La capital de las ruinas, seguido de F-, de Samuel Beckett

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Dos veces Beckett. La primera, en Parรญs, durante la Ocupaciรณn, en 1941. Beckett tiene entonces 35 aรฑos y participa, pese a su natural apatรญa, en la Resistencia Francesa. Su cรฉlula, compuesta esencialmente por intelectuales; su oficio, traductor y mensajero. La segunda, cinco aรฑos mรกs tarde, concluida ya la guerra. Beckett no estรก en Parรญs sino en Saint-Lรด, una pequeรฑa ciudad al norte de Francia. Es 1945 y todo โ€“incluso Saint-Lรด, sobre todo Saint-Lรดโ€“ estรก devastado. La ciudad, aseguran los nativos, es la โ€œcapital de las ruinasโ€: en una sola noche โ€“la vรญspera del Dรญa Dโ€“ las bombas de las fuerzas aliadas redujeron el lugar a cenizas. Ahora, un grupo de irlandeses se fatiga construyendo un hospital y atendiendo precariamente a los enfermos. Beckett, entre ellos, traduce, conduce una ambulancia, extermina ratas.

Entre una experiencia y otra, un parรฉntesis decisivo. Antes de viajar a Saint-Lรด, Beckett vuelve unos dรญas a Dublรญn. El motivo, una visita a su madre; el resultado, la cรฉlebre revelaciรณn que terminarรก por transformar su obra. Se ha contado muchas veces: Beckett estรก en la habitaciรณn de su madre y de pronto comprende que la oscuridad es su mejorโ€ฆ ยฟaliado? Al parecer, perturbado porque descansa a la sombra de James Joyce, Beckett entiende que justo eso, la sombra, es su ventaja. Antes que remedar al maestro, debe marchar de otro modo: no verticalmente, hacia la luz, sino en cรญrculos, girando โ€œa vueltas quietasโ€ en la oscuridad. En vez de avanzar, caer, para fracasar cada vez mรกs radicalmente. Mascullar, tal vez, sin esperanza. Si la revelaciรณn es un enigma, lo que sigue estรก documentado: Beckett, ya en Parรญs, ya en francรฉs, ya agotado el activismo de su โ€œperiodo heroicoโ€, se encierra a escribir, en uno de los arrebatos mรกs felices de la literatura, sus obras capitales.

ยฟRevelaciรณn? Acaso algo menos esotรฉrico: experiencia. Leemos a Beckett casi religiosamente, como si todo en su obra fuera universalidad, metafรญsica y gracia. Al menos para divertirnos, podrรญamos hacer lo contrario: fechar el genio y leerlo histรณricamente. Decir: su obra estรก marcada por la experiencia de la guerra y alude continua, neciamente a ella. Afirmar, como Theodor Adorno, que la fijaciรณn de Beckett con la carroรฑa no es ajena a Auschwitz. Advertir, con Hugh Kenner, que Esperando a Godot (1952) refiere una experiencia tรญpica de la Resistencia: la espera, muchas veces inรบtil, de un rebelde cuya identidad, por razones de seguridad, se desconoce. ยฟRevelaciรณn? No enteramente. El incidente de Beckett en el cuarto de su madre no ocurre en el vacรญo sino entre dos experiencias crรญticas, la guerra y las ruinas. Lo que sea que haya intuido en 1945 es, por fuerza, histรณrico: nace entre el horror de la Segunda Guerra Mundial, se afina mientras contempla los escombros de Saint-Lรด.

Para fechar con precisiรณn a Beckett es necesario leer La capital de las ruinas, el diminuto tomo que la admirable editorial La Uรฑa Rota imprimiรณ recientemente. El libro contiene, en principio, tres poemas ya conocidos e รญntimamente vinculados con la estancia de Beckett en la ciudad normanda: โ€œSaint-Lรดโ€, โ€œMuerte de A. D.โ€ e โ€œIndigestiรณnโ€. Contiene, mรกs importante, dos textos hasta ahora inรฉditos en castellano: un reportaje escrito por Beckett para la radio pรบblica de Irlanda, โ€œLa capital de las ruinasโ€, y un relato, โ€œF-โ€, al parecer inconcluso. El reportaje, fechado el 10 de junio de 1946 y jamรกs emitido, es un texto apenas beckettiano: redactado antes que escrito, sigue una fรณrmula periodรญstica para describir, lerdamente, la construcciรณn del Hospital Irlandรฉs.
โ€œF-โ€ es, por lo menos, dos cosas: un relato mayor y un misterio menor. El misterio: publicado en enero de 1949 en la revista Transition, el cuento no estรก firmado por Beckett sino por su mujer, Suzanne Dumesnil. Se conjetura que Beckett, no del todo satisfecho con el relato, retirรณ su nombre en el รบltimo momento. Se aventura que, habiendo publicado ya bastantes textos en la revista, colรณ uno mรกs engaรฑando alevosamente al editor. Ambas artimaรฑas parecen impropias del irlandรฉs; el cuento, por el contrario, es puro Beckett: los seres cascados y delirantes, la bamboleante caminata hacia ninguna parte, la prosa descompuesta, el humor fรญsico, el hedor.

Ahora podemos imaginar a Beckett en Saint-Lรด con mayor claridad. Podemos imaginarlo, cosa rara, satisfecho. Al tiempo que contempla las ruinas, intuye ya su triunfo. Dรญas antes, en la habitaciรณn de su madre, ha decidido reducir la literatura a escombros y eso es precisamente lo que admira: dramรกticas pilas de cascajo. Desde hace aรฑos ha ido esculpiendo en su imaginaciรณn una primitiva tropa de mendigos y ahora todo parece estar atestado de ellos: seres enfermos y hambrientos reptan โ€“los zapatos rotos, la voluntad mermada, la razรณn perdidaโ€“ entre ruinas. Cuando Beckett intenta describir todo ello convencionalmente, echando mano de un estilo periodรญstico, no consigue apenas nada, sรณlo un reportaje radial, justamente olvidado. Cuando narra por el contrario ruinosamente, haciendo de la oscuridad su mรกs querido aliado, todo termina por encenderse. Tres ejemplos: โ€œEl expulsadoโ€, โ€œEl calmanteโ€ y โ€œEl finalโ€, los cuentos que escribe en 1946, inmediatamente despuรฉs de Saint-Lรด, capaces de alumbrar la torpe errancia de aquellos seres expulsados de su hogar. Otro caso: un fragmento de โ€œF-โ€. ร‰ste: cuando uno de los personajes desea volver sobre sus pasos, el otro ya responde que eso es imposible, todo โ€œestรก demasiado oscuroโ€. Justo eso: Beckett no desea volver atrรกs para reconstruir, cรกndidamente, la literatura anterior al Holocausto. Mรกs bien: trabaja resignada, elocuentemente entre las ruinas. Se sabe un damnificado y escribe como uno. Despuรฉs de Auschwitz, no crea poesรญa. Tampoco calla. Balbucea. O casi. ~

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es escritor y crรญtico literario. En 2008 publicรณ 'Informe' (Tusquets) y 'Contra la vida activa' (Tumbona).


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