Es una extraรฑa mezcla de sensaciones โrabia, emociรณn y entusiasta admiraciรณn por el individuoโ lo que generan una y otra vez al leerlos los textos del siglo del totalitarismo que surgen de un pasado โtan reciente รฉlโ en el que por lรณgica deberรญan haber sido destruidos. Han sobrevivido en un guiรฑo del azar en conspiraciรณn contra el silencio, y retornan a la conciencia. Como si se tratara de muchรญsimos papiros del Mar Negro que surgen del polvo de los archivos en los que se perdieron como bajo la arena del desierto, nos describen horrores que nos dan vรฉrtigo por sus dimensiones, por su profundidad y por la cercanรญa y similitud de los tiempos y las gentes que describen con los nuestros y nosotros.
Ha sido asรญ como el historiador britรกnico Antony Beevor, hoy ya una referencia en todo el mundo y tambiรฉn en Espaรฑa por sus diversas obras sobre Berlรญn, Stalingrado, Malta, la guerra civil espaรฑola y otras, ha podido encontrar y nos brinda una joya magnรญfica que nadie sabรญa que se hallaba enterrada entre legajos en los archivos de Moscรบ, y que son los apuntes de Vasili Grossman durante toda la campaรฑa del Ejรฉrcito Rojo contra la Wehrmacht.
Mijail Suslov, en su dรญa muy temido guardiรกn ideolรณgico en el Kremlin, no fue nunca sino un cobarde aparatchik que disfrutaba de su poder casi absoluto infundiendo terror desde el mรกximo puesto de la inquisiciรณn soviรฉtica. Hoy no lo conoce ya nadie salvo especialistas en arqueologรญa kremlinolรณgica o algรบn irredento comunista en edad avanzada. Pero eran gente como รฉl los que tenรญan entonces el poder y la determinaciรณn de impedir al mundo conocer a escritores como Vasili Grossman y su obra. Que no lo lograran del todo se debe principalmente al simple hecho de que la vida siempre fue mรกs complicada de lo que las gentes como Suslov suponen. Fue este implacable miembro del burรณ polรญtico y secretario del comitรฉ central el que comunicรณ personalmente a Vasili Grossman que su novela Vida y destino era mรกs perjudicial y tรณxica para los ideales comunistas que el Doctor Zhivago de Boris Pasternak y que habรญan decidido que no fuera leรญda en los siguientes doscientos cincuenta aรฑos. Enfermo y tachado de enemigo del Estado, Grossman muriรณ ignorado en 1964. Cuando le quitaron todas las copias de la novela, tambiรฉn le arrebataron el manuscrito de Todo fluye. Pero como queriendo hacer honor al nombre, este รบltimo texto apareciรณ ya en los setenta en Alemania, y una dรฉcada despuรฉs lo harรญa Vida y destino, una inmensa novela que parte de Stalingrado para hacer una magistral descripciรณn de la tragedia del individuo y las relaciones humanas bajo el to-talitarismo, la depravaciรณn del rรฉgimen comunista y la paralela consumaciรณn del Holocausto. Tenรญa razรณn Suslov al prever el carรกcter demoledor de aquella novela, comparable tanto a la de Boris Pasternak, a El maestro y Margarita de Mijail Bulgakov y a todas las de Alexandr Soljenitsin aparecidas en Occidente a partir de Un dรญa en la vida de Ivรกn Denisovich. Cierto es que una infinidad de obras y testimonios corrieron la misma trรกgica suerte que sus autores al perderse en la mรกquina de aniquilaciรณn del Estado soviรฉtico. Pero tambiรฉn se confirma en estos รบltimos aรฑos que las muy manifiestas imperfecciones de aquel rรฉgimen han dejado los inmensos archivos repletos de sorpresas mezcladas con las crรณnicas del horror, del hambre, de las miserias burocrรกticas y los controles al ciudadano.
Vasili Grossman era un intelectual judรญo nacido en la ucraniana Berdichev en 1905, autor ya de un par de libros sobre la guerra civil tras la revoluciรณn y sobre los mineros soviรฉticos que habรญan sido celebrados nada menos que por Bulgakov, por Maxim Gorki y por Isaac Babel. Fielmente comprometido con la lucha en defensa contra la agresiรณn nacionalsocialista alemana, es enviado como corresponsal de guerra al frente occidental por el general David Ortenberg, director del รณrgano oficial del ejรฉrcito rojo, Krasnaya Zvezda (Estrella Roja).
