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Estรก relacionado con la revista Vuelta. En ese momento hacรญan Vuelta-Sudamericana, que tenรญa algo asรญ como un 70% de material mexicano y el 30% de material argentino. Enrique Pezzoni me invitรณ a colaborar. El director era Danubio Torres Fierro, que era un celoso, un muy buen editor de la revista. Colaborรฉ haciendo una reseรฑa bibliogrรกfica y despuรฉs me invitaron a escribir una columna a la que le puse, en homenaje a Duchamp, โEl testigo oculistaโ, que hacรญa con presuntas noticias de la literatura argentina. Colaboraba en otras revistas argentinas, algunas hermรฉticas. En algรบn momento Pezzoni tuvo que viajar a Nueva York porque daba clases y me pidiรณ que lo reemplazara en Sudamericana mientras รฉl estaba afuera, por unos meses. Cuando volviรณ, me invitรณ directamente a que trabajรกramos juntos. รl iba por la maรฑana y yo iba por la tarde, ambos รฉramos editores. No durรณ mucho porque Enrique muriรณ al poco tiempo. Cuando รฉl muriรณ quedรฉ yo, en ese lugar que me quedaba grande, pero como habรญa tenido una especie de entrenamiento seguรญ con ese trabajo.
ยฟCรณmo era Enrique Pezzoni?
Era genial, de una irreverencia absoluta. Era ademรกs muy inventivo. Decรญa que si vos escribรญas una contraportada, tenรญas que imaginarte el libro que habrรญas querido leer, no el libro que habรญas leรญdo. Eso nos llevaba a veces a delirios extraordinarios, que era como una especie de bochornoso sรณtano de Bustos Domecq. Otra cosa interesante que decรญa es que en toda contraportada tenรฉs que hacer una suerte de atisbo de relato teรณrico. Con lo cual la contraportada se convertรญa en un gรฉnero. Hay que pensar que era un momento de mucha ediciรณn de libros y prรกcticamente no habรญa computadoras, entonces muchas veces cuando escribรญamos la contraportada era cuando mรกs alejados estรกbamos del libro, que se encontraba en los talleres. Habรญamos leรญdo el libro dos aรฑos atrรกs y no tenรญamos modo de recuperarlo. Eso se percibe tambiรฉn en las contraportadas de Borges y Bioy Casares para la colecciรณn El Sรฉptimo Cรญrculo: no se acuerdan del argumento y se acuerdan de otra cosa. En fin; asรญ fui descubriendo las penurias y las fruiciones de ser editor.
ยฟCuรกndo pudo empezar a publicar libros que le interesaban?
Sucediรณ en ese buen momento en el que estaba Juan Forn en editorial Planeta y se creรณ la colecciรณn Biblioteca del Sur. Entonces nosotros, desde Sudamericana, decidimos darle un carรกcter mรกs fuerte a la colecciรณn Narrativas Argentinas, que ya existรญa, y de ese modo quedaron bien marcadas esas dos vรญas editoriales, que no estaban estrictamente enfrentadas, como se quiso creer. Para nuestra conveniencia a veces fingรญamos que eran mรกs disรญmiles de lo que eran en realidad. Siempre conviene que haya un adversario imaginario. Serรญa interesante que ahora surgieran dos tendencias. El asunto es que en Narrativas Argentinas pude publicar muchas cosas que me interesaban.
ยฟPodrรญamos decir que las portadas influyen en las ventas?
Yo creo que sรญ, aunque no son caudalosamente influyentes. En La Bestia Equilรกtera, cuando estรกbamos empezando, publicamos un libro de Cรฉsar Aira, El mรกrmol, con tres portadas distintas. Y los lectores rรกpidamente inclinaron la balanza por una de las tres, la que era mรกs pop. En los aรฑos setenta hubo un movimiento muy auspicioso en ese sentido, con la llegada de artistas plรกsticos y diseรฑadores de avanzada a las portadas de los libros. Ademรกs, en tรฉrminos mรกs amplios, los primeros aรฑos de los setenta fueron una รฉpoca muy promisoria para la ediciรณn latinoamericana. Estaban Monte รvila, Joaquรญn Mortiz, habรญa muchรญsimas editoriales buenas que giraban en una dimensiรณn latinoamericana. Para leer lo latinoamericano habรญa que seguir el sendero que marcaban esas editoriales, ese cuerpo vivo trasnacional. Ahora que hay tantas posibilidades de contacto, la cosa no es tan contagiosa como lo era en ese momento, donde, por ejemplo, los escritores mexicanos de la Onda y los argentinos de Literal podรญan hacer sus contactos y leerse mutuamente.
