Tres acontecimientos han derribado las certezas que economistas y politólogos tenían hasta hace una década sobre los asuntos internacionales: la guerra comercial entre países ha puesto en duda el papel de las instituciones globales, que supuestamente nos conducirían a un mundo económicamente interconectado; la pandemia ha evidenciado problemas de cooperación global y de las cadenas de suministro; y la invasión rusa de Ucrania ha exhibido el desprecio de una superpotencia por las normas internacionales y ha dejado en el aire el uso o no del armamento nuclear. En un escenario de “incertidumbre radical”, lo que necesitamos es crear sistemas más flexibles y desarrollar nuestra habilidad de aprender sobre la marcha.