Llega el escritor al frente en el verano de 1941, con la โoperaciรณn Barbarrosaโ alemana en pleno furor y las fuerzas soviรฉticas en huida caรณtica mezcladas con gran parte de la poblaciรณn civil ucraniana. Desde los primeros momentos del desplome soviรฉtico ante el avance nazi hasta los paseos de Grossman por el interior de las ruinas del Reichstag en Berlรญn en la primavera ya avanzada de 1945, el autor asiste prรกcticamente a toda la campaรฑa y estรก presente en todos los grandes escenarios, en Briansk y Gomel, Orel, con las primeras escenas monstruosas de los crรญmenes en masa de judรญos por parte de unos alemanes en campaรฑa de conquista territorial pero tambiรฉn liquidaciรณn genocida, siempre en retirada hasta Stalingrado โallรญ el infierno de la guerra total, inacabable, animalizadaโ y despuรฉs, con el cambio de la suerte en la contienda, el comienzo de la reconquista del territorio soviรฉtico y la cada vez mรกs frenรฉtica persecuciรณn del enemigo nazi en desbandada.
Las notas de Grossman, exce-lentemente ordenadas y explicadas en su contexto por un Beevor conocedor hoy ya como nadie de las circunstancias generales de la campaรฑa, son diรกlogos de un intelectual con todo tipo de miembros del ejรฉrcito rojo, desde soldados asiรกticos, mineros, partisanos, suboficiales, oficiales, comisarios polรญticos y generales. A todos tenรญa acceso directo como nadie en calidad de corresponsal del diario Estrella Roja. Se trata de conversaciones sobre los mie-dos, las gestas, las miserias, las trampas, los sueรฑos, las chanzas y las aรฑoranzas de aquellos millones de hombres y mujeres de todos los rincones de la URSS que, en condiciones de vida absolutamente infrahumanas, se dedicaron cuatro aรฑos a matar y a morir, a considerarse derrotados para siempre por la maรฑana e imbatibles al minuto, que superaban sufrimientos inimaginables con brutalidad, grandeza y desprecio a la vida propia y ajena.
Nadie entre todos los que allรญ estaban para contar la guerra โlos colegas Simonov o Troyanski, temerosos de vulnerar la ortodoxia de la รฉpica exigida por Moscรบ, ni el propio Ilia Ehrenburg, mucho mรกs calculador a la hora de valorar la oportunidad y el alcance de sus relatosโ fue capaz de hacerlo como un Grossman que desde el primer momento hizo sus apuntes con la ambiciรณn de llegar a novelar esta tragedia histรณrica como Leon Tolstoi habรญa hecho con Guerra y paz. Donde otros solo veรญan masas soviรฉticas muriendo gustosas por Stalin, la URSS y la patria, allรญ veรญa รฉl a seres humanos con su mundo en ruinas, a personas con su destino tragadas por la historia insaciable de carne humana. Cuenta Ehrenburg que fue aquella visiรณn global la que hacรญa de las observaciones del frente del corresponsal Grossman casi siempre una metรกfora de valor universal, lo que llevรณ a Stalin a comenzar a sospechar de รฉl primero y a odiarle despuรฉs. Estas notas de magistral agudeza y sensibilidad permanente son la base de toda la gran obra de Grossman posterior y que รฉl, muerto en 1964, no vio publicada. Sรญ tuvo el honor de ser testigo de cรณmo entraba en la historia โal ser leรญdo durante el juicio de Nรบremberg a los principales criminales de guerra nazisโ uno de sus textos magistrales, quizรกs igualable pero nunca superable en su poder descriptivo y fuerza conmovedora, que es el reportaje sobre la liberaciรณn del campo de exterminio de Treblinka. Lean ese terrible testimonio de lo jamรกs antes visto, porque nadie con amor a la vida y a la historia de los hombres debe sustraerse a la inmensa verdad que emana de sus descripciones. Y disfruten por lo demรกs con el relato de este testigo de excepciรณn, integrado en su dรญa en una gigantesca maquinaria de guerra cruel e implacable en la que รฉl supo descubrir, estudiar y describir al elemento humano. ~