Luego Alfaguara tomรณ un poco ese papel de relevar el mainstream latinoamericano.
Sรญ, y los tuvo a casi todos. Salvo a Garcรญa Mรกrquez, que permaneciรณ en Sudamericana.
ยฟCuรกndo irrumpieron los agentes literarios en el panorama editorial?
Un poco mรกs adelante, a mediados de los noventa. Los agentes que negociaban derechos ya existรญan desde mucho antes, pero con las fusiones de los grupos editoriales aparecieron de a montones. Es un mundo distante, difรญcil de contar hoy, aunque muchas de sus caracterรญsticas persistan.
ยฟSentรญa la presiรณn de tener que conservar autores, de que no se fueran a otros sellos?
Con la literatura local no demasiado, porque era una apuesta casi personal y uno esperaba siempre tener mรกs รฉxito del que tenรญa. De lo que habรญan sido las literaturas nacionales a principios de los setenta, con un grado altรญsimo de credulidad, cuando se vendรญan muchรญsimos libros de literatura argentina, el cambio en los aรฑos noventa fue grande. Ya casi no habรญa expectativas. En los noventa surgiรณ ese fenรณmeno de los libros de periodismo, que eran los que vendรญan mucho. Un artรญculo periodรญstico agrandado. A esos periodistas quizรกs sรญ habรญa que retenerlos, eran los que pedรญan anticipos grandes. Uno no se podรญa hacer el tonto respecto del hecho de que esos libros vendรญan mucho, porque eran justamente esas ventas las que te permitรญan publicar libros de escritores argentinos. Ahora, yo creo que desde los aรฑos noventa estamos viviendo un declive terrible de la literatura ensayรญstica del que no nos hemos recuperado todavรญa. El ensayo en Argentina es un desastre, y no veo un estado tan bajo en Chile o Mรฉxico. Cรฉsar Aira mantiene muy alto el ensayo, pero tiene una relaciรณn muy rara con el gรฉnero y publica poco. Creo que eso va a provocar una desconsolada nostalgia. Otra cosa que dejรณ de existir es el ensayo sobre literatura latinoamericana como conjunto.
Rechazar un libro debe ser muy complicado, tener que decirle que no a un escritor.
Es una de las cosas mรกs horribles, mรกs allรก de que estรกs hiriendo siempre a alguien, por la cuestiรณn de ejercer una especie de criterio general sobre algo o alguien. Una taxonomรญa del lector y una axiologรญa no son fรกciles. Ademรกs, en los tempranos noventa era Planeta o Sudamericana, no habรญa mucha opciรณn.
Hasta principios del 2000, Sudamericana mantuvo una colecciรณn indispensable de poesรญa. ยฟSostener esta colecciรณn era imposible?
Te dirรญa que sรญ. Y curiosamente los poetas se leen entre sรญ, y hay muchos. Era una colecciรณn preciosa, en papel madera, en donde aparecieron Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Alberto Girri. Pero como el gueto de los poetas se autoeditaba, las editoriales grandes dejaron de publicarlos. Los poetas habรญan tenido que tomar esa decisiรณn, esa autodeterminaciรณn de armar pequeรฑas editoriales como consorcios. Era algo que los iba enalteciendo. Otra cosa que cambiรณ muchรญsimo, hablando del paso del tiempo, es que yo en una รฉpoca encontraba en las librerรญas de usados de Buenos Aires libros firmados por Lezama Lima o por Cortรกzar, e incluso por el mismo Borges. No se le daba tanta importancia al libro como objeto. Ahora es completamente distinto, y hasta estรก sobrevalorado si vos lo comprรกs por internet. Ademรกs, duraban en las librerรญas. He comprado un libro de poesรญa editado por Sudamericana en una librerรญa diez aรฑos despuรฉs de que se editara. Hoy no aguantan mรกs de un aรฑo. Pero, volviendo a lo que charlรกbamos, la poesรญa ha sido siempre un gran milagro de la resistencia. Eso la enaltece todavรญa mรกs.
