Daniel Innerarity
La polรญtica en tiempos de indignaciรณn
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2015, 352 pp.
Sabido es que, pese a haberse convertido hoy en un insulto comรบn en ligero desuso, el tรฉrmino idiotรฉs servรญa en la antigua Grecia para designar al ciudadano que, despreocupado de la cosa pรบblica, se dedicaba en exclusiva a sus asuntos privados. Actualmente, despuรฉs de un ciclo de aguda despolitizaciรณn ciudadana tan prolongado como el entero boom econรณmico, estamos viviendo –a la manera descrita por Albert O. Hirschman en su clรกsico estudio sobre el tema– una vigorosa oleada repolitizadora: son muchos los ciudadanos que han dejado de ser idiotas para interesarse apasionadamente por la vida pรบblica. Sin embargo, la mayorรญa lo ha hecho sobre todo a travรฉs de la indignaciรณn. Quiere decirse: reclamando del sistema polรญtico cambios radicales y veloces, pero tambiรฉn contradictorios; desconfiando de sus representantes, e incluso asediรกndolos mediante tรฉcnicas tan dudosas como el escrache; reclamando para sรญ la decisiรณn directa sobre asuntos nada fรกciles o coqueteando, en fin, con partidos extremistas. La paradoja consistirรญa asรญ en que la transformaciรณn del idiota privado en un ciudadano desorientado no contribuye necesariamente a que se haga mejor polรญtica. Y, aunque el autor de este libro se cuida mucho de formularlo asรญ, es evidente que su notable esfuerzo de sistematizaciรณn tiene en gran medida por objeto reconvertir al idiota en un ciudadano responsable.
Daniel Innerarity, director del Instituto de Gobernanza Democrรกtica de la Universidad del Paรญs Vasco y asiduo participante en los debates pรบblicos a travรฉs de los medios de comunicaciรณn espaรฑoles, es un pensador inmejorablemente equipado para hacer inteligible la aparente incapacidad de los sistemas polรญticos para aquello que creemos que deben hacer: resolver nuestros problemas. En esta ocasiรณn, Innerarity ha escrito menos para los colegas acadรฉmicos que para el ciudadano mรกs o menos culto. Y una de las primeras cosas que este aprenderรก si se asoma a las pรกginas del libro es, precisamente, que no puede juzgar alegremente el rendimiento de las democracias representativas sin hacer antes el esfuerzo de comprenderlas. Frente al prestigio de la indignaciรณn, Innerarity opone la virtud de la reflexiรณn: en lugar de solazarnos en el “¡Indignaos!” reclamado por Stรฉphane Hessel, habrรญa que convertir en Primer Mandamiento Ciudadano una consigna bien distinta: “¡Comprended!” Pero no porque todo lo que se comprende haya de ser perdonado, sino porque solo el ciudadano que interioriza la formidable complejidad del sistema social y acepta que detrรกs de metรกforas tales como el pueblo o el bien comรบn hay una multiplicidad de intereses y preferencias de imposible armonizaciรณn estarรก en condiciones de ser mรกs comprensivo: con la polรญtica y con el polรญtico.
En cuanto a lo primero, Innerarity subraya cรณmo la transformaciรณn de la polรญtica en la sociedad tardomoderna ha convertido nuestras democracias en “democracias posheroicas” (adjetivo que tambiรฉn fue empleado por Helmut Willke para caracterizar al Estado postsoberano) que ya no pueden –aunque todavรญa quieran– controlar sus sociedades. Fenรณmenos como el debilitamiento de la soberanรญa nacional, la interdependencia econรณmica, la globalizaciรณn y la digitalizaciรณn ayudan a explicar este autรฉntico “desempoderamiento” de las instituciones estatales. Y aunque la polรญtica, por mor de las lรณgicas propias de la competencia electoral, simula gozar de una eficaz potencia transformadora, vive mรกs bien una “era de lรญmites” que Innerarity acierta a describir. Lo hace distinguiendo entre aquellas constricciones que afectan al saber (debido a la hiperespecializaciรณn tรฉcnica), al poder (derivados de la diseminaciรณn del poder efectivo entre distintos agentes e instancias distintas del Estado) y al dinero (el nuevo imperativo de la austeridad). De ahรญ la frustraciรณn ciudadana: “Buena parte de la desafecciรณn polรญtica tiene que ver con este contraste entre lo que se quiere y lo que se puede.” ¡Recordemos Grecia! Para evitar una decepciรณn injusta con la democracia, susceptible de convertirse en rechazo frontal del sistema, convendrรญa pues empezar por moderar nuestras expectativas: pedir a la polรญtica solamente aquello que pueda darnos. Quรฉ sea ello, tampoco estรก claro: “Una de las tareas de reflexiรณn polรญtica mรกs urgentes consiste en determinar la naturaleza de este condicionamiento e investigar las posibilidades que, pese a todo, continรบan abiertas.”
