En honor a Eros es un tratado hermรฉtico. Al escribir esta frase me doy cuenta de que es muy posible que no sea yo la mejor persona para reseรฑar este libro. Suena en mรญ la lรญnea que Oscar Wilde escribe en el prรณlogo a El retrato de Dorian Grey: โThose who read the symbol do so at their perilโ (โAquellos que leen el sรญmbolo lo hacen bajo su propio riesgoโ), frase que citรฉ entre los epรญgrafes de uno de los libros que he escrito sobre los sรญmbolos (Adivina o te devoro, 2013). Lo digo porque, leyendo el libro de Davidoff Misrachi, me doy cuenta de que, en mis propios escritos, bordeรฉ, sin entrar jamรกs, en la parte francamente esotรฉrica del lenguaje simbรณlico occidental, en particular el neoplatonismo y la alquimia. No lo hice, no sรฉ si por ser demasiado ortodoxo o racional, o porque no sรฉ aรบn cรณmo separar la paja y la cizaรฑa revueltas con el grano como en la parรกbola bรญblica. Ademรกs hay que tener en cuenta que, como escribe Erik Iversen, un egiptรณlogo danรฉs autor de The myth of Egypt and its hieroglyphs in European tradition (1993): โel conocimiento fรกcilmente presentado o adquirido no fue estimado en la antigรผedad, porque, como lo expresara Clemente [de Alejandrรญa] tiempo despuรฉs, los misterios del mundo no deben ser expuestos a los profanos y todas las cosas que brillan detrรกs de un velo muestran la verdad mรกs grande e imponenteโ.
En honor a Eros descorre ese velo; reรบne una serie de investigaciones hechas por su autor acerca del simbolismo y lo numinoso de la sexualidad, en particular a partir de la visiรณn y del ocultamiento del eros y del porquรฉ de este velo, desde Egipto hasta nuestros dรญas. Es un libro que trata de las manifestaciones de la geometrรญa sagrada presente tanto en el cosmos como en nuestro cosmos interior y, por ende, en aquello que construimos, como seres simbรณlicos (Cassirer), desde nuestras relaciones a nuestros mitos o a nuestras hazaรฑas en piedra o en bronce.
Lejos de mรญ, sin embargo, desestimar la bรบsqueda (interior o exterior), mรกxime cuando el resultado es este libro creado con evidente cariรฑo y, al mismo tiempo, con osadรญa. Reivindicar la parte sagrada del erotismo en una รฉpoca que se goza en la pornografรญa es osado.
Un problema agudo, al que se enfrenta quien se interese por estas relaciones, es simple y llanamente la cantidad ingente de textos que se han escrito al respecto. Los textos estรกn muchas veces oscurecidos; tienen muchos milenios, casi mรกs que ningรบn otro y, durante estos siglos, se les han aรฑadido o les han crecido cientos, miles de pรกginas mรกs: interpretaciones, claves, refutaciones, traducciones. Por ello En honor a Eros es un libro extenso, aunque podrรญa serlo mรกs, profuso y, naturalmente, complicado. Esta labor inmensa, titรกnica, queda trunca, pero no solo en este libro sino en cualquier libro que trate del tema: la vastedad del mismo es la vastedad del universo velado y revelado.
O tal vez es porque el asunto erรณtico a casi todos nos ataรฑe, sea que lo percibamos sensorial o ideolรณgicamente, sea que lo vislumbremos a travรฉs de la representaciรณn mitolรณgica (que quiere decir tambiรฉn su representaciรณn esotรฉrica), sea que lo vivamos como animales o como dioses, como ascetas o como libertinos, como un hecho cotidiano que, tras su consumaciรณn, deja de ocuparnos o como una vรญa sacra que nos hace partรญcipes del gran misterio.
Creo que En honor a Eros pertenece a tres tradiciones de escritura distintas. Una, la de la escritura por parte de alguien que no estรก en o no se siente parte de la โRepรบblica de las Letrasโ. Ejemplos abundan. La diosa blanca (con la que el libro de Davidoff comparte muchรญsimos temas) de Robert Graves es uno. Pero, para citar tan solo casos mexicanos: el padre Agustรญn Rivera en, por ejemplo, su obra Principios crรญticos sobre el virreinato de la Nueva Espaรฑa; Eustaquio Buelna y sus disquisiciones sobre la Atlรกntida; Salvador Miranda de Teresa, autor de sesudos escritos sobre sus trabajos (teรณricos o histรณricos) de reconstrucciรณn del Palacio de Magnaura en Constantinopla o el libro de Francisco de la Maza que versa sobre las historias de amor paganas.
