El Premio de Historia รrdenes Espaรฑolas es el galardรณn hispano mรกs importante dentro de la especialidad historiogrรกfica; es un premio internacional promovido por las รณrdenes de Santiago, Calatrava, Alcรกntara y Montesa, todas ellas de tan larga y profunda historia. Destaca a los investigadores que han alcanzado โun general reconocimiento por la importancia de sus estudios, el rigor de su documentaciรณn [โฆ] y que alguna parte de su obra estรฉ relacionada con lo hispรกnico y su proyecciรณn en el mundoโ. Enrique Krauze reรบne modรฉlicamente esta excelencia en todas las รกreas de sus trabajos.
Su impecable y brillante trayectoria acadรฉmica y profesional es bien conocida. Historiador profesional por vocaciรณn, ensayista, editor, traductor, Krauze es un pensador polifacรฉtico que abarca un arco cultural y de comunicaciรณn de una gran riqueza, combinando sabiamente el rigor metodolรณgico con la buena escritura. Es miembro del prestigioso Colegio Nacional de Mรฉxico y de la Academia Mexicana de la Historia desde hace treinta aรฑos y, por tanto, tambiรฉn acadรฉmico correspondiente de la Real Academia de la Historia. Es asimismo ingeniero industrial por la UNAM desde 1969, pero su vocaciรณn por las humanidades le llevรณ al Colegio de Mรฉxico, en el que se doctorรณ en historia en 1974. Ha sido profesor en Oxford y en Princeton, entre otras universidades. Vinculado profesional y vivencialmente con Octavio Paz, fue secretario de redacciรณn y subdirector de la imprescindible revista Vuelta, uno de los pivotes de la defensa de la libertad, de la democracia, de la razรณn y de los ciudadanos en nuestra cultura hispรกnica, a uno y otro lado del Atlรกntico, desde aquellos aรฑos setenta hasta finales del siglo XX.
Para algunos estudiantes de finales de los sesenta y luego profesores jรณvenes en los setenta, la lectura de Octavio Paz fue muy importante. Aparte de su maravillosa poesรญa o de esa magnรญfica biografรญa de sor Juana Inรฉs de la Cruz, gracias a los ensayos que nos iban llegando a travรฉs de libros como Corriente alterna o Tiempo nublado o sueltos de artรญculos fotocopiados entraba un aire fresco frente a los relatos marxistizantes o similares. Para los que en quinto curso habรญamos elegido la especializaciรณn en estudios iberoamericanos, Paz y los escritos de Richard Morse, Silvio Zavala y otros maestros mexicanos fueron un decisivo referente.
Enrique Krauze fue tambiรฉn fundador y director de la editorial Clรญo a principios de los noventa. Y muy especialmente fundador y director de la revista Letras Libres, desde 1999, con ediciones en Mรฉxico, en Espaรฑa y, por supuesto, en internet. Esta revista es un referente actual y principal en todos los รณrdenes del pensamiento, de la ciencia, de la historia, de nuestros problemas contemporรกneos y de los retos y dificultades de nuestros paรญses. Cada mes esperamos con gozo intelectual la revista. Para mรญ ademรกs tiene un sentido especial y emotivo, al llegarme, desde el primer nรบmero como regalo personal en forma de suscripciรณn anual, de la mano de otro gran amigo mexicano-espaรฑol querido y admirado por todos: Plรกcido Arango, siempre presente en nuestras vidas y nuestro recuerdo.
Esta actividad editorial y en todos los medios posibles, nacionales e internacionales, estรก ligada al compromiso de Krauze con la educaciรณn y la importancia de una alta divulgaciรณn de la ciencia, del pensamiento crรญtico, de la historia comรบn, de esa โverdad de los hechosโ que Hannah Arendt reivindicaba como necesaria para la supervivencia de nuestras sociedades (โCuando la verdad de los hechos es sustituida por opiniones o mentiras, hay que echarse a correrโ, y asรญ lo hizo ella huyendo de la Alemania nazi). Esa preocupaciรณn de Krauze le lleva no solo a la investigaciรณn y escritura de sus libros y ensayos y artรญculos, y a su labor de editor de libros y de las revistas mencionadas: como gran testigo y perceptor de su tiempo, no se le escapa el papel central de la imagen en nuestros dรญas. Y asรญ, en su faceta de editor con el sello de Clรญo ha publicado, desde 1998, cerca de 250 volรบmenes sobre historia, arte y cultura, y como productor ejecutivo, mรกs de 400 documentales sobre historia de Iberoamรฉrica y de nuestro entorno hispรกnico. Desde 1985 publica artรญculos y ensayos en The New York Review of Books, The New Republic, The New York Times y, por supuesto, y desde siempre, en los mรกs importantes periรณdicos mexicanos y de toda Iberoamรฉrica y asimismo en los principales medios espaรฑoles.
