Muchos aspectos de la vida humana son mejores ahora que en ningún otro momento de la historia. Eso no anula el sufrimiento que padecen millones de personas, ni los costes y los peligros provocados por el éxito de nuestra especie. El desarrollo que hemos alcanzado se debe en buena medida al pensamiento científico: a la experimentación, la evaluación y la corrección. Es también la mejor estrategia para el futuro, y se basa en la duda y en la desconfianza ante las ideas que pretenden explicarlo todo.