La segunda tradiciรณn a la que el libro de Davidoff Misrachi pertenece es a la inmensa atracciรณn que Egipto ha ejercido sobre la imaginaciรณn occidental (en la pintura, la simbologรญa, la literatura) desde el tiempo de Herรณdoto. Muchos de cuyos ejemplos, desde Platรณn a Leonardo da Vinci, son referidos en sus pรกginas. No deja de ser interesante que, al cumplirse cien aรฑos de la develaciรณn de la tumba del faraรณn Tutankamรณn, aparezca un libro como este, mismo que, aunque intitulado En honor a Eros, es tambiรฉn un libro fascinante sobre Egipto: este libro nace de la fascinaciรณn con el mito de Osiris, la existencia de las grandes pirรกmides en Egipto y la relaciรณn de ambos con la constelaciรณn de Oriรณn. Pocos, en verdad, han salido indemnes de la atracciรณn que ejerce Egipto: el mรกs notable, Aquel que nos sacรณ de Egipto; Borges, en una escala menor, es otro. Aรบn asรญ, de Herรณdoto a Moisรฉs, de Alejandro a Napoleรณn (cuyas abejas y estrellas estรกn directamente inspiradas en la significaciรณn jeroglรญfica de los mismos, cosa que yo no sabรญa, pero que veo confirmada en el libro ya citado de Erik Iversen: โla rara reforma herรกldica de Napoleรณn que reemplazรณ la monรกrquica flor de lis con un nuevo emblema herรกldico, la abeja […] visto desde un punto de vista jeroglรญfico, es totalmente apropiada y adquiere un significado nuevo e iluminadorโ) y, hasta nuestros dรญas, Egipto permanece constantemente figurado como la matriz de todos los misterios, el culmen de la vinculaciรณn sagrada del eros y el cosmos.
La tercera tradiciรณn es la de la escritura del viaje de auto-conocimiento, del sendero del discernimiento interior, de la narraciรณn de las vicisitudes que nos llevaron a contemplar una o varias verdades o hechos que nos explican y nos dan forma. Es tambiรฉn la tradiciรณn de quien encuentra una o varias verdades, muchas veces tras penosos viajes interiores, y desea compartirlas con sus contemporรกneos. Es la tradiciรณn de quien devela un misterio, asunto cada vez mรกs urgente en la medida en que, si antes, en otras eras, los misterios eran รบnicamente para los iniciados y aun para estos tan solo gradualmente, en esta รฉpoca, el kaliyuga del kaliyuga (la edad de hierro de la edad de hierro en tรฉrminos occidentales), es un deber revelar lo oculto. Porque si antes era un pecado que los profanos conociesen los misterios, hoy, segรบn las propias tradiciones hermรฉticas, es una necesidad.
Quedan preguntas, creo yo, sin responder. Me parece difรญcil de creer que un libro en torno a Eros no toque apenas la homosexualidad ni la cite en su muy cumplido รญndice analรญtico. Tampoco el travestismo, ni la transexualidad, ni las metamorfosis. Entiendo que, incluso en un libro de tantas pรกginas, no puede uno hablar de todo, pero justamente Osiris y Dioniso (o Da Vinci) tienen que ver con estos sujetos de estudio. Es una lรกstima tambiรฉn que no presente una recapitulaciรณn o una conclusiรณn finales, que me hiciera comprender con exactitud la, para mรญ no perfectamente demostrada, transmisiรณn del lenguaje esotรฉrico (no solo del erotismo) desde la construcciรณn de las pirรกmides a la pintura del Renacimiento. Y sin embargo…
El libro de Davidoff Misrachi tiene, entre sus muchos atractivos, el de su suntuosa profusiรณn de nรญtidas imรกgenes, muchas de ellas, para mรญ, desconocidas. Pero pienso que su gran acierto es su osada inocencia, la que nos hace a todos, quiero creer, sentarnos un dรญa frente a una hoja de papel o una pantalla y comenzar a escribir acerca de eso que nos apasiona, ya sea el por quรฉ la serpiente de bronce que creรณ Moisรฉs prefigura la cruz de Cristo o si acaso El gran vidrio de Marcel Duchamp es โel (auto)retrato de un ser humano como cuerpo vacรญo que experimenta los mecanismos de deseo que se activan al mirarโ, como escribe Davidoff. No escasean los momentos apasionantes en este libro (sus reflexiones sobre Duchamp, por ejemplo, en quien โcoinciden el filรณsofo y el bufรณnโ, son extraordinariamente interesantes: โel pรบblico aplaude al bufรณn porque teme al filรณsofoโ); por el contrario, estos momentos abundan y, si bien a veces es arduo seguir los enrevesados hilos de la trama, hay instantes de inmenso placer para el lector o la lectora que se sumerja en sus pรกginas.
El resultado es mixto y extraรฑo: el neoplatonismo, uno de los mรกs fuertes vรญnculos filosรณficos occidentales con el pasado, que se dio por muerto en el siglo XVIII, ha cobrado de nuevo carta de cabal salud, si nos atenemos a En honor a Eros, entre nosotros. ~
Frost (Mรฉxico, 1965) es editor, escritor y guionista. Entre sus libros recientes estรกn La soldadesca ebria del emperador (Jus, 2010) y El reloj de Moctezuma (Aldus, 2010).