De entre sus numerosรญsimos libros y ensayos sobre historia, traducidos a varias lenguas, hay que destacar, desde 1976 hasta ahora mismo (ya sus tรญtulos son muy expresivos de sus contenidos): Caudillos culturales en la Revoluciรณn mexicana (1976); Daniel Cosรญo Villegas: una biografรญa intelectual (1980); Por una democracia sin adjetivos (1986); Biografรญa del poder (1987); Siglo de caudillos (1994); La presidencia imperial (1997); Mexicanos eminentes (1999); Travesรญa liberal (2003); La presencia del pasado (2005); El poder y el delirio (2008); De hรฉroes y mitos (2010); Redentores: ideas y poder en Amรฉrica Latina (2011); Octavio Paz. El poeta y la Revoluciรณn (2014); El nacimiento de las instituciones (2015); Personas e ideas. Conversaciones sobre historia y literatura (2015); Mรฉxico: biografรญa del poder (2017); y uno de los รบltimos, El pueblo soy yo (2018). Ya desde los tรญtulos de algunos de sus principales libros se puede observar su extraordinaria y rigurosa tarea de difusiรณn de la historia. Krauze es sin duda una de las personalidades mรกs conocidas del รกmbito intelectual hispano.
Dentro de la riqueza poliรฉdrica de su pensamiento y obra histรณrica, hay que destacar el valor que tiene la historia; evidentemente, una historia compleja y absolutamente necesaria como nรบcleo central para la difusiรณn de una cultura cรญvica, indispensable para la convivencia polรญtica y social de los humanos. En esa historia cuentan las personas y cuentan las instituciones. โLos seres humanos hacen las cosas, pero solo las instituciones las mantienenโ, decรญa uno de mis maestros. De ahรญ la importancia que Krauze ha dado siempre a la biografรญa. Biografรญa significa literalmente descripciรณn de una vida, de una individualidad. La historia en efecto la hacen las personas. Pero el individuo no es un ente abstracto en la nada, necesita la vida de los otros para ser algo, no puede ser โel รบnico parรกmetro de referencia sobre la propia vidaโ, en palabras de Anna Caballรฉ. โPrimero es la sociedad, y luego la soledadโ, recordaba Nicolรกs Ramiro Rico. Krauze es un experto en la vertebraciรณn de la historia โuna historia polifรณnicaโ alrededor de las personas, facilitando la comparaciรณn en el contexto cultural y material en el que se mueven.
Tanto en sus obras biogrรกficas como en los demรกs textos histรณricos, hay una preocupaciรณn central alrededor de las personas concretas y su inserciรณn vital y ciudadana en las estructuras polรญticas y sociales que conforman una comunidad nacional. Hay vasos comunicantes entre la historia y el tejer y destejer en nuestra cultura occidental de la democracia como forma polรญtica y social de convivencia, inventada por los griegos. Democracia y ley son tรฉrminos inseparables. Sin el imperio de la ley, la democracia โla participaciรณn en el gobierno, en la โcosa pรบblicaโ, de los ciudadanos libres e igualesโ se convierte y degenera rรกpidamente en demagogia. Es decir, en una prรกctica polรญtica en la que naufraga la libertad de los ciudadanos y el llamado pueblo se convierte en masa atraรญda por los polรญticos โmediante concesiones y halagos a los sentimientos elementalesโ (segรบn el drae) para conservar el poder por encima de las leyes. Es la falacia de la ley frente a la โvoluntad del puebloโ. Pero como bien sabemos por la experiencia histรณrica โy muy especialmente a partir del siglo xxโ, esa falacia acaba destruyendo las libertades y los pueblos. El espรญritu del mito de la โvoluntad generalโ roussoniana se alza contra la racionalidad de un orden jurรญdico que puede ser objeto de cambio o modificaciones, pero siempre desde el marco de las propias leyes que formaron el acuerdo original de vivir juntos sin violencia ni imperativos fuera de la ley. La legalidad queda arrasada por falsos mitos sobre una legitimidad que salta por encima de las leyes fundamentales. Krauze recuerda una y otra vez que โdonde no hay ley, no existe la comunidad de ciudadanos libres que se autogobiernanโ. El imperio de la ley supone no solo un orden jurรญdico, al que se llega por el debate y la concordia que ya explicitรณ para siempre Aristรณteles, sino que es tambiรฉn una aspiraciรณn y una prรกctica que responde a una idea รฉtico-polรญtica acerca de cรณmo los hombres libres deben gobernarse. En definitiva, como nos enseรฑaron los clรกsicos, ser libre significa no estar sujeto a la voluntad arbitraria โe incluso irracional o sentimental o infantilizadaโ de otro, ya sea un tirano o una multitud.
