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La anรฉcdota, contada por el propio autor en Roma, Nรกpoles y Florencia, es bien conocida: al contemplar los frescos de la iglesia de Santa Croce, en Florencia, Stendhal es presa de una gran emociรณn; se le acelera el pulso, siente vรฉrtigo, se marea y estรก a punto de desmayarse. Asรญ nace lo que posteriormente la psicologรญa bautizarรญa como el Sรญndrome Stendhal, o sea, una reacciรณn psicosomรกtica extrema frente a una gran obra de arte. Sin embargo, creo que podrรญamos hablar de otro Sรญndrome Stendhal: el causado por รฉl mismo y la fascinaciรณn por su obra. Yo lo contraje la primera vez que leรญ Rojo y negro y espero no curarme nunca.
Leรญ Rojo y negro relativamente tarde, o sea, no en la adolescencia, cuando leรญa, enfebrecido, a los novelistas rusos, sino un poco despuรฉs, a los veintidรณs o veintitrรฉs aรฑos. Un buen dรญa, en una librerรญa de uso que habรญa en la esquina de mi casa y en la que adquirรญ muchos libros, La Rueca de Gandhi, aparecieron decenas de volรบmenes empastados en piel de la vieja editorial Calpe (Compaรฑรญa Anรณnima de Librerรญa y Publicaciones Espaรฑolas), antes de fusionarse con Espasa. Comprรฉ varios, entre ellos el de Rojo y negro (Madrid, 1919), que cumpliรณ hace poco cien aรฑos. Es un volumen grueso, con pasta espaรฑola, dividido en dos tomos y que desprende un inconfundible olor a piel y papel viejo. Sobra decirlo, todo verdadero amante de los libros ama tambiรฉn sus olores y es capaz, en los mejores casos, de distinguirlos por ellos; a la fecha, cada vez que compro un libro, aunque sea nuevo y materialmente no valga nada, lo primero que hago es abrirlo a la mitad y oler sus pรกginas.
Poco tiempo despuรฉs de publicar Rojo y negro, en 1830, Stendhal escribiรณ que jugaba una loterรญa cuyo premio mayor era ser leรญdo en 1935. Esa loterรญa ya la ganรณ sobradamente y, de hecho, estรก a punto de duplicarla, pues la novela, quรฉ duda cabe, serรก leรญda en 2035. Stendhal es un hombre de, por lo menos, tres siglos: hay un Stendhal dieciochesco, ilustrado y libertino; hay un Stendhal decimonรณnico, romรกntico y realista, y el Stendhal plenamente moderno, el ganador de la loterรญa, del XX. Podrรญamos preguntarnos ahora si lograrรก abarcar tambiรฉn el XXI, pero la pregunta correcta serรญa mรกs bien: ยฟserรก el siglo XXI digno de Stendhal? Confรญo que sรญ.
Los lectores de novelas bien podrรญan clasificarse en tres clases segรบn la Santรญsima Trinidad de la novela francesa: los que prefieren a Balzac, los partidarios de Flaubert y los que aman a Stendhal. Yo soy, desde aquella primera y fervorosa lectura del Rojo, un stendhaliano incondicional.
Henri Beyle, verdadero nombre de Stendhal, fue un novelista mรกs bien tardรญo. Podrรญamos decir, parafraseando a Pรญndaro, que le tomรณ tiempo convertirse en el que era. Antes de adoptar el nom de plume que lo harรญa famoso, ensayรณ muchos otros: Dominique, Salviati, Barรณn de Cotandre, William Crocodileโฆ Pionero de la heteronimia, habรญa en รฉl una tenaz voluntad de ocultarse y ser otro. โCon gusto usarรญa una mรกscara y me cambiarรญa de nombreโ, escribiรณ alguna vez. Publicรณ Rojo y negro cuando tenรญa cuarenta y siete aรฑos. Antes habรญa publicado libros de diletante sobre mรบsica (Vidas de Haydn, Mozart y Metastasio), pintura (Historia de la pintura en Italia) y libros de viajes (Paseos por Roma). Sin embargo, es el tรญpico caso del escritor que, siendo un narrador de raza, necesitรณ un largo tiempo de maduraciรณn para dar sus mejores frutos, que luego fueron apareciendo, uno tras otro, sin aparente esfuerzo: Rojo y negro, Vida de Henry Brulard y La cartuja de Parma. Leonardo Sciascia, novelista italiano y eminente stendhaliano, dice en su libro Adorable Stendhal que el stendhalianismo tiene tres etapas: en la primera prefieres Rojo y negro, luego pasas a La cartuja y finalmente reconoces que lo mejor es el Henry Brulard. Gustรกndome las tres, serรก que aรบn no paso de la primera, porque me sigo inclinando por el Rojo, aunque me queda claro que el futuro pertenece al Henry Brulard โese serรก, creo yo, el Stendhal del siglo XXIโ, esa autoficciรณn antes de la autoficciรณn.
