Entrevista con Navarre Scott Momaday: “Hay más escritores nativos americanos que nunca antes”

Pintor, novelista, ensayista, poeta, Navarre Scott Momaday es el gran nombre de la literatura nativoamericana en Estados Unidos.
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Navarre Scott Momaday (Lawton, Oklahoma, 1934) es el gran nombre de la literatura nativoamericana actual de Estados Unidos. Pintor, novelista, ensayista, dramaturgo y, sobre todo, poeta, revolucionó las letras estadounidenses en 1968 con la publicación de su primera novela, House made of Dawn [Casa hecha de alba], que obtuvo el premio Pulitzer al año siguiente y se consideró la piedra fundacional del llamado Renacimiento nativo americano, una ola literaria que ha dado nombres como Gerald Vizenor, Duane Niatum, Joy Harjo o Louise Erdrich. Este escritor kiowa se crio en una reserva india en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, un mundo que ya casi no existe. “Mi padre nació en 1913, pero entonces los nativos no eran ciudadanos de Estados Unidos”, dice. Su última obra en prosa, Earth Keeper, se publicó en 2020. Son unas memorias en prosa poética que se yerguen, por un lado, como un canto al vínculo entre el ser humano y el mundo natural y, por otro, son un grito de alerta ante la destrucción del planeta. Scott Momaday atiende a Letras Libres por teléfono desde su residencia en Santa Fe, Nuevo México, pocos días antes de su 88 cumpleaños, el 27 de febrero.

Ha cultivado todos los géneros a lo largo de su trayectoria, sin embargo, afirma que usted se considera fundamentalmente poeta y que un poema es “la corona de la literatura”.

Creo que la poesía es la forma más elevada de comunicación verbal. Accidentalmente, he escrito diversas cosas en géneros diferentes, novelas como Casa hecha de alba, pero también libros de viajes y muchas otras cosas, pero a la poesía es adonde vuelvo siempre.

Hablemos de su último libro en prosa, Earth Keeper [El guardián de la Tierra]. publicado en 2020. Es una obra sencilla, una especie de memorias personales en prosa poética, donde intercala poemas, dibujos, reflexiones, recuerdos. ¿Qué le llevó a escribirlo?

El principal motivo por el que escribí el libro fue que quería expresar mi yo y mi enorme creencia en la naturaleza sagrada de la Tierra, un elemento que forma parte de la tradición entre los pueblos nativos americanos. De fondo, también está el cambio climático y la destrucción del medio ambiente por parte del ser humano. Esa fue otra de mis razones para escribir el libro. Creo que hemos olvidado la naturaleza espiritual de la Tierra y más nos vale recuperarla, porque la amenaza es la destrucción de la raza humana.

En sus novelas, como sucede en Casa hecha de alba, la naturaleza y los animales tienen tal presencia que son como personajes propios, un factor que enlaza con la tradición nativo americana.

Bueno, no sé si yo los llamaría personajes, pero desde luego tienen una presencia real en mis libros y en el mundo, o deberían tenerla, y por eso debemos protegerlos. Como usted menciona, los nativos americanos han estado en este continente, el continente americano, durante muchos miles de años, unos 30.000 años o así, por lo que en ese tiempo han desarrollado una relación muy estrecha con la naturaleza en todas sus formas. Así que han aprendido a rezar, a vivir en armonía con la Tierra y con los animales, y protegen esas cosas. Frente a esta tradición, la mayoría de los americanos no nativos están más interesados en explotar la tierra que en vivir en armonía con ella. Ese es el verdadero problema que tenemos y cuyos resultados estamos viendo ahora. La naturaleza se ha enfadado con nosotros y nos está mostrando esa amenaza. Es mejor que escuchemos sus advertencias.

Como profesor de literatura inglesa y como escritor, las dos facetas a las que se ha dedicado, ha prestado mucha atención a la tradición oral. ¿Por qué?

