En abril de 2013, la Cรกmara de Diputados otorgรณ la Medalla Eduardo Neri a Jacobo Zabludovsky. Pocos saben que Neri fue el valeroso diputado guerrerense que levantรณ su voz de protesta tras los asesinatos de Serapio Rendรณn y Belisario Domรญnguez. Todos sabemos quiรฉn es Zabludovsky y muchos, con buenas razones, nos congratulamos de ese reconocimiento.
De lunes a viernes, las cincuenta y dos semanas del aรฑo y a lo largo de al menos cuatro dรฉcadas, Jacobo –como la gente, con familiaridad, le dice– apareciรณ en la pantalla del Canal 2. Su elegancia formal no comprendรญa sรณlo su vestimenta sino su estilo serio y directo, y el uso correcto y llano del espaรฑol. Aunque con frecuencia se permitรญa la ironรญa, no rebajaba el micrรณfono al relajo. Leรญa las noticias internacionales imprimiรฉndoles a veces –y sรณlo si lo ameritaba– el leve matiz de su opiniรณn, un guiรฑo o un alzar de cejas. La informaciรณn fluรญa, sustentada en una cultura sรณlida y una inteligencia inquisitiva. Alentรณ la incorporaciรณn de generaciones de comunicadores –algunos generosos, otros ingratos– que lo tuvieron como maestro. Uno de sus mรฉritos mayores fue tender un puente informativo entre el mundo y Mรฉxico. La cobertura internacional de su noticiero –y la de ECO, el sistema mundial de noticias que presidiรณ– fue comparable a las buenas estaciones homรณlogas en Occidente, no sรณlo por la objetividad y pertinencia de su contenido sino por sus reportajes y entrevistas. "24 horas" nunca fue un noticiero provinciano (como hay tantos en Estados Unidos) y dejรณ una escuela de horizontes amplios que persiste. Fue testigo presencial de las grandes conmociones mundiales de la segunda mitad del siglo XX, como la entrada de Castro y el Che a la Habana. Su oficina de Chapultepec 18 era una alucinante galerรญa de los personajes del arte, la literatura, el cine, la polรญtica, la religiรณn, el espectรกculo, el deporte, la ciencia, a los que entrevistรณ.
Nunca olvidarรฉ su generosidad con Octavio Paz. A fines de los setenta, cuando Paz era blanco de la incomprensiรณn, el ninguneo y aun el acoso de un sector de la izquierda, Jacobo lo invitรณ a dar un comentario internacional en el noticiero. Octavio aparecรญa leyendo un texto en su biblioteca. El mundo estaba cambiando. Nuevos vientos de libertad soplaban desde Polonia y habรญa que iluminar al pรบblico sobre la naturaleza y alcances de esa mutaciรณn trascendental. Fue una novedad y una revelaciรณn. Paz soportรณ con estoicismo las crรญticas que suscitรณ su apariciรณn en la pantalla, sin jamรกs comprometer su libertad de crรญtica y creando series culturales que hicieron historia en la televisiรณn ("Mรฉxico en la obra de Octavio Paz", "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad").
Jacobo cubrรญa puntualmente los desastres naturales. ¿Cรณmo olvidar, por ejemplo, su dramรกtico reportaje del 19 de septiembre de 1985, cuando con la voz quebrada contemplaba las ruinas de su casa profesional? Pero Televisa -lo dijo Emilio Azcรกrraga Milmo- era "Soldado del Presidente", y el noticiero no sรณlo se apegaba a la verdad oficial: era la verdad oficial. Lamentablemente, esa condiciรณn sesgรณ su tratamiento de hechos claves del pasado inmediato: la matanza de Tlatelolco, el golpe a Excรฉlsior de julio de 1976, los discutidas elecciones de Chihuahua en 1986 y las turbias elecciones federales de 1988. Con el movimiento zapatista de enero de 1994 y el asesinato de Colosio, el terremoto polรญtico cuarteรณ el viejo edificio de la Presidencia Imperial, y Televisa entrรณ en un proceso de crisis: el noticiero dio cierto espacio a las actividades de la oposiciรณn (sobre todo la panista) y se trasmitieron (con representaciรณn plural) post-debates en las elecciones presidenciales de 1994.