ยฟTuvo momentos de tensiรณn con personas cercanas por alguna cuestiรณn editorial?
Sรญ, y sobre todo con las mรกs allegadas, porque alguna vez los sometรญ a una postergaciรณn muy ingrata de mi parte. O habรญa libros que a mรญ me encantaban pero que no habรญa modo de publicar en Sudamericana. A veces yo sabรญa que algo me iba a traicionar al momento de venderle ese libro a la editorial, y que me iban a decir rotundamente que no. A veces, cuando miro para atrรกs, me pregunto cรณmo he logrado publicar alguno de esos libros. Todavรญa no estaba en Sudamericana cuando se editรณ la primera novela de Alan Pauls, El pudor del pornรณgrafo. Estaba Enrique Pezzoni. Y Alan me iba contando los percances. Pezzoni le hacรญa una serie de pedidos y solicitudes, que seguramente venรญan de arriba, y eso desgasta mucho al autor. En ese sentido, yo he sometido a escritores a retrasos y dilaciones absurdas, que seguramente han horadado la relaciรณn previa. Eso hacรญa, en muchas ocasiones, que tuviera que exacerbar la cortesรญa. Porque luego de que habรญa esperado el aรฑo pactado, le tenรญa que decir que habรญa que esperar seis meses mรกs.
ยฟCambiรณ su trabajo cuando Sudamericana se fusionรณ con Random House?
Sรญ, totalmente. Pero al principio tambiรฉn tenรญa sus grandes ventajas, en el sentido en que podรญas publicar muchos mรกs libros de los que publicabas. Podรญas aspirar a publicar traducciones muy buenas del inglรฉs y con mucha celeridad. Recuerdo que hubo un primer momento un poco irreal, donde el gerente, que era alemรกn, dijo algo asรญ como que no iban a publicar mรกs libros que vendieran menos de treinta mil ejemplares. El pobre hombre lo dijo sin pensarlo mucho. Entonces llovieron llamadas a la editorial de gente que decรญa que no podรญa vender treinta mil ejemplares. Hubo que atenuar ese tipo de declaraciones. Pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta que una editorial como negocio es una pesadilla. Es muy trabajoso recuperar ganancias, el cambio de sistemas de ventas por consignaciรณn es difรญcil. Cuando empezamos con La Bestia Equilรกtera mi primera recomendaciรณn a los socios fue: ยฟpor quรฉ no empezamos con otro negocio? Los empresarios que ponen dinero en el mundo editorial arriesgan mucho capital. Y luego estรก esa otra cuestiรณn que es la relaciรณn entre la gente que maneja los nรบmeros y la gente que maneja los libros. Con los desdenes recรญprocos. Los que miran los nรบmeros se preguntan โยฟquรฉ eligen estos boludos que no se lo vendemos a nadie?โ, y los que eligen los libros dicen โy esta gente, ยฟno entiende nada de literatura?โ Mรฉxico es en ese sentido un ejemplo disรญmil, porque el Fondo de Cultura Econรณmica cambia todo. Publica, por ejemplo, muchas obras completas.
ยฟPor quรฉ serรก que en Argentina no es comรบn publicar obras completas?
No lo sรฉ. Pero tampoco sรฉ si es un concepto que termina de satisfacerme. Hay muchos autores a los que me gusta leer al sesgo, determinados libros, y no tener que agarrar un tomo enorme donde, generalmente, ademรกs, los textos han sido modificados. Quizรกs es una especie de prejuicio que tengo de aquellos escritores que leรญ cuando todavรญa vivรญan y tenรญa la expectativa que agregaran algo a su obra.
