Por qué necesitamos a la sociedad civil

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Hace medio siglo, el término “sociedad civil” provocaba toda clase de malentendidos. Parecía aludir a cierto sector “burgués” o ser un concepto más propio de otra época. Sin embargo, hacia finales del siglo XX la idea de “sociedad civil” se revitalizó y popularizó en una gran diversidad de contextos, lo cual evidenció que la expresión tenía sentido para millones de personas, que vieron en ella una idea que concentraba por igual las iniciativas no gubernamentales, los grupos de resistencia contra el poder autoritario y un número importante de movimientos sociales. Pronto se convirtió en un lema de uso común para los organismos internacionales como la ONU y las organizaciones filantrópicas.

Como explica el politólogo John Keane, la sociedad civil parecía cifrar una idea de pluralismo y de convivencia que desafiaba lo mismo al gobierno que al mercado. El concepto nos recordaba que la gente libre puede reunirse “en grupos, asociaciones y redes al margen de los grandes negocios y del poder estatal”. De ahí su atractivo y su visibilidad pública. Sin embargo, de unos años a la fecha, los ataques contra la sociedad civil han arreciado en diversas partes del mundo, especialmente en aquellos países con gobiernos populistas. Y es verdad que, aunque en México autoridades de todos los sexenios han querido minar el trabajo de las organizaciones ciudadanas que las vigilan, la actual administración se ha mostrado particularmente hostil, dedicada no solo a obstaculizar sus labores sino a desacreditarlas como participantes indispensables de nuestra democracia.

Este número busca poner en primer plano el trabajo de la sociedad civil organizada y contrarrestar la engañosa oposición entre la participación ciudadana y la representación política, entre las organizaciones de la sociedad civil y el poder público. Como sostienen las voces que hemos reunido para tal propósito, una sociedad que se precie de ser democrática necesita de la participación de actores tanto gubernamentales como ciudadanos. Y, sobre todo, necesita de un diálogo constante entre ellos.


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