Los agricultores que se han manifestado estos días reclaman cláusulas espejo. Estas cláusulas exigen que el producto que se importe a un país de la Unión Europea lo haga en las mismas condiciones que se imponen a los ganaderos y agricultores de los 27. Entre quienes critican las manifestaciones destacan los que niegan que los agricultores sean trabajadores, los que les reprochan que los tractores sean caros o quienes señalan que las manifestaciones están politizadas y los manifestantes están desinformados o creen en teorías conspiratorias. Esto se dice en el país del Nunca Mais (y de su remake frustrado ante las elecciones gallegas), y en el país del 15-M y de manifestaciones feministas contra “la justicia patriarcal”. Las protestas presentan algunas paradojas clásicas y otras novedosas: que se produzcan cuando la situación económica del campo es algo mejor tras unos años durísimos, que los sindicatos sean solo un órgano de propaganda del gobierno y que los que pasan el día hablando de la diversidad española solo aludan con ello a las oligarquías nacionalistas y no soporten la variedad real. Pero el mismo gobierno ofrece valiosos ejemplos que indican una predisposición gubernamental hacia las cláusulas espejo, las muñecas rusas y la figura del doble en general. A veces es en la buena dirección y casi siempre en dirección contraria, pero ya sabemos que esa puede ser luego la buena dirección. Por ejemplo, Sánchez ha anunciado un departamento de asuntos culturales en Moncloa. Lo lógico sería que el ministerio de cultura creara un departamento de asuntos presidenciales. El ministerio de cultura ha anunciado que instalará una oficina de las violencias machistas. Según El País, “No hay muchos más detalles. No existe todavía una memoria económica. Tampoco se conoce cómo será la estructura, ni cómo encajará en el organigrama del ministerio, ni quién lo dirigirá, ni el personal del que dispondrá”. Sería pejiguero criticar esa inconcreción: lo que importa es la farfolla, señalizar el desprecio a los procedimientos legales y utilizar dinero público para colocar a los colegas. Naturalmente, espero que el departamento de cultura dependiente de Moncloa cree otra oficina de violencia machista: así se podrá pedir una segunda opinión. Moncloa también tendrá una oficina de asesoramiento científico, que puede aconsejar cómo plagiar tesis doctorales y remitirse a comités de expertos inexistentes. Otro ejemplo especular es que el PSOE en Europa apoye la resolución donde se expresa “una profunda preocupación por las supuestas relaciones entre los secesionistas catalanes y el Gobierno ruso”, mientras en España sus negociaciones con la ultraderecha independentista agotan los sinónimos de la palabra abyección. Estos espejos no son deformantes: es la realidad que reflejan la que está deformada.
Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).