Una estética del compromiso

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Este espléndido libro reúne trece ensayos sobre Chiapas. En ellos se recorre un abanico de tiempo vastísimo: desde el pasado prehispánico hasta el presente, pasando detenidamente por la época colonial y los siglos XIX y XX. El conjunto de temas que trata es también muy amplio: geografía histórica, transformaciones demográficas, tentativas de cristianización, idolatría indígena, procesos de desindianización y reindianización, mestizaje cultural, formación histórica de las identidades, uso y abuso de la categoría “comunidad indígena”, el papel del historiador en circunstancias políticas turbulentas, reflexiones teóricas sobre el papel del conocimiento histórico aplicadas a Chiapas, y más. El común denominador de todo esto es la historia indígena, de los indígenas que permanecieron siéndolo por propia voluntad o forzados, y de los indígenas que dejaron de serlo, forzados o por voluntad propia (pues, aunque a veces se habla de los ladinos de Chiapas como si se tratara de escandinavos, no olvidemos que en su gran mayoría son ex indígenas, o, para ser más exactos, indígenas y ladinos son el resultado de transformaciones en direcciones distintas). Me parece que, aunque planteado de una manera algo sinuosa, éste es uno de los hilos que unen los artículos: ¿Qué significa, en una perspectiva histórica, ser “indígena”? Por otra parte, en la medida en que los indígenas no viven ni han vivido aislados, el libro es también en cierto sentido una historia de Chiapas, una región marginal, pero ciertamente no fuera de la historia.
     En cambio, lo que no se trata prácticamente en ninguno de los artículos es la historia política de la insurrección del Ejército Zapatista en 1994 y de sus avatares subsiguientes. La verdad es que ya se han publicado muchos libros y artículos sobre esto, seguramente demasiados; algunos de ellos buenos, pero en su mayoría pura propaganda política, y en general propaganda de mala calidad. Pero aunque no se trate de una manera directa, el neozapatismo y sus pretensiones son, por así decir, una presencia real, el telón de fondo de algunos ensayos. Varios de ellos refutan de forma radical lugares comunes sobre Chiapas que incluso hoy, cerca de ocho años después de la rebelión, siguen circulando como verdades indudables. No tratar sobre el neozapatismo y sí sobre Chiapas es seguramente una buena elección, porque de ese modo se evita reducir el extraordinariamente heterogéneo mundo indígena —variedad que el libro demuestra una y otra vez— a “lo zapatista”. Pero sobre todo evita que sea la propaganda política, en lugar del estudio minucioso y desprejuiciado, lo que marque el compás de la comprensión de las sociedades indígenas. No en vano, este libro es resultado de casi doce años de vivir y trabajar sobre Chiapas, literalmente recorriendo sus caminos, y, para jugar con su título, deteniéndose en sus encrucijadas. Esto es esencial: Chiapas es un lugar difícil de comprender, un lugar que presenta un verdadero desafío a las interpretaciones convencionales de la antropología, la historia o la psicología, y donde el conocimiento del terreno resulta imprescindible.
     Viqueira describe su libro, tomando la expresión de Unamuno, como un trabajo de “intrahistoria” (o más bien, de “intrahistorias”), es decir, metafóricamente, el “mar continuo, hondo, inmensamente más hondo que la capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo nunca llega el sol”. No obstante, su objetivo declarado es la comprensión de los acontecimientos y conflictos actuales, las “olas” de la historia. Es el presente lo que está detrás de cada una de las preguntas del libro, y en parte los ensayos se han escrito para discutir categorías e ideas asumidas que habitualmente se emplean tanto en el discurso público como en el académico, sin que en realidad se sepa exactamente qué significan (etnia, indígena, identidad, derechos indígenas, comunidad, etc.). Desde este punto de vista, es un libro polémico, en el sentido de que alimenta la controversia.

El papel de las ciencias sociales —escribe Viqueira en la conclusión del que es el artículo más teórico del libro— debe consistir en señalar los límites del sentido común, mostrar la inadecuación de las categorías con las que los actores sociales suelen interpretar la realidad en la que están inmersos, romper los estereotipos sociales y echar por tierra las simplificaciones de los políticos para, así, abrir y enriquecer el debate público sobre el mundo que queremos construir, en vez de seguir alimentando los odios ancestrales. El deber de los científicossociales es el de exorcizar el pasado, dándolo a conocer en toda su complejidad, con el fin de liberar a los hombres de sus fantasmas, poniéndolos ante la responsabilidad ineludible de construir el futuro.

Demasiado ambicioso quizá (la verdad es que tengo mis dudas en cuanto a la capacidad de las ciencias sociales para lograr tan altos fines), pero en todo caso la lectura de cada ensayo obliga a mantenerse en una permanente tensión con el autor.
     Es casi inevitable decir que se trata de un libro imprescindible para quienes se interesen por el conflicto neozapatista y quieran entender su contexto. Pero es más que eso. Es una contribución fundamental a la historia de Chiapas (el aparato bibliográfico, de notas, y la colección de mapas son un verdadero lujo). Y, más aún, representa un magnífico ejercicio de método, perspectiva y compromiso con la historia indígena de México. ~

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