Foto: Robert Marรญn, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Universidades de bajo costo para el Estado

Ajenas a la cuarta revoluciรณn cientรญfico-tรฉcnica, universidades como la Central de Venezuela fingen normalidad frente a la escasez de recursos y la precarizaciรณn del trabajo docente.
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Mientras las mejores universidades de todas las regiones del mundo estรกn pensando en la cuarta revoluciรณn cientรญfico-tรฉcnica, con implicaciones tan delicadas como las abiertas por la biotecnologรญa y la inteligencia artificial, las del trรญo de dictaduras de izquierda del Caribe โ€“Venezuela, Cuba y Nicaraguaโ€“ se mantienen abiertas sin cumplir con los fines propios de la educaciรณn superior. Si bien la Revoluciรณn bolivariana no jugรณ a la persecuciรณn de intelectuales hasta casos muy recientes como el de la abogada, defensora de derechos humanos y