No obstante, Innerarity es mucho mรกs incisivo cuando plantea la necesidad de reinventar las instituciones polรญticas heredadas que especificando abiertamente el modo en que eso haya de hacerse. Otros ejemplos de esta ocasional vaguedad normativa son la afirmaciรณn de que la polรญtica “debe convertirse en una construcciรณn de algo verdaderamente comรบn” o la de que “los polรญticos deberรญan poder gobernar sin tener que estar mirando continuamente los resultados de las encuestas o preparando las siguientes elecciones”. Indudablemente, asรญ es; la dificultad estriba en precisar cรณmo. Al final del libro, cuando aborda de modo directo el futuro de la polรญtica, Innerarity es algo mรกs claro y apunta sobre todo la necesidad de que aquella asuma los postulados deliberativistas que ponen el รฉnfasis en el diรกlogo; un diรกlogo llamado a legitimar procedimentalmente los resultados del proceso de toma de decisiones al tiempo que mejora su calidad. Se deja ver aquรญ la huella del pensamiento de Jรผrgen Habermas, que Innerarity conoce de sobra, asรญ como la impronta de una teorรญa de sistemas que, en este contexto, entiende la sociedad democrรกtica como un inmenso proceso de aprendizaje social que recoge el conocimiento disperso en lugar de centralizar estatalmente su producciรณn. He ahรญ una de las utilidades irrenunciables de la polรญtica, encargada de coordinar el aprendizaje de la sociedad en su conjunto, ademรกs de simbolizar su centro.
Hasta llegar a esa conclusiรณn, Innerarity se ocupa de una larga serie de problemas a los que toda indagaciรณn sobre la democracia contemporรกnea debe intentar dar respuesta. Destaca, entre ellos, la tentaciรณn de la desintermediaciรณn polรญtica: el deseo de prescindir de los representantes en beneficio de formas directas de participaciรณn ciudadana. Este sueรฑo rousseauniano es desechado aquรญ como un espejismo lleno de peligros, sin caer por ello en una defensa de la tecnocracia insensible a la peculiar naturaleza de la polรญtica, que “mรกs que gestionar objetividades, tiene que ver con la ponderaciรณn del significado social de las decisiones, de su oportunidad en contextos determinados, del modo como afectan a las personas”.
De ahรญ que no podamos sustituir al polรญtico con el experto ni con el ciudadano, como explica el autor en unas luminosas pรกginas dedicadas a defender lo que hoy en dรญa parece indefendible, a saber, al polรญtico mismo. De hecho, en la crรญtica feroz de los representantes ve Innerarity “una falta de sinceridad de la sociedad respecto de sรญ misma”, que a su vez nutre una mentalidad antipolรญtica mucho mรกs daรฑina que el mal que pretende combatir. Para contribuir a disiparla, el autor lleva a cabo un brillante y exhaustivo anรกlisis de la singularidad de lo polรญtico, entendido como una esfera de actividad irreductible a cualquier otra y dotada de su propia, retorcida temporalidad.
En suma, nos encontramos ante un trabajo de indudable valor teรณrico y notable capacidad de sรญntesis, cuyas virtudes explicativas logran compensar una cierta indefiniciรณn prescriptiva, comprensible por lo demรกs si atendemos a la complejidad de su objeto: elusivo, multiforme, proteico. Es mรฉrito de este libro ayudarnos a comprenderlo cabalmente, de manera que el idiota que se acerque a รฉl no tendrรก mรกs remedio que dejar de serlo o confirmarse en definitiva como tal. ~
(Mรกlaga, 1974) es catedrรกtico de ciencia polรญtica en la Universidad de Mรกlaga. Su libro mรกs reciente es 'Ficciรณn fatal. Ensayo sobre Vรฉrtigo' (Taurus, 2024).