Hablaba hace unos momentos de cรณmo desaparecieron editoriales fundamentales de los aรฑos setenta. ยฟQuรฉ hace que una editorial persista a lo largo de las dรฉcadas?
Miremos el caso de Anagrama. Anagrama tuvo una altรญsima percepciรณn de los cambios. Al principio era una editorial de ensayo, pero entendiรณ el giro narrativo que tomรณ la literatura en los aรฑos ochenta. Los nuevos narradores ingleses, Martin Amis, el realismo sucio norteamericano. Todo eso lo veรญamos pasar nosotros, no lo podรญamos contratar. No podรญas competir. Eso cambiรณ de algรบn modo cuando Sudamericana contaba ya con Random House Mondadori, cuando los libros se podรญan contratar desde Espaรฑa. Hay editoriales que condensan o resumen una รฉpoca y otras que van cambiando y en cierto modo se enganchan con nuevos procesos histรณricos y literarios.
ยฟExiste el miedo a perder a un escritor fundamental, de no verlo o rechazarlo?
Existe. A mรญ me pasรณ con Cuando entonces, una novela de Onetti. Llegรณ en una carpeta de Carmen Balcells, color salmรณn, sin tรญtulo ni nombre de autor. Lo empecรฉ a leer y dije ยฟquรฉ es esto? Quรฉ confuso. Y en la cuarta o la quinta pรกgina me voy dando cuenta. Como Cortรกzar, Onetti tarda un poco, no lo advertรญs inmediatamente. Una vez Severo Sarduy me dijo que habรญa rechazado El nombre de la rosa de Umberto Eco en Francia y tenรญa terror de que lo echaran. Pero alguien dijo alguna vez que a los editores se los juzga por lo que editan, no por lo que no editan. Pero es un tema que tiene que estar siempre en vilo en la crรญtica literaria. Si uno piensa en Lezama Lima, Carlo Emilio Gadda o Arno Schmidt, en ningรบn momento van a ser populares y la gente los va a leer con delectaciรณn. Son tipos que estรกn muy confinados y con una relaciรณn incestuosa con la lengua. El problema va a ser cuando no haya editores capaces de detectarlos. Porque se crea una especie de suficiencia y soberbia respecto de la legibilidad del texto que es desdeรฑosa. El โno entiendo lo que diceโ. Yo recuerdo que leรญa pรกginas y pรกginas de Lezama Lima sin entender nada y no creรญa que eso tuviera que ser un reproche a Lezama Lima; el reproche, en todo caso, me lo tenรญa que hacer a mรญ. Oscar Wilde escribiรณ: โLeer los diarios todos los dรญas me ha llevado a la siguiente conclusiรณn: solo lo ilegible ocurre.โ
Ricardo Piglia siempre dice que si hoy llega un manuscrito de Borges a una editorial lo rechazan, porque son cuentos, es intelectual, no es aparentemente autobiogrรกfico, etc.
Totalmente. Durante aรฑos me manejรฉ con un prejuicio que en muy escasas ocasiones pude esquivar, y no tardรฉ en darme cuenta de que era universal: aquel que dice que el cuento no se vende. Cuando leรญ un libro de Diana Athill, que fue editora en Andrรฉ Deutsch, vi que tenรญan el mismo prejuicio. Le decรญan a Naipaul que no le iban a publicar un libro de cuentos si รฉl no prometรญa una novela. Ahora estuve en Chile y mirรฉ mucho los libros de la editorial Montacerdos, de Diego Zรบรฑiga, que publica cuentos. A menudo es una cuestiรณn de la tiranรญa y la imbecilidad de la moda, y cada tanto hay que transgredirla. Los libros de Samanta Schweblin se leen mucho y son de cuentos. Pero muchas veces por pereza he rechazado algรบn libro diciรฉndole a su autor: โno, cuentos no publicamosโ.
En La Bestia Equilรกtera, donde sobre todo publican novelas y libros de ficciรณn traducidos โen general rescates o textos de hace algunas dรฉcadasโ, tuvieron un atisbo de publicar literatura argentina contemporรกnea, pero no prosperรณ. ยฟQuรฉ pasรณ?
