Nacido en Mendoza en 1922, Antonio Di Benedetto habría cumplido cien años en noviembre pasado. En aquella ciudad enclavada en el desierto cuyano pasó la mayor parte de sus días hasta el golpe de Estado cívico-militar del 24 de marzo de 1976. Ese mismo día fue secuestrado de la redacción del tradicional diario Los Andes –del que era subdirector– por uno de los tantos grupos de tareas que comenzaban a patrullar el horror a lo largo y ancho del país persiguiendo, secuestrando y asesinando. Gracias a que algunas personalidades públicas –Borges y Sabato, entre otros– se preocuparon por su suerte fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, algo que en aquellos años de desapariciones y asesinatos camuflados de “enfrentamientos” equivalía a obtener un salvoconducto providencial para conservar la vida. Confinado en el Penal de La Plata hasta 1977, en la soledad del encierro supo que, si bien sus perseguidores habían fracasado en su primer intento, no tardarían en volver a la carga. Eliminarlo, como a otros artistas y escritores, era su objetivo. De manera que sin más alternativa que quedarse en el país y exponerse a una casi segura muerte o irse, ni bien recuperó la libertad, con las pocas pertenencias que aún tenía a mano, partió al exilio.
Di Benedetto llegó a Europa en diciembre de 1977. Luego de pasar por París, se instaló en Madrid hasta 1984, año en que volvió a la Argentina para morir en 1986, a causa de un accidente cerebrovascular. Hasta finales del año pasado, cuando la editorial argentina Adriana Hidalgo publicó Escritos del exilio. Textos desde Madrid 1978-1983, se sabía bastante poco de su periodo madrileño. Que esos años incidieron en su visión del mundo y en su poética podía deducirse de sus por momentos estremecedores Cuentos del exilio (1984), el primero de los dos únicos libros que publicó en Argentina antes de morir (junto con la novela Sombras, nada más…,de 1985). Pero ¿qué había hecho el autor de Zama (1956) durante todos aquellos años? ¿De qué había vivido? Si tomamos por cierta la versión de Roberto Bolaño en el cuento “Sensini”, Di Benedetto en España habría tenido una existencia precaria, de privaciones económicas que apenas alcanzaba a conjurar presentándose compulsivamente a concursos de cuentos.
Este libro editado por Liliana Reales y Mauro Caponi suministra claves de lectura que relativizan esa imagen. Es cierto que el primer año en Europa fue difícil para él, y que recién comenzó a amoldarse a su nueva vida cuando consiguió un trabajo bastante regular como colaborador desde el extranjero del diario Clarín de Buenos Aires. Sin embargo, todo pareció mejorar hacia 1978, cuando fue designado presidente del Consejo de Redacción de la revista Consulta Semanal, por entonces una de las publicaciones médicas más importantes de Madrid, que contaba con el apoyo publicitario de importantes compañías farmacéuticas. Además de las dedicadas a temas exclusivamente científicos, la revista contaba con una sección de temas culturales en la que se reseñaban libros, se comentaban estrenos cinematográficos y teatrales y se daba cuenta del floreciente mundo cultural español en los años de la transición. En esa sección Di Benedetto publicó, firmados con nombre propio o con seudónimo, una importante cantidad de textos. La antología recupera la totalidad de los firmados con su nombre y una buena cantidad de los firmados con sus seudónimos más frecuentes: Ben Simple y Greco, entre ellos. También otros textos publicados en el diario El País y la revista Arteguía, ambos de Madrid.
Escritos del exilio. Textos desde Madrid 1978-1983 corrobora aquello que Theodor W. Adorno escribió en Minima moralia: que el único hogar posible del escritor exiliado es la escritura. El que Di Benedetto habitó durante su destierro español tenía varios ambientes, un salón en el que se ocupaba preferentemente de la literatura latinoamericana y española contemporáneas y una gran galería cautivada por reflexiones sobre algunos de los movimientos y los artistas más revulsivos de la vanguardia europea de entreguerras. Por sus pasillos la huella de su prosa sin estridencias invita a volver a pensar la obra de Borges en la intimidad de una visita relámpago a Madrid o detenerse en el talento como ilustrador de Dalí cuando este se entrega al genio de otros (Boccaccio, Cervantes, Lautréamont, Sacher-Masoch, etc.). Pero la morada de la escritura es elástica. La avidez por la novedad que impera en el periodismo, incluso en el que se practicaba en una revista médica como la que Di Benedetto dirigía, también lo llevaba a las butacas del cine o del teatro. Cronista perspicaz, Di Benedetto se deja sorprender en estas páginas, con el criterio de un espectador claramente cosmopolita, tanto por la última película de Pier Paolo Pasolini estrenada en España (Pajaritos y pajarracos) como por una retrospectiva sobre Fassbinder o la paranormalidad industrial de Poltergeist de Spielberg. ~
(La Plata, 1976) es doctor en letras por la Universidad de París 8. Profesor Adjunto de la cátedra “Arte, vanguardia e industrias culturales” de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, es además investigador, crítico literario y periodista cultural. Coordinó y editó, junto a Maya González Roux, el volumen colectivo Seis formas de amar a Barthes (Capital Intelectual, 2015)