a Giancarlo
Aún no sé si me oyen o en su graznar continuo
me cubren con su lengua de arrecifes.
No hay casa sin abismos,
no aquí donde los cuartos se avecinan.
Todo queda reunido, despoblado, imposible
de acomodar o de otorgarle un sitio.
No lo hay, no hay lugar, ningún lugar
es el lugar que recordamos
con la constancia de los hijos.
Quiénes,
qué parte sobrevive, o qué se impone, tensa,
se adiestra como flecha.
Qué hemos visto,
qué verán las gaviotas, cansadas de su estepa,
o de los dientes que al volar les brotan.
Es difícil dar forma,
encontrarnos en dos o en tantos tiempos,
tantas palabras a la vez,
no estar agradecido
de una casa sin ecos. ~
(Sevilla, 1954) es filólogo y poeta.