Creo que fue un error conceptual: pensar que los libros que a mรญ me gustaban mucho, sin una adecuaciรณn o sin una colecciรณn, iban a funcionar. Pero no. La comprobaciรณn, ademรกs, fue que estรกbamos en un terreno en el que habรญa mucha competencia. Hicimos un par de reediciones y hay muchas editoriales ahora que se dedican exclusivamente a reeditar literatura argentina.
Armar una editorial nueva parece complicado, con muchos frentes que atender.
En cierto modo se parecรญa a mi primera รฉpoca en Sudamericana, con una desventaja: en Sudamericana los libros extranjeros ya estaban contratados y no habรญa que trabajar mucho en las cuestiones del adelanto y del contrato. Y gracias a las lecciones de Pezzoni, como armar el cuentito e incluso imaginar que el libro era mejor de lo que era, hacรญamos cosas buenas. Acรก, por otro lado, era mรกs bien como una pesquisa sobre viejas sospechas mรญas.
ยฟQuรฉ tipo de sospechas?
Sospechas de que los libros son a veces prematuros o demasiado tardรญos. Yo creo que uno de los grandes mรฉritos de Cien aรฑos de soledad es que Francisco Porrรบa la lee en el momento justo, y que la novela reunรญa una cantidad enorme de elementos que no estaban en otros libros. No era solamente un efecto, o lo que Fogwill llamaba โGarcรญa Marketingโ. Era el momento justo. Viendo esos aรฑos, que me interesan particularmente, los de la psicodelia que nunca existiรณ en la Argentina, me interesa ver los libros que parecen anunciar una libertad absoluta de la literatura, y cรณmo todo eso penosamente fue volviendo a los cauces regulares. La gran novela de la Revoluciรณn cubana, por ejemplo, que es Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, no se pudo leer en su momento como la gran novela de la Revoluciรณn por una serie amplia de factores, y creo que hasta hoy todavรญa no se puede leer asรญ. La literatura es una disciplina extraordinaria, pero tambiรฉn la observancia de la historia lo es. Creo que ese es uno de los grandes mรฉritos de Piglia, su forma de leer la literatura en su contexto histรณrico. Y volviendo a La Bestia Equilรกtera, hay muchos libros que creo que tienen un buen comportamiento cuando los sacas de contexto.
Supongo que en La Bestia Equilรกtera puede publicar muchos mรกs libros que le gustan que en Sudamericana. Pero tampoco sรฉ si el criterio โgustoโ es el criterio excluyente a la hora de publicar.
No lo es. Es un raro balance que tenรฉs que ir haciendo, como una receta que no siempre te sale bien. Luego hay que dejar que el tiempo pase. Evidentemente, por otro lado, no es lo mismo Lezama Lima que Borges, en el sentido de que Borges funciona traducido. Aunque los extranjeros no se den cuenta de lo que Borges estรก haciendo, se deja leer. Pero alguien como Guimarรฃes Rosa parece permanecer en su lengua. Joyce tuvo una suerte especial, aunque fue la campaรฑa de proselitismo mรกs grande de todo el siglo, inspirada tambiรฉn en su megalomanรญa.
Eventos internacionales, como la Feria de Frรกncfort, ยฟle competen a una editorial como La Bestia Equilรกtera?
Ahora no demasiado. Es interesante que uno pueda llevar allรญ sus libros, no ir a comprar. Son interesantes esos lugares si vos tenรฉs algo que ofrecer.
En Frรกncfort suelen ofrecer novedades, que ustedes no publican.
El paรญs que mรกs me interesa es el pasado. Uno ve ahรญ los artificios de una industria. Hay muchos editores crรฉdulos, a los que les habla la gente de marketing. Es lo mismo que se ve en muchas contraportadas: de creerles, cada tres o cuatro meses nace un nuevo Proust. A veces, en las ferias y en las contraportadas, los referentes se ahuecan. ~
es periodista cultural. Colabora frecuentemente en medios como Pรกgina/12, Los Inrockuptibles, Quรฉ Pasa y Quimera. Sus cuentos han aparecido en antologรญas de Argentina, Chile y Mรฉxico.