La oferta política de cara a las elecciones de julio se ha “derechizado”, no en todos los aspectos, pero sí en el que compete a los derechos y las libertades individuales. Los dos grupos más importantes –el Partido Encuentro Social y el Frente Nacional por la Familia, uno evangélico y el otro católico– han sabido amplificar su discurso en torno a temas como el aborto y el matrimonio igualitario, y se han apropiado de conceptos claves para la democracia. Los candidatos están dispuestos a escucharlos y algunos a sellar alianzas con ellos. Es probable que la derecha religiosa obtenga espacios de poder en la siguiente administración. La lógica a corto plazo de las elecciones podría poner en riesgo al Estado laico.