aunque uno sabe que los árboles lloran
y las nubes meditan sobre las copas desgarradas
qué puta contrición la de morirse
la de abandonar a los hijos
y hacerles creer que un milagro seco
nacido marchito aun con su corte de nardos
asomará su aridez en los vitrales
por eso sollozan cipreses y calendarios
y las garrafas ateridas cansadas de aguardar
a los labios mugrosos de la tristeza
los dientes afligidos tras la depresión
cenizos en invocaciones celestiales
ahora en la arrogante terapia intensiva
en cruces que asfixiaron al milagro
pues sólo se yergue la oferta indolente de tumbas
el antibiótico necio en la sonda negra
la sombra negra del credo estrellado en el muro
la hiedra negra del cuerpo arrumbado
pues aunque sabemos que las arboledas
y las madres cabizbajas los faroles en las plegarias
las blasfemias los escapularios y las ventanas
gimen inconsolables por la ardiente verdad
de hundirse y desamparar a los hijos
la vida en sanatorios y pasillos hastiados
se resume a esa gota de tosca sequedad
a drogarse con la podrida desesperación
y vomitar súplicas relámpagos y salmos
pues debemos alejarnos del sagrario
de la amada y el gesto roto del padre nuestro
no ver más aves en la risa de las botellas
al hermano enfrente con sondas y jeringas
hermano espejo agonizante con nosotros
porque morimos solos aunque nos abrasemos
aunque nos despedacemos en retratos tristes
por estar zafios y rasgados y vivos en la suciedad
nos morimos con el hermano enfrente
vestidos de liturgia en terapia intensiva
dispuestos al día muerto de mañana
sin responder a la caricia de la resolana
a los trinos albos de los noctívagos desgreñados
la escarcha que canta el porvenir y la añoranza
aunque sabemos que las florestas
las calles las plantas las navajas que meditan
y los ojos asustados de los niños lo advierten
esta miserable evidencia de morir es tan nublada
tan artera sinfonía de cuchillos metafísicos
y a pesar del sollozo la llovizna de zarpazos
la melodía del tiempo vuela para besar el quebranto
vuelve a arrodillarse despechada
frente a la exuberante convicción de las esferas
morder despacio lodo y morir siempre
(Ciudad de México, 1967), es poeta. Su libro más reciente es Helada la cabra de alcohol enterrado (UANL, 2023).