Me interesa la tradición oral porque los nativos americanos no tienen escritura, pero sí tienen una rica tradición oral. En todo el tiempo que estuve enseñando a nivel universitario, he impartido un curso sobre la tradición oral, así que me considero bastante versado en la materia, desde luego sé más que la mayoría de la gente y tengo en muy alta estima la palabra hablada. Muchas de esas tradiciones orales han sido recopiladas y transcritas y ahora las tenemos por escrito, pero quedan muchas que falta por transcribir y eso sigue siendo un reto. Pero la tradición oral sigue muy viva y continúa, todas las personas tienen una tradición oral, lo que pasa es que no piensan en ella, no le prestan mucha atención. Yo siempre he estado muy atento a eso y creo que es una forma muy rica de comunicación, o más exactamente, de expresión, es un tipo de literatura. Pensamos que una literatura es la escritura, y lo es, por supuesto, pero la tradición oral tiene el mismo tipo de valor y estamos rodeados de ella. Las obras de teatro, por ejemplo, son una forma muy interesante e importante de tradición oral en nuestro tiempo.

En el caso de las minorías como la suya, el pueblo Kiowa, recuperar esa tradición oral es importante porque en ella está la memoria de todo un colectivo humano.

Creo que tenemos que entender mejor la forma en que la gente se expresa en su cultura. Tenemos mucha tradición oral en el mundo. Eso y la escritura son la expresión de las culturas, y no son todas iguales, difieren entre sí de maneras interesantes, y desde luego si eres estudiante de literatura deberías entenderlo y explorar algunos de los escritos de otros grupos minoritarios.

¿Cuáles son las influencias fundamentales en su obra?

La tradición oral de los nativos americanos y también escritores a los que admiro mucho. Soy poeta y por eso me interesan otros poetas. Creo que el mejor poeta de la literatura estadounidense es Emily Dickinson. Tengo una gran estima por los poetas de cualquier lengua, aunque los que más me han influido y con los que estoy familiarizado son con los de la literatura estadounidense.

¿Recuerda alguna influencia de la literatura en español?

He leído traducciones, pero sé muy poco de literatura española. Me gustaría saber más. Recuerdo ahora que viajé por España hace mucho. Empecé en el extremo norte, en las cuevas de Altamira y bajé desde allí hasta el sur, hasta… ¿cuál es la ciudad donde está la Alhambra?

Granada.

¡Granada! Pasé algún tiempo allí. Me encanta España, aún recuerdo una tarde que conducía hacia el sur y llegué a Segovia, el sol se estaba poniendo, nevaba ligeramente y vi este gigantesco acueducto sobre la ciudad, fue algo muy impresionante, nunca lo olvidaré. Me encanta España y me gustaría saber más sobre ella. Me gustaría poder leer en español. Lo estoy estudiando, pero soy muy principiante y todavía no he llegado muy lejos, es un idioma fascinante. Hay mucha gente hispanohablante por aquí [por Santa Fe, Nuevo México], y ésa es una de las razones por las que intento aprenderlo, para poder conversar con los hispanohablantes locales.

Su página de Wikipedia dice que trabajó como profesor visitante en la Universidad de Moscú. ¿Es cierto? ¿Cuándo fue eso?

Así es, estuve allí en 1974, mucho antes de la caída del Telón de Acero. Fue muy interesante para mí. No fue cómodo, pero sí fascinante. Disfruté mucho de mi estancia. Enseñé literatura americana en la Universidad de Moscú y luego viajé por Asia Central ese mismo año. Todo era nuevo para mí. Hubo un intercambio de profesores en la Universidad de Moscú y yo fui uno de los americanos invitados, creo que éramos dos. Enseñamos literatura estadounidense a estudiantes rusos, estudiantes de posgrado, y fue estupendo, conocí a mucha gente y supe muchas cosas sobre Rusia. Había problemas, claro, como que se podía viajar tan libremente como uno desearía, pero cuidaron de mí, me trataron como algo valioso para ellos y disfruté de una gran hospitalidad.

¿Cómo ve ahora la guerra entre Rusia y Ucrania?

