Educación ignorada, ceguera voluntaria

Los resultados de la prueba PISA 2022 revelan un panorama poco alentador. Negar las deficiencias de la educación en México tendrá consecuencias.
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El primer paso para cultivar generaciones más educadas es aceptar que hay un problema. Esta administración ha optado voluntariamente por la ceguera y por evadir la realidad. Sin reconocer que hay grandes desafíos y retrocesos académicos, será difícil allanar el camino hacia una educación de calidad y un sistema educativo resiliente y sólido.

Las prueba PISA 2022, implementada por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), es el primer resultado de evaluaciones estandarizadas que México tiene desde 2019. Tras la pandemia de covid-19, ofrece una visión crucial del panorama académico actual, permitiéndonos comprender la realidad educativa del país. A pesar de la importancia de estos datos, el gobierno, que ha mantenido una postura beligerante en contra de las evaluaciones estandarizadas desde 2018, ya ha declarado que no tomará en cuenta los resultados de PISA 2022 para implementar mejoras.

Además de que tener resultados sistemáticos y comparables año tras año otorga evidencia para mejorar la calidad educativa y diseñar políticas, los resultados de PISA 2022 deben de importarnos a todos. Estos resultados arrojaron luz sobre el estado académico de los jóvenes alrededor del mundo e hicieron sonar las alarmas. A escala internacional, los resultados son profundamente inquietantes y demuestran que el paso de la pandemia está cobrando factura para la educación.

Pero en México, esta caída global sirvió como una suerte de justificación para los malos resultados. El debate sobre las pruebas PISA se centró en si el país ocupaba o no el penúltimo lugar. Lo crucial es que no estamos capacitando a jóvenes para el futuro, y esto es más relevante que simplemente compararnos con otros países. Sin embargo, si optamos por hacer comparaciones, la realidad es que de los 37 países de la OCDE, México se sitúa como el tercero peor evaluado. Más aún, México está a 126 puntos del primer lugar, ocupado por Japón, pero a tan solo 6 puntos de distancia de Colombia, que se encuentra en la última posición.

El mal rendimiento académico de los jóvenes en México también fue visto como aceptable dado el nivel de desarrollo del país, pero tolerar estos resultados no favorece a nadie. Quizás, al tomar en cuenta la pobreza educativa, la carencia de acceso a la conectividad o infraestructura, así como la falta de una guía clara para la educación en las últimas dos décadas, los resultados eran previsibles. Pero esta realidad no debe convertirse en razón para la autocomplacencia ni para trivializar la gravedad de los resultados obtenidos.

Entonces, si bien los resultados actuales eran previsibles, la alarmante caída de los puntajes de México debería de ser la prioridad. Además, esta caída se dio desde un punto que ya era de por sí crítico. ¿No debería de ser el foco del debate que hoy el país está por debajo del nivel de aprendizaje de 2006?

Para México, la prueba PISA pintan un panorama poco alentador que revela que los estudiantes están lejos de alcanzar los niveles deseados. En los tres rubros analizados, matemáticas, ciencias y comprensión lectora, nos encontramos considerablemente por debajo del promedio mundial. En ciencias, México presenta los resultados más bajos entre los países de la OCDE, mientras que en matemáticas, el foco central del análisis de PISA 2022, 62% de hombres y 69% de mujeres no logran alcanzar el nivel más básico de competencia.

Muy pocos estudiantes mexicanos sobresalieron en matemáticas. De los países de la OCDE, 9% de los estudiantes alcanzan los niveles más altos de desempeño académico (niveles 5 o 6); en México, apenas 0.2% de los estudiantes lo logran; es decir, solo 2 de cada mil estudiantes que realizaron la prueba mostraron ser sobresalientes, en comparación con países como Corea del Sur, donde la cifra es de 14 por cada 100. Esta es la competencia que enfrentarán los hoy jóvenes en el mercado laboral global.

En las pruebas PISA, el desempeño académico también se analiza por niveles de ingreso. Para México, la brecha entre los estudiantes con mayores y menores ingresos es 35 puntos menor que el promedio (94). Esto significa que en México nadie aprende bien. Además, tener mayores ingresos no se traduce automáticamente en un mejor desempeño académico. Los estudiantes que pertenecen a los cuartiles de mayores ingresos económicos aprenden menos que los estudiantes más pobres en países como Vietnam. En matemáticas, los estudiantes más “ricos” obtienen 428 puntos, mientras que los estudiantes más “pobres” de Vietnam obtienen 434.

¿Esta disparidad refleja un desafío educativo en el país o una falta de talento? Muy posiblemente refleje la falta de respaldo y apoyo adecuado para cultivar y desarrollar ese potencial.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) analizó los resultados de la prueba PISA 2022 y propuso tres pilares que deben atenderse de manera urgente: aumentar y mejorar la asignación de recursos educativos, repensar el Nuevo Plan de Estudios para priorizar el aprendizaje matemático y retomar las evaluaciones estandarizadas a nivel nacional. Sin embargo, la viabilidad de estas tres propuestas está en entredicho si el gobierno no se quita su antifaz y abandona su postura de negación para aceptar, de la manera más franca, que hay un problema sustancial en la calidad educativa para los estudiantes mexicanos.

Este análisis se limita a quienes llegan a secundaria, pero no olvidemos a todos aquellos que quedan fuera del sistema educativo antes de llegar a ese nivel. El reto está en admitir que tanto la calidad como el acceso presentan desafíos. Para poder actuar hay que reconocer.

Cinco años después, la ceguera persiste y el gobierno no ha querido reconocer que una educación deficiente compromete el futuro de los jóvenes y conlleva consecuencias costosas para todos. Esta negligencia educativa y ceguera voluntaria hipoteca el futuro de las próximas generaciones, pero cobrará factura a todos los mexicanos. ~

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Es coordinadora de Educación en el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C.


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