Jis, material serio

Material serio (Autopsias cotidianas)

Jis

Tedium Vitae

Guadalajara, 2023, 404 p.

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Los artistas, ¿son un producto de su sociedad? Los artistas desafían a la sociedad y la modifican. Los artistas son parte de la sociedad, padecen sus virtudes y defectos. Los artistas crean un reflejo distorsionado de la sociedad. La proyección de sus sueños. Y de sus miedos y esperanzas. Los artistas condensan los humores sociales. Nos representan y nos niegan.

Nadie sabe en qué época vive. La gente de la Edad Media no sabía que estaba viviendo la Edad Media. No sabemos si en cien años la gente voltee y diga: qué afortunados, fueron contemporáneos de David Lynch. O en México: qué libertad creativa se respiraba en 2023 –o en 2016 y 2017, los años en que se dibujaron o intervinieron la mayor parte de las piezas recogidas en Material serio–, que los dibujos de Jis podían leerse en el periódico y en las redes sociales.

Habla muy bien de nuestra sociedad que estos dibujos tuvieran salida pública y reconocimiento colectivo. Lo mismo, que ahora se publiquen, por la editorial tapatía Tedium Vitae y con apoyo de Fomento Editorial Guadalajara 2023. Porque son dibujos y fotografías intervenidas que retan la realidad, la desafían, la retuercen, crean al Gran Señor de los Nudos (y muchos otros señoríos), porque la realidad es nudosa, todo menos sencilla.

Que un artista saque sus monstruos, fobias y terrores y los ponga a convivir con banalidades absolutas crea, en su combinación, un efecto de que todo es posible. ¿Pero de qué estoy hablando? Concretamente de la aparición de Material serio (Autopsias cotidianas), del genial dibujante José Ignacio Solórzano, Jis. Se impuso Jis la condición de subir a Instagram (casi) todos los días dibujos –en los que suele incorporar elementos de lo diario: servilletas, piedras, cuadernos, etcétera– y fotografías editadas e intervenidas de dibujos ya existentes a través de una app que se llama Brushes, que sirve para rayar encima de las fotos y los dibujos.

Las imágenes preceden en este caso a los brevísimos textos que los acompañan. Textos que dan sentido a las imágenes y que en ocasiones hacen lo opuesto, provocan que la imagen pierda totalmente su sentido dado el texto; ocurren cosas como “Se hacían muchas bolas pero al final sí llegaban a las tortas de buche”, “Oh, se le rompió el lápiz al poeta”, banalizan dibujos tremendos en los que la realidad se retuerce.

Son casi cuatrocientos flashazos de una realidad intensa. Orgánica en el sentido de las películas de Cronenberg: está hecha de carne en jirones, de lonjas inmensas, de huesos retorcidos, de pellejos y tripas. De pasto y hierbas incorporados a sus dibujos. Abunda la materia, a pesar de que es un artista de temática abstracta. En sus dibujos y fotografías las piedras piensan. No son piedras preciosas como las de Caillois sino piedras comunes de formas ¿extrañas? ¿Hay una forma “normal” de ser piedra? Un dibujo lo retrata con una gran piedra, dándole un beso, “antes del primer sorbo de café un besito a la piedra”.

Es vulgar, pero de una refinada vulgaridad que hace, entonces, por refinada, que no sea vulgar, común y corriente, sino compleja, introspectiva, con fuerza. ¿Es un poeta? Desde luego. No siempre. No en todos sus dibujos. Porque no se puede vivir como poeta siempre, aunque algunos lo intentan. En muchas de sus imágenes/frases aparece la poesía. El choque entre dos realidades. Entre una realidad y una irrealidad. Una poesía de imágenes que nos conducen a la perplejidad, al escándalo y a la ternura. Hay algo en Jis de una aventura infantil, con mirada combinatoria, con mezclas, a veces perversas como sólo los niños pueden ser perversos.

Jis, homo faber, el hombre que fabrica, que trabaja. Jis se toma muy en serio desfondar la realidad. Cuando habla de lo que está haciendo, habla de su trabajo, que hace en su mesa de trabajo. ¿Y qué hace ahí? Debraya, dice, delira, deja que el pensamiento vuele suelto como una mosca dentro de un cuarto con ventana contra la cual se estrella y se estrella y se estrella. El artista delira y, en sus mejores momentos, roza la poesía. ¿La poesía es un delirio de la realidad, una distorsión de lo real, un absoluto debraye? Jis dirá que no. Que ya viene así de origen. Que la realidad no es normal sino extraordinaria: “siento que la vida en su totalidad es extrañísima; todos sus aspectos. Los sueños son una de sus tantas pachequeses. Por eso pienso la vida toda, la realidad misma, como un sueño fantasmagórico.” (Los textos entrecomillados que voy transcribiendo son diálogos –breves y locos– extraídos de Instagram al calce de las imágenes de Jis.)