Julien Sorel, el protagonista, es el primer hรฉroe novelesco plenamente moderno: complejo, contradictorio, problemรกtico. Alguien podrรญa calificarlo de egoรญsta, ambicioso, hipรณcrita y oportunista, y tendrรญa razรณn, y otro podrรญa decir que es generoso, noble, franco y desinteresado, y tambiรฉn tendrรญa razรณn, porque es todas esas cosas y mรกs. Julien โmuchacho de orรญgenes humildes, devoto admirador de Napoleรณn, cuyo talento e inteligencia le permiten un ascenso meteรณrico, si breve, en la Francia de la Restauraciรณnโ representa, ante todo, la energรญa y la ambiciรณn de la juventud. Rojo y negro โStendhal todoโ es, en ese sentido, eminentemente juvenil. ยฟY quรฉ joven con sangre en las venas no ha sido, en un momento u otro, como Julien? La primera vez que aparece en la novela lo vemos trepado en una viga del aserradero de su padre, leyendo. La imagen es emblemรกtica de su destino: Julien estarรก siempre solo, mรกs alto. Es precisamente esa singularidad la que lo hace sobresalir, pero tambiรฉn la que lo vuelve vรญctima de odios y envidias.
En su Diario, Stendhal escribiรณ una vez que รฉl seguramente no serรญa nunca un buen novelista porque no le gustaba describir. La descripciรณn, a veces morosa, de personajes y objetos โpace Flaubertโ es, en efecto, una de las principales caracterรญsticas de la novela realista del siglo XIX. Paradรณjicamente, es esa aversiรณn a las descripciones y la inclinaciรณn decidida por la narraciรณn la que creo que hace a Stendhal tan moderno. Porque Stendhal, como novelista, es, ante todo, un extraordinario narrador de acciones, que se suceden una a otra con un ritmo vertiginoso. Por esto, con razรณn Ortega y Gasset lo llamรณ โel archinarrador ante el Altรญsimoโ. Pocas obras ejercen de tal forma el embrujo de lo novelesco como la suya.
Sin embargo, por lo que mรกs amo a Stendhal es por su filosofรญa vital, el beylismo, que se trasluce en cada una de sus obras. En otra entrada de su Diario, a propรณsito de un amigo suyo que penaba excesivamente de amores, escribรญa: โCrozet sigue enamorado de Aโฆ estรก triste y entristece a los demรกs. Se lo digo a cada rato para volverlo un poco beylista, pero se resiste. La voluptuosidad nunca tendrรก en รฉl un adorador verdadero. Me parece casi irrevocablemente consagrado a la tristezaโ.
ยฟQuรฉ es el beylismo? Antes que nada, la persecuciรณn de la felicidad, le bonheur, palabra con un significado muy especial en la obra stendhaliana. Comienza, por lo tanto, por un rechazo categรณrico a los encantos de la tristeza, la melancolรญa, la gravedad y el sufrimiento (todos ellos รญdolos del Romanticismo), y una afirmaciรณn no menos categรณrica de la alegrรญa, el entusiasmo y el placer. El beylismo es un epicureรญsmo y un hedonismo. ยฟCuรกles son las fuentes de la felicidad stendhaliana? Los placeres sensuales de la naturaleza, la comida y la bebida; los intelectuales de la imaginaciรณn y la creatividad; la emociรณn estรฉtica dada por la literatura, la pintura o la mรบsica; la amistad, el amor y el sexo. La felicidad serรญa una mezcla afortunada de sentidos, imaginaciรณn, intelecto y voluntad (esta รบltima resulta fundamental pues a la dicha hay que buscarla activamente y no esperarla sentado), y el beylista una persona radicalmente individual, independiente, que se forma sus propios juicios, autรฉntica, franca, introspectiva y resuelta.
Stendhal sabรญa que su pรบblico ideal era forzosamente minoritario, que las almas afines a la suya no abundaban. Por eso, a partir de cierto punto, puso a todos sus libros la misma dedicatoria: โTo the happy fewโ. Esa minorรญa feliz es el autรฉntico pรบblico stendhaliano. La frase probablemente la tomรณ del Enrique V de Shakespeare. El rey arenga a sus tropas antes de una dura batalla: โwe few, we happy few, we band of brothersโ. Y los lectores de Stendhal, a lo largo y ancho del mundo y a travรฉs del tiempo, constituyen tambiรฉn una especie de fraternidad.
Cuando voy a Parรญs, me gusta darme una vuelta por el cementerio de Montmartre, donde estรก enterrado Stendhal, que muriรณ fulminado en plena calle por una apoplejรญa โcomo รฉl habรญa pedido en Los privilegios, una muerte rรกpida y sin dolorโ el 23 de marzo de 1842. Su epitafio, รบltima mรกscara, reza: โArrigo Beyle. Milaneseโ. Despuรฉs, tres verbos: โEscribiรณ. Amรณ. Viviรณโ. La tumba siempre tiene flores.
(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.