¿Qué expresión te llevarías a una isla desierta? Expresión de la cara, quiero decir, y me lo pregunto porque al abrir un mail veo la cara de Paul Cézanne y la de Émile Zola, que aparecen juntos porque se publican ahora sus cartas. Uno sale en sepia y otro en tonos grises, muy contrastado (Cézanne), y así casi te preguntarías cómo iban a mantener una correspondencia estos dos que vistos desde ahora parecen pertenecer a mundos diferentes. Pero más que por el sistema de revelado es por la expresión de sus caras. Cézanne parece aquí más dispuesto a enfrentarse al mundo, o a introducirse en el mundo voy a decir, por no traer términos bélicos. A juzgar por sus expresiones, mucho más divertido es ser pintor que escritor. ¿Te mantiene más vivo? Cézanne sale atento y como esperando tu observación para contestarte algo ingenioso, y dan muchas ganas de hablar con él, mientras que Zola tiene −presenta− un aire abotargado y le llevarías un vasito de agua. No creo que fuesen sus temperamentos: Zola estaba desde luego dispuesto a la réplica; Cézanne seguramente se pasaba días sin hablar. La impresión es gratuita, pero de pronto la escritura me parece un oficio muy estático, a no ser que lo desempeñes como reportero o corresponsal.
Al felicitar el otro día por su cumpleaños a mi amigo A, a quien casi nunca veo porque vive en Alemania, me contesta, al despedirse, “como decía nuestro amigo Henry, sé feliz, pase lo que pase”. “¿Qué Henry?”, le digo. Creo que no es un chiste, porque no se me ocurre ninguna palabra que rime con jenri. “Henry Miller”, me contesta, y entonces me acuerdo de lo alegre que es Henry Miller, y lo poco estático. A ver si nos estamos acordando bien: elijo la página por la fecha (27 de febrero de 1932). Es una carta a Anaïs Nin, y curiosamente habla de escribir pero también de pintar: “… las cosas van para arriba. Estoy excitado. Me despierto después de cinco o seis horas de sueño y en ese mismo instante ya estoy pensando en la próxima línea de mi libro. Al mismo tiempo, pienso en términos de color. Necesito ratos libres para pintar algunas acuarelas, al menos una o dos cada día […] Estoy pensando en todos los sentidos posibles… el nuevo explosivismo […] A veces mi francés decae… en especial cuando me encuentro fatigado. Volveré a arremeter contra él [jenri también cae en la terminología bélica] una de estas mañanas, mientras silbo al afeitarme. Sí, he empezado a silbar y cantar por las mañanas…”. Bueno, pues efectivamente es un borbotón feliz lo que encontramos, y puede que la escritura no sea tan mala práctica. Cantaré y silbaré por las mañanas aun cuando no me afeite.
Lo de llevarse una expresión u otra a una isla desierta no es tan descabellado como parece si lo comparamos con el proverbial libro, que también inspiraría las ganas de comentarlo con alguien después de unas páginas brillantes o al acabarlo; la expresión de la cara no solo sirve para que nos la vean los demás sino que también afecta al estado mental, por lo visto, en un camino inverso. Se sonríe porque se está contento, pero si se sonríe se puede llegar a estar contento, lo cual en una isla sin nadie más puede resultar de lo más útil, y la sonrisa se distingue y llega al cerebro incluso aunque no te hayas afeitado. Que lo parezca hasta que lo sea era el lema de la radio de El Estado Mental. Es una frase de Goethe, de Wilhelm Meister. Del diario de viaje de Goethe por Italia, el 27 de febrero, pero esta vez de 1787: “…hoy ha sido un día muy gozoso para mí, he pasado el tiempo contemplando las más maravillosas vistas…” (en Nápoles). Nada entonces de abotargamiento ni estatismo; escribiré sobre todos los lugares a los que viajo, y pintaré una acuarela o dos al día, que es algo que también me propongo hacer en los viajes y a veces consigo.
Anoche justamente estuve mirando los dibujos de Kafka, y en la edición aparecían juntos los dibujos que habían hecho él y Brod de la casa de Goethe en Weimar (¡la de F tiene cara, tiene expresión!). En la página de al lado, su dibujillo de la torre de la iglesia de Osteno, que está en el lago de Lugano, lo cual me gustó porque este verano yo también dibujé, a lo largo de unas vacaciones en que cumplí mi plan de dibujar a diario, la torre de la iglesia de San Vittore, en Muralto, que está en el lago de arriba. Esto son bocetos pero lo que vamos recogiendo a lo largo de los días va remansándose en las orillas de las páginas. Un truco es representar con las facciones la emoción que se quiere transmitir en lo que se dibuja o se escribe mientras tanto. Schubert decía que siempre sonreía cuando copiaba las notas. Esto me lo acabo de inventar, pero ¿no tiene unos pasajes muy alegres? Cada mañana, el tiempo que ahorre en afeitarme lo emplearé en hacer un dibujo. Y te los mandaré. Espero que estés muy bien. Va un extracto del diario de Čiurlionis: “Uno debe llevar la luz en su interior. Esa luz debe disipar la oscuridad a lo largo del camino, de modo que todos puedan encontrar la luz dentro de sí mismos y seguir caminando, en lugar de quedarse en la oscuridad como si no supiesen adónde se dirigen. De otro modo, serían arrastrados por la tormenta y nunca verían la luz que aparece después de la tormenta, nueva y preciosa. La luz antes de la tormenta, la tormenta y de nuevo otra vez la luz después de la tormenta: este ciclo se ha repetido desde el principio del mundo”.
Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).