Este es uno de los grandes logros de la civilizaciรณn occidental y ha costado siglos, pero es un principio arraigado desde la formaciรณn de los Estados nacionales alrededor de las monarquรญas y desde luego de la gran monarquรญa hispรกnica. Pensemos en Vitoria y en esa gran arquitectura escolรกstica, en la Escuela de Salamanca y en el paso secularizador de los derechos naturales al racionalismo iusnaturalista. Y recordemos la definiciรณn de โsoberanรญaโ que en algunos lugares de Occidente pudo ser mรกs o menos โdespรณticaโ en ciertos momentos, pero que siempre diferenciรณ โen este punto hay que recordar a Bodinoโ entre absolutismo (con una pirรกmide de poderes intermedios, en los que ademรกs de valores religiosos y morales entraban las leyes del reino y la familia y sus propiedades) de la tiranรญa o de un caudillismo sin ley.
La democracia, seรฑala Krauze, comienza por nuestra imagen del pasado, la gran sedimentaciรณn histรณrica que, no linealmente ni predestinada, sino a travรฉs de zigzags y avances y retrocesos, nos ha conducido hasta aquรญ. La comprensiรณn histรณrica, compleja y nunca acabada, nos es necesaria para sobrevivir en libertad. Historiador y testigo lรบcido de nuestro tiempo, el tiempo de la democracia โesa eterna โtela de Penรฉlopeโ, que decรญa Francisco Rodrรญguez Adrados, y que hay que cuidar, sabiendo siempre que no es un fin sino un procedimiento, un medio (el menos malo) que han encontrado los seres humanos para convivir en pazโ es tambiรฉn un tiempo de resurgimientos del populismo y caudillismo en pleno siglo xxi. Krauze resume: โcon las leyes, contra los caudillosโ.
La historia no se repite, nunca es lo mismo; lo que sรญ se repite, nos recuerda Krauze, son nuestros errores, la ceguera de los seres humanos, la pulsiรณn autodestructiva. Es necesario aprender de esos errores dรญa a dรญa, combatirlos. Y para no repetirlos, estudiar el pasado en todas sus perplejidades y facetas y contradicciones. Marx dijo que la historia sรญ se repetรญa a veces, pero la primera vez como tragedia y la segunda ya como farsa. Lo malo es que siempre es tragedia, porque los muertos son siempre otros, debemos recordar.
Los pueblos, escribe Krauze siguiendo a uno de sus maestros, Richard Morse, no aprenden en cabeza ajena. Lo malo es que tampoco aprenden en la propia. Hay una necesidad de humor y distanciamiento, nos dice tambiรฉn Krauze, porque โlos dictadores son adictivosโ. Una vez que se agarran al poder, no hay lรญmite. Hay un ensayo en este sentido que no tiene desperdicio, โCalรญgula en Twitterโ, en el que el humor y el distanciamiento sereno resaltan lรบcidamente esa especie de omnipotencia del dictador, con su lenguaje narcisista, mentiras, paraรญsos prometidos que se convierten en campos de concentraciรณn, todo ello presidido por un irrespeto al imperio de la ley.
