Confieso que pocas veces me ha interesado lo que sucede en el estado de Texas. Esta vez, sin embargo, lo apretada que está la próxima elección al Senado no solo me tiene interesado sino intrigado.
Me interesa porque un triunfo demócrata podría presagiar la neutralización de la agenda de Donald Trump en los siguientes dos años. Y si este triunfo viniera acompañado, como se espera, del asalto demócrata a la Cámara de Representantes, sería verdaderamente glorioso. Desde 1993, cuando el legendario senador demócrata Lloyd Bentzen dejó su curul, los republicanos han dominado la Cámara Alta.
Me intriga porque los símbolos que se manejan en esta elección atañen a la comunidad hispana en Estados Unidos. Uno de los candidatos se llama Beto y el otro Ted. Beto nació en El Paso y habla muy bien el español aunque es de origen irlandés. Ted nació en Calgary, Canadá, de padre cubano y madre estadounidense y apenas si balbucea el castellano.
Beto le ha propuesto a su adversario que por lo menos dos de los debates por venir se hagan en español; Ted se ha negado, no solo por su insuficiencia verbal en castellano sino porque parece creer que con solo hablar bien en español Beto ganará el voto hispano. Curiosa inferencia que revela no solo una actitud condescendiente sino un profundo desprecio a la comunidad en tanto que reduce el tema a una especie de lealtad lingüística. Como si los hispanos no pensáramos sobre los problemas del país y al votar nos guiáramos únicamente por afinidad al idioma.
Los estrategas de Cruz dicen que Beto, cuyo nombre verdadero es Robert Francis, se autonombró así para atraer el voto latino. Es falso y para disipar dudas, Beto ha hurgado en los álbumes fotográficos de la familia para mostrar su foto de niño con un sweater que tiene grabado su apodo.
Otro error de cálculo de Ted es creer que los hispanos no hablamos inglés. La mayoría de los votantes somos bilingües y el español solo predomina entre quienes no se han nacionalizado, no se han empadronado para votar o son indocumentados. Supongo que el propósito de Ted es pintarnos como extranjeros para asustar a los blancos y motivarlos a votar.
Robert Francis “Beto” O’Rourke, es el representante de El Paso en el Congreso y se graduó en humanidades en la universidad de Columbia en Nueva York. Fue el capitán del equipo de remo de la universidad e integrante de una banda de rock punk. Su plataforma política es liberal, (de izquierda se diría en América Latina).
Ted Cruz es senador por Texas, se graduó en la universidad de Harvard y se ha desempeñado en puestos políticos estatales y federales. En 2016 compitió, sin éxito, por la nominación de su partido a la presidencia. Es extremadamente conservador.
Beto favorece la legalización de la marihuana, la reforma migratoria integral y la atención médica universal; defiende los derechos de las personas LTGB, y de las mujeres a decidir sobre su embarazo; aboga por una mayor regulación ambiental y por leyes con sentido común sobre el control de venta de armas.
Ted se opone al aborto, al seguro médico universal, al control a la venta de armas, a la legalización de la marihuana, a la normalización de las relaciones con Cuba, a una reforma migratoria integral y a la regularización de los DREAMERS. Favorece la pena de muerte y apoya la separación de padres e hijos migrantes que cruzan la frontera buscando asilo.
Beto ha sido descrito como el “siguiente Bobby Kennedy” por su defensa de los derechos humanos y de la igualdad racial. Su carisma es tan impresionante que Mick Mulvaney, el director de presupuesto en la Casa Blanca de Trump ha advertido a sus colegas que no se extrañen si la gente le prefiere.
Cruz es un hombre al que John McCain describió como “un pájaro extraño cuyas creencias no coinciden con el punto de vista de la mayoría republicana” y Para John Boehner, antiguo líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, como “Lucifer encarnado”.
Así las cosas, mi esperanza es que las abismales diferencias de carácter entre ambos individuos atraiga a un número sustancial de texanos blancos e hispanos e incline la balanza a favor de Beto O’Rourke.
Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.