Cervantino es el adjetivo que persigue siempre a Luis Landero. Cervantino en sus formas, en su humor, en la forma de construir personajes. Sin embargo, tengo la sensaciรณn de que en su literatura Kafka es tan importante como el autor de El Quijote y que aรบn mรกs lo fueron los relatos que le contaba su abuela Frasca en su Alburquerque natal, cuando todavรญa era un niรฑo. La tradiciรณn oral es la piedra angular sobre la que se construye la obra de Landero, un escritor que publicรณ su primera novela cumplidos los cuarenta, Juegos de la edad tardรญa. Y aquel libro, una de las mรกs bellas rarezas de la literatura espaรฑola del siglo XX, le valiรณ el premio de la Crรญtica y el Nacional de Narrativa.
Landero ha sido un novelista tardรญo. En su juventud fue oficinista, poeta y guitarrista flamenco. Despuรฉs, tarde tambiรฉn, llegรณ a la universidad. Ejerciรณ de profesor de francรฉs sin dominar la lengua de Moliรจre y luego de literatura. Ese es el hilo invisible que conecta toda su vida, como รฉl mismo confiesa en las pรกginas de El huerto de Emerson: “pasรฉ de la infancia a la literatura, sin transiciรณn”. Landero guarda en su casa decenas de libretas llenas de apuntes y tachones, durante aรฑos ha practicado el ensayo-error hasta alcanzar una prosa limpia, sin un รกpice de grasa, una mezcla de cรกlculo y belleza donde nunca sobra ni falta un adjetivo. Asegura que toda su vida ha perseguido decir lo indecible, describir lo inefable, y hacerlo a la manera en que lo hacรญa Chรฉjov, contando las cosas como no las ha contado nunca nadie.
Hay dos caminos que confluyen en la obra del nuevo premio Nacional de las Letras. De un lado estรกn sus primeras novelas, las que siguieron al exitoso Juegos de la edad tardรญa: Caballeros de fortuna; El mรกgico aprendiz o El guitarrista. Y de otro estรก El balcรณn en invierno, libro que marca un antes y un despuรฉs en su trayectoria, en el que hastiado de la ficciรณn emerge el verdadero Landero; en el que el hรกbil y mentiroso escritor escarba en su propia memoria, vuelve a ser aquel crรญo de pueblo que emigrรณ al madrileรฑo barrio de La Prospe, vuelve sobre sus orรญgenes para hacer las paces con su padre. Ese es el centro de todo, la necesidad de congraciarse con el padre muerto, fallecido cuando รฉl tenรญa diecisรฉis aรฑos. El hombre con el que nunca llegรณ a entenderse, al que siente que siempre decepcionรณ en vida. El balcรณn en invierno, un retrato de una Extremadura rural que ya ha desaparecido, puede entenderse tambiรฉn como una especie de regalo al padre.
La escritura de ese libro autobiogrรกfico no fue catรกrtica, pero sรญ sirviรณ para liberar a Landero. “ยฟQuรฉ hacer?, ยฟdรณnde estรก en verdad la vida?”, se pregunta. Y desde entonces navega รกgil por el terreno de la construcciรณn de la memoria. ยฟCuรกn tramposa es? ยฟCuรกnto deformamos nuestros propios recuerdos? ยฟSiempre contamos una versiรณn mejorada de nosotros mismos?
La experiencia propia, la vida, es el material que alimenta la imaginaciรณn de Landero hasta situarnos en una frontera casi imperceptible. โVi con entera lucidez cuรกl habrรญa de ser el prรณximo proyecto grande de mi vida. ยฟCรณmo no se me habรญa ocurrido hasta ahora? Eso es. Buscarรฉ y encontrarรฉ a mi madre y me reconciliarรฉ con ella, y a travรฉs de ella tambiรฉn con mi padre y conmigo mismo, porque mientras no ajuste cuentas con los tres, no encontrarรฉ en el presente ni un momento de pazโ, escribe en las pรกginas de La vida negociable, la primera novela que entregรณ tras El balcรณn en invierno.
Si trazรกramos un mapa de la obra literaria de Luis Landero podrรญamos decir que Lluvia fina es una isla en medio de un ocรฉano, una rareza dentro de su trayectoria. Una novela oscura, desoladora, asfixiante. Es una historia que habla de esos secretos familiares que siempre terminan por explotar, un libro en el que el escritor juega con otros registros y que precede a Una historia ridรญcula. Es la tragicomedia amorosa que llegรณ hace unos meses a las librerรญas y que volviรณ a unir en los titulares el nombre de Luis Landero con el humor cervantino, aunque en realidad Marcial, el protagonista, parezca haberse escapado de una obra de Shakespeare.
Landero es un lector voraz que afirma haber sido mรกs feliz dentro de los libros que fuera de ellos. Es tambiรฉn un hombre afable, un gran conversador, dueรฑo de un tono de voz poderoso y de una voz literaria que podemos, ya sรญ, calificar como un gรฉnero en sรญ mismo: Landerismo.
El escritor cita de forma recurrente una frase de Herรกclito, โel carรกcter de un hombre es su destinoโ. Y este lunes la noticia del Premio Nacional de las Letras le pillรณ en un atasco camino de su pueblo, el pueblo de su padre, al que seguro le habrรญa gustado saber que la casa de cultura de Alburquerque lleva ahora el nombre de Luis Landero.
Lara Hermoso es periodista en RNE.