectiles que todavĆ­a asoman entre las malvas milenarias, aquĆ­ he recogido cientos de glandes de bronce, de la edad del bronce, como este, te lo regalo para que te hagas un llavero. ĀæEste tambiĆ©n es de aquĆ­? No, es de Troya, mĆ”s o menos, pero los arrojamos con un dron en estos campos, ya muy explorados, para que al encontrarlos aumenten su valor. Es como sembrar. Para cuando se pase la fiebre de las granjas de voltios la antigĆ¼edad estarĆ” esperando al inversor.

JĆ³venes millonarios urgidos por sus ancestros a ser billonarios recorren los suburbios que no llegaron a estrenarse. Arrojan proyectiles antiguos con forma de glande, idolillos celtibĆ©ricos mezclados con cucuruchitos aztecas para sembrar la confusiĆ³n, airear nuevas epopeyas y engendrar nuevas burbujas en b. Todo es fakeable menos la ilusiĆ³n, el hallazgo, las experiencias de un mundo perdido, el reencantamiento es dinero.

Entretanto, se divierten. El ocio solo es el preludio del negocio. Buscan algo de fe, una pizca de trascendencia puntual entre la chatarra que nadie quiere, practican el coito zen y la orgĆ­a tĆ”ntrica en corrales de remotos figones igual que los nobles embozados corrĆ­an las ventas de los caminos cervantinos. A falta de alicientes hay una tendencia ya imparable por el reencantamiento y la ciencia sagrada, algo que precede a las religiones y aflora en los cados mĆ”s exĆ³ticos de cercanĆ­as. Los libros de RenĆ© GuĆ©non y Louis Charbonneau-Lassay estĆ”n en todas las mochilas y los emblemas hermĆ©ticos empiezan a desbordar el pulso de los tatuadores. El hermetismo y la iniciaciĆ³n ayudan a pasar las lĆ”nguidas tardes de ciencia seca y propician negocios e inversiones de ensueƱo. El esnobismo es un mĆ©todo insuperable. No hay anagrama o garabato inocuo: todo significa algo. Y si es incomprensible, mejor.

Crean o redescubren un metaverso olvidado lleno de planes de negocio, siempre todo es nuevo y excitante. Algunos llevan en la mochila El nadador, y se despeinan como Burt Lancaster. Descubren piletas anegadas por el fango, porches con gĆ”rgolas camufladas entre la maleza o fincas simĆ©tricas inspiradas en Triste-Le-Roy. Programan rutas para explorar pueblos abandonados que han seleccionado con mimo entre cientos de candidatos de un gĆ©nero que inundĆ³ los medios locales y provinciales. La decadencia, las iglesias arruinadas, paredes que se pandean, atrios con sierpes vivas que remedan en sus postureos a las de los escasos capiteles que no fueron arrancados. TambiĆ©n practican la rebusca de antigĆ¼edades recientes, la siembra de fĆ³siles, el balizamiento y la excavaciĆ³n furtiva de calzadas romanas. Se baƱan en pozas de difĆ­cil acceso y a veces, entre el fragor de los negocios y los selfies, surge el chispazo de un nicho de negocio o el amor entre iguales. Son fans de los fanzines y blogs de Octavio GĆ³mez MiliĆ”n, que encargĆ³ y custodiĆ³ el Diccionario truncado de la ciencia ficciĆ³n de FĆ©lix Romeo, y en Motel Margot encuentran la peli El secuestro de Michel Houellebecq, Guillaume Nicloux, 2014, y deciden incluir la casa y el paraje en su red de microparques temĆ”ticos informales secretos de lujo. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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