Zabludovsky saliรณ de Televisa en 2000. Tiempo despuรฉs se incorporรณ a la radio (donde se habรญa iniciado, en los aรฑos cuarenta). Desde entonces transmitiรณ su popular programa "De 1 a 3" en Radio Red. Si bien a pocos sorprendiรณ su crรญtica –a menudo atinada– a los gobiernos panistas, su simpatรญa por la corriente principal de la izquierda (representada por Lรณpez Obrador) provocรณ alguna extraรฑeza. No debiรณ causarla. Desde entonces, frente al gobierno, Jacobo decรญa exactamente lo que piensa. Y la apertura a la izquierda era una forma genuina de autocrรญtica, por haberla acallado durante largo tiempo.
En una entrevista concedida a El Paรญs, Zabludovsky describiรณ asรญ el estado de la libertad de expresiรณn en su รฉpoca: "durante 70 aรฑos un partido polรญtico lo dominaba todo… Todos estรกbamos sujetos a ese poder omnรญvoro, absoluto". Lo cierto es que nunca faltaron estaciones de radio (la propia Radio Red) y publicaciones (Proceso, La Jornada, Vuelta, y mรกs tarde Reforma) que se negaban a ser devoradas. ¿Quรฉ es la libertad de expresiรณn?, le preguntรณ Luis Prados de la Escosura, el corresponsal de El Paรญs:
Tener la posibilidad de decir que no. Negarse. Que si alguien presiona para que no se publique algo, decidir publicarlo de todas formas. Decir: "Usted no me da รณrdenes a mรญ". La autocensura es lo peor.
Ese acto de negaciรณn faltรณ en aquel noticiero. Ahora en Mรฉxico no hay verdad oficial, pero no basta ser libre: hay que saber usar la libertad. "De 1 a 3" la usaba con responsabilidad y sentido crรญtico.
Los padres de Zabludovsky (como mis abuelos maternos) emigraron de la ciudad de Bialystok, en Polonia. Jacobo naciรณ en Mรฉxico, en 1928, y pronto sintiรณ esa urgencia comรบn a los hijos de inmigrantes (judรญos, en este caso) de pertenecer al paรญs que les abrรญa los brazos. En รฉl, esa voluntad de integraciรณn se manifestรณ desde los aรฑos cincuenta en su fecunda labor periodรญstica al lado del "Jefe Pagรฉs" en la revista Siempre! y en El Universal. Estaba presente tambiรฉn en su amor por la Universidad y el eficaz trabajo que desarrollรณ en favor del Centro Histรณrico, donde creciรณ. Y la identificaciรณn iba mรกs allรก, tenรญa una dimensiรณn ibรฉrica: su gusto por el tango, la cultura espaรฑola y los toros. Esa rica experiencia vital le daba a su noticiero radiofรณnico un toque festivo e รญntimo que el pรบblico aprecia.
Hace aรฑos, comiendo en "El Centro Castellano", una estudiantina irrumpiรณ en el salรณn con una vieja canciรณn espaรฑola. Jacobo marcรณ el celular y sin pronunciar palabra dejรณ que la melodรญa transcurriera hasta el final. Era una serenata virtual a Sarita, su mujer. Alrededor, los comensales lo celebraron. Al margen de cualquier desavenencia, desde el aรฑo 2000 merecรญa un homenaje en la casa que, por cinco dรฉcadas, fue suya y ayudรณ a construir. Lo merece aรบn. Pero a sus 85 aรฑos, tan campante, se topaba con un homenaje cada dรญa: el cariรฑo de la gente que lo conoce y reconoce.
(Publicado en el periรณdico Reforma en junio de 2013)
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.