Durante la sucesiรณn de poderes entre Fidel Castro y Raรบl Castro, en Cuba, entre 2006 y 2009, se produjo un fenรณmeno que los medios de comunicaciรณn y el campo acadรฉmico de las ciencias sociales captaron con bastante nitidez. Para poder gobernar, Raรบl Castro necesitaba recuperar el control que su hermano ejercรญa de manera unipersonal, aunque auxiliado por un grupo de lรญderes jรณvenes al que purgaba y renovaba cรญclicamente desde los aรฑos 80.
Ese grupo, originalmente llamado โGrupo de Apoyoโ, hacรญa eso: apoyaba al Comandante en su direcciรณn voluntarista de casi todas las รกreas de la polรญtica nacional. Raรบl Castro eliminรณ dicha estructura paralela y removiรณ a las principales figuras de la nueva generaciรณn, nacida alrededor del aรฑo 1959, que habรญan alcanzado posiciones importantes en los Consejos de Estado y de Ministros. Ademรกs suprimiรณ el Ministerio de la Batalla de Ideas, encabezado por otros dirigentes, mรกs jรณvenes aรบn, nacidos en los aรฑos 70 y 80.
El primer efecto de aquella purga fue una concentraciรณn del poder en la generaciรณn histรณrica y, especรญficamente, en su rama militar: Raรบl Castro, Josรฉ Ramรณn Machado Ventura, Ramiro Valdรฉs, Julio Casas Regueiro, Leopoldo Cintra Frรญas, Ulises Rosales del Toroโฆ A la vez, desde ese primer gobierno de Raรบl se promoviรณ al Consejo de Ministros a miembros civiles de la nueva generaciรณn: el entonces ministro de Educaciรณn Superior Miguel Dรญaz-Canel, el canciller Bruno Rodrรญguez, el ministro de Economรญa Marino Murillo o el de Comercio Exterior Rodrigo Malmierca.
En el trรกnsito del primero al segundo gobierno, Castro decidiรณ elevar al rango de primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros a Dรญaz-Canel, una posiciรณn que รฉl siempre habรญa ocupado bajo su hermano mayor y que lo colocaba a la cabeza de la lรญnea de sucesiรณn. Si bien el mรกximo liderazgo en la cรบpula del poder del Estado y el partido seguรญa concentrado en la generaciรณn septuagenaria y octogenaria, en el Consejo de Ministros ya predominaban los mรกs jรณvenes.
Cuando hablamos de โjรณvenesโ o de โnueva generaciรณnโ en el rรฉgimen cubano, nos referimos a la generaciรณn nacida poco antes o poco despuรฉs de 1959, ya que el tiempo polรญtico de la isla se mide a partir de aquel aรฑo 0. A diferencia del conflicto generacional tรญpico en cualquier paรญs, que es el que tiene lugar cada quince aรฑos o dos dรฉcadas, en Cuba la generaciรณn de Fidel Castro, que llegรณ al poder rondando treinta aรฑos, se mantuvo en la cima durante mรกs de medio siglo y apenas comienza a ceder algunos feudos de su largo reinado.
La lucha generacional ha sido una constante en la historia de Cuba, como en la de cualquier otro paรญs latinoamericano. Durante toda la primera mitad del siglo XX, ese conflicto se resolviรณ por vรญas revolucionarias. Entre los aรฑos 20 y 30, diversas asociaciones, como el Directorio Estudiantil, el ABC o la Joven Cuba, sostenรญan que la vieja generaciรณn de generales de la guerra de independencia se habรญa enquistado en el poder. El รบltimo de aquellos generales, Gerardo Machado, fue derrocado por una insurrecciรณn popular en 1933.