Jis trabaja, debraya, delira, interpreta la realidad, le da sentido (o se lo quita o lo diluye). Es un poeta de la cotidiano, aunque a veces no aparece poesía sino monstruos, seres con bulbos, abiertos, desgarrados, pero no caídos en tragedia, ya que todo es rescatado por una mirada generosa, que comparte su perplejidad de estar aquí, en tercera dimensión, anhelando una cuarta, y mientras dibujando en dos dimensiones, pero no siempre, ya que Jis suele introducir en sus dibujos objetos, bultos, trucos para que el ojo crea ver en tercera dimensión. A sus dibujos (sobrecargados) les aplica una pantalla más, esta digital, con un pincel electrónico mediante el que raya las imágenes y las llena de color.

Jis es orgánico y materialista, pero al mismo tiempo habla del humo y lo dibuja, las nubes, los seres nebulosos de dudosa condición. En las imágenes de Jis cabe el humo, los puros que arrojan bocanadas, el espíritu, fuerza etéreas, hasta desembocar en el tremendo Demonio de las Volutas. Todo es frágil y pasadero, pero al mismo tiempo está lleno de piedras, que no son frágiles ni pasaderas.

Julio Cortázar creía que la literatura servía para esconder en ella pasajes que, si la obra era bien leída, leída a fondo, conducían al lector a otro lado, a otra dimensión. A través de una técnica japonesa para romper la ilusión de lo real (un golpe súbito o una reacción desmesurada), Cortázar creía abrir pasajes en su obra que nos podían conducir a un más allá. Así Jis, que cree que sus imágenes pueden ser huecos o portales que lleven a sus espectadores a otro lado, a un diferente tipo de conciencia. “Jis nos sugiere –escribe Juan Pablo Villalobos en el prólogo de Material serio– que también se pueden abrir con el juego, el sexo, la música, el baile, la magia, y la fiesta, o por intermedio de los animales, en especial los gatos y, sobre todo, con la capacidad de desdoblarse y multiplicarse en distintos yoes para poder observar lo real desde las perspectivas más inusitadas”. Uno se sumerge en el debraye, uno suspende la incredulidad, uno entra en las imágenes a través de sus pasajes, pero quien esto experimenta nunca está seguro de si está siendo engullido por una nueva realidad o si por el contrario uno está siendo expulsado de ese estado para regresar a la conciencia normalizada, con tiempo y normas bien dispuestas a ser el soporte de lo real.

En el mundo cotidiano de Jis caben los Demonios y los Ángeles, en perpetua competencia. Esta abundancia de entidades divinas hace que en el mundo dios esté ausente. No hay dios en el mundo del homo faber, lo que hay es una multitud de diablillos y angelillos, de dioses menores, de monstruos bien escondidos en las sombras. Y todo además resuelto con un excelente trazo.  

El monero es humorista, pero ¿con qué clase de humor trabaja Jis? Humor negro a veces, humor de paradoja, humor a veces de pastelazo, humor filosófico, irónico, en ocasiones cínico. Un humor presocrático que todavía se sorprende con las piedras, el humo y las nubes. “Me distraía demasiado el pájaro en el centro de su rostro”, dice a manera de disculpa por su distracción.

El libro incluye comentarios al calce de sus imágenes en Instagram, que van de las voces ingeniosas e inspiradas de Aurelio Asiain y Merlina Acevedo, a otras absolutamente relajientas por la ruta de “oh qué grande eres Jis”.

Incluye de todo. El miedo. Las relaciones de pareja. Los hijos. Talismanes. Las heridas. El baile. La temible aparición de El Señor de los Nudos. Su imagen favorita: El viajero inmóvil. ¿Cuál es el papel del artista? “Nos toca profundizar un poco, escarbar, abrir corazas. Esa es la vida en la tierra”.

En algunos casos Jis deja a otros intervenir en su mesa de trabajo, como ocurrió con Alejandro Magallanes, con quien hizo al alimón algunas piezas extraordinarias.

Son dibujos que son fotografías que son intervenciones que son extrañamientos que son delirios que son debrayes que es el relajo de lo que se vive exhibido en una hoja, una servilleta, la pared, cualquier cosa. Jis trabaja. Así como algunos salen de sus casas para hacer cálculos y resolver problemas administrativos, para enseñar o para aprender, Jis despierta, besa a su piedra, toma un café, convoca a sus talismanes, parte de una imagen difusa que se va aclarando conforme escarba en ella. Jis trabaja. Todos los días (o casi) subiendo a las redes su interpretación de la realidad. ¿Y cuál es esta? La del hombre asombrado y perplejo ante la profunda extrañeza de lo real. ~

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