Es terrible, es una situación terrible…

Hablando de guerras, en sus libros aborda la profunda herida que dejó la Segunda Guerra Mundial en la población nativa americana.

El nativo americano es un hombre muy patriota, supongo que debido a su tradición guerrera. En cualquier caso, es un patriota y en la Segunda Guerra Mundial vio la oportunidad de expresar ese patriotismo, pero en algunos casos fue muy duro para él porque renunció a su forma de vida tradicional y fue arrojado al caos de la guerra, y cuando regresaron a casa estaban muy desorientados y desubicados en su mundo. De ahí surgió de hecho Casa hecha de alba, donde quise abordar ese problema en concreto [el regreso de un nativo americano a su lugar de origen tras haber combatido en la guerra].

Los nativos americanos, además, apenas llevaban unos años siendo oficialmente ciudadanos de Estados Unidos.

Así es, creo recordar que se hicieron ciudadanos en 1926 o así. No hace mucho, de hecho, a pesar de llevar aquí tanto tiempo. Mi padre no era ciudadano estadounidense cuando nació, por ejemplo. Yo ya lo fui, pero ya sabes, a los nativos americanos nos llegó tarde la ciudadanía. Mi padre nació en 1913 y se hizo ciudadano entonces, en 1926.

¿Sigue habiendo muchos estereotipos sobre los nativos americanos hoy día?

Ah, sí. Sí, no hay duda de eso, todavía hay muchos, como que es un tipo como glorificado, no se deja de hablar sobre la nobleza del indio y todo eso que son estereotipos, como también la figura del indio borracho, del que tanto se habla, eso es otro estereotipo también. Hay muchos ahí difíciles de superar.

Por eso es importante que los propios nativos escriban y cuenten su propia historia, ¿no le parece?

¡Eso es lo que estoy haciendo ahora, precisamente! Estoy escribiendo un libro que es una especie de historia libre de la tribu Kiowa, la mía. Es una especie de escritura autobiográfica para tratar de explicar lo que ha llegado a ser la evolución de los nativos americanos desde el principio en América del Norte hasta la actualidad. Yo represento la actualidad, así que es autobiográfico hasta cierto punto. Voy por la mitad, más o menos, espero que se publique en menos de un año, en otoño probablemente.

Usted vivió de pequeño en una reserva de nativos americanos. ¿Cómo era?

Viví un poco, no mucho. Dejé el pueblo kiowa cuando era muy joven, así que no he tenido mucha oportunidad de hablar el idioma. Mi padre sí lo hablaba, aunque entre nosotros conversábamos en inglés, así que he acabado sabiendo más de otras lenguas que de la de mi propia tribu, como Navajo, Apache o Pueblo. Pero la vida en las reservas ha cambiado mucho durante mi propia vida. En esos años, ha llegado los tiempos modernos y ha sido más fácil para los indios vivir fuera de la reserva. Ahora hay una gran población india en las ciudades, en los centros urbanos del país. Así que ha cambiado mucho en ese sentido.

¿Y sigue habiendo discriminación?

Hasta cierto punto, sí, aún existe. Es peor en ciertos lugares que en otros. En la parte norte del estado de Montana, la discriminación es bastante grave y generalizada. Frente a esto, ahora hay más escritores nativos americanos que nunca antes, especialmente entre los jóvenes. En Santa Fe, donde yo vivo, desde los años 60 tenemos el llamado Instituto de Artes Indias Americanas, que tiene un buen departamento de escritura y que ha producido un gran número de escritores.

¿Cuál es su rutina para escribir?

Me gusta escribir a primera hora de la tarde, de la una a las cuatro, más o menos.

¿Y qué lee mientras escribe un libro?

Leo poco, mi vista me impide leer mucho. Me gusta leer, por supuesto, pero ahora soy un lector lento, muy lento. Me encantan los libros e intento mantenerme al día de la actualidad, claro, pero no soy un gran lector, ojalá lo fuera.

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