La democracia es el mejor sistema político que conocemos. Ninguna otra forma de gobierno da tanta libertad y prosperidad a los ciudadanos. Pero su éxito ha contribuido a la relajación y la autocomplacencia. Ahora, cuando las dificultades económicas, la erosión institucional y los cambios sociales causan problemas a muchas democracias, vemos que nuestra política es más frágil de lo que parecía y que nos cuesta pensar en la forma de afrontar nuevos y viejos desafíos. En este número analizamos algunos de los problemas y debates que afectan a un sistema por definición imperfecto, pero también infinitamente mejorable. ~