Precisamente, esas biografรญas y estudios histรณricos que encontramos en la obra de Krauze, en los que repasa clรกsicos filosรณficos y polรญticos, tanto de รฉpocas antiguas como modernas, y su preocupaciรณn a lo largo de toda su trayectoria por la difusiรณn no solo de la historia sino de las ciencias, del arte, de distintas esferas de la cultura, es una apuesta contra la irracionalidad y la ignorancia. Algo que le sitรบa en la estela de pensadores liberales de la lucidez de Raymond Aron, de Isaiah Berlin o de Gerald Holton.
En la estela de estos cientรญficos y humanistas (no es baladรญ que Krauze sea ingeniero y humanista a la vez) se perciben, ademรกs, las coincidencias de las ciencias experimentales, como la neurologรญa, por ejemplo, con los valores morales y รฉticos transmitidos desde los griegos y los ilustrados, que avisaban lรบcidamente de la necesidad de limitar el poder con las herramientas de la divisiรณn de poderes, el imperio de la ley, etc., para evitar el grave peligro que suponen los polรญticos que tienden a perder el sentido de la realidad y caer en la desmesura. Como sentรญa Rousseau en รฉl mismo, que anhelaba (y con รฉl todos los dictadores y mesรญas totalitarios) entre otras cosas โser invisible como un dios, con el anillo de Giges, entrar asรญ en todas las casas, someter a los humanos y unificarlos en una felicidad pรบblica que satisfarรญa a todosโ. Una aspiraciรณn totalitaria que solo con la fuerza sin ley ha sido conseguida.
Krauze ha trabajado a lo largo de casi cinco dรฉcadas en la defensa de la democracia y de los valores liberales, y ha denunciado las dictaduras de toda รญndole, los fanatismos de la identidad, el populismo y el autoritarismo. En el prefacio de El pueblo y yo hay una conmovedora, y austera al tiempo, reflexiรณn sobre esa actitud personal contra todo fanatismo, contra los caudillos y dictadores ebrios de poder, que siempre ha combatido con valentรญa y riesgo, lo que le ha ocasionado persecuciones polรญticas y situaciones difรญciles. Dice asรญ, no sin cierta e inteligente ironรญa:
Supongo que mi repudio al poder absoluto es una condiciรณn prenatal. Nacรญ en 1947, en Mรฉxico, en el seno de una familia judรญa mermada (como casi todas) por la barbarie nazi. En mi adolescencia, mi abuelo paterno โhorrorizado ante las cenizas de su propio sueรฑo de juventudโ me desengaรฑรณ del socialismo revolucionario; asesinatos masivos, hambrunas provocadas, juicios sumarios, el gulag.
Enrique Krauze ha sabido rodearse de grandes maestros y de excelentes discรญpulos. La suya es una historia en la que los historiadores toman la palabra, contra la politizaciรณn o la falsedad de los hechos, contra un โpresentismoโ que anacrรณnicamente proyecta los valores actuales sobre un pasado lejano, contra juicios maniqueos: โNo debemos erigirnos en inquisidores del pasado. La historia no es un tribunalโ, declaraba Krauze. En efecto, los historiadores โdecรญan Maravall Casesnoves o Dรญez del Corral o Valdeavellanoโ no son nunca jueces en el Valle de Josafat, sino investigadores de los hechos ocurridos que saben mirarlos y describirlos con verdad, rigor y lo que los clรกsicos recomendaban respecto a la naturaleza y condiciรณn humana: con la pietas, la piedad clรกsica, ese saber ponerse en el lugar del otro y comprender y aprender a no repetir sus errores, o al menos intentarlo.
Mรฉxico y Espaรฑa poseen una larga historia comรบn de cinco siglos, como Krauze historiador ha mantenido siempre. Y este aรฑo 2021, a quinientos aรฑos de la conquista, es una buena fecha para โofrecer una visiรณn independiente del pasado mexicanoโ, como decรญa รฉl mismo. Independiente de la polรญtica, independiente de los mitos โese โmito negro de Cortรฉsโ que decรญa Octavio Paz que era hora de dejar atrรกsโ, independiente de lo que no sea rigor histรณrico y encuentro despuรฉs de cinco siglos complejos y difรญciles que hemos recorridos juntos. ~
Este texto es un extracto de la laudatio pronunciada
en la entrega del Premio de Historia รrdenes Espaรฑolas.