Veinte aรฑos despuรฉs se repitiรณ la historia. Los jรณvenes de la generaciรณn de Fidel Castro, lo mismo en el Movimiento 26 de Julio que en el Directorio Revolucionario, se levantaron en armas contra un rรฉgimen autoritario, encabezado por una de las principales figuras de la Revoluciรณn anterior: Fulgencio Batista. Aquellos revolucionarios de los 50 veรญan a sus padres, los revolucionarios de los 30, como polรญticos corruptos y decadentes que, al igual que los viejos generales de la guerra del 95, eran incapaces de dar respuestas eficaces a los graves problemas sociales y polรญticos del paรญs.
ยฟCuรกndo comenzรณ la juventud cubana a no verse debidamente representada en el sistema polรญtico de la isla? Probablemente en los aรฑos 80, cuando gran parte de esa generaciรณn, formada en los valores del socialismo real, vio que la dirigencia cubana tomaba un rumbo diferente al de los paรญses de Europa del Este. Desde entonces, el rรฉgimen cubano se ha resistido a la apertura de la economรญa de la isla, a la democratizaciรณn del sistema polรญtico y a las demandas de pluralismo y libertad de la sociedad contemporรกnea.
La sucesiรณn generacional en una de las ramas del poder, el Consejo de Estado y de Ministros, que es tal vez la mรกs importante desde el punto de vista ejecutivo, llega con treinta aรฑos de retraso biolรณgico. Eso produce un desfase y una inercia polรญtica permanentes, que impulsa a los nuevos lรญderes a afirmar su legitimidad, no ante la ciudadanรญa de la isla, sino ante el propio Estado, cuyos ancianos lรญderes premian la lealtad y la intransigencia de unos, mientras castigan la templanza o la traiciรณn de otros.
Vista desde una perspectiva de larga duraciรณn, en la historia de Cuba esta sucesiรณn tiene, sin embargo, una virtud sobre las previas: no es revolucionaria. Tampoco es claramente reformista, y esa es su mayor limitaciรณn. Los miembros mรกs jรณvenes del nuevo gobierno estรกn ahรญ por una โprofesionalidadโ que supone altas dosis de continuismo e inmutabilidad. Algunos estuvieron directamente involucrados en las reformas de 2012 a 2015, pero tambiรฉn han sido defensores del giro contrarreformista de los รบltimos aรฑos.
Al menos en el corto plazo, no habrรญa que esperar una vuelta enfรกtica a la iniciativa reformista en Cuba. La sucesiรณn de poderes serรก, de por sรญ, difรญcil de asimilar en una clase polรญtica acostumbrada a un rรญgido verticalismo, ligado a la autoridad personal de Fidel o Raรบl Castro. El traspaso de mandos generarรก una mรญnima distribuciรณn del poder, en la cรบpula, que podrรญa refugiar el polo reformista en la jefatura del Estado y el gobierno y el polo contrarreformista en el Partido Comunista, donde han hibernado siempre los mayores obstรกculos al cambio.
Si esto es asรญ, lentamente veremos un regreso de la polรญtica a Cuba. No de una polรญtica democrรกtica o pluralista, pero al menos de una, de tipo autoritario, en que los conflictos de la รฉlite se vuelvan mรกs o menos transparentes para la ciudadanรญa y estimulen la participaciรณn popular en la vida pรบblica, no como una encomienda que baja desde la cรบspide del Estado hasta la base de sus organizaciones sociales, sino como un conjunto de intereses comunes.
Algo tan elemental como eso serรญa decisivo para que la sociedad civil gane autonomรญa y la pluralidad polรญtica real sea reconocida en las instituciones y las leyes. Desde la crisis de la democracia que se vive en buena parte del mundo, especialmente en Amรฉrica Latina y el Caribe, parecerรญa una locura ir en sentido contrario en Cuba. Pero no habrรญa que olvidar que, en la mayorรญa de los casos, los conflictos actuales de los sistemas polรญticos de la regiรณn โcorrupciรณn, inseguridad, desigualdad, pobrezaโ no provienen de la democracia misma. Mientras que en Cuba, la falta de libertades solo puede atribuirse a la adopciรณn de un sistema antidemocrรกtico, de raรญz soviรฉtica, en 1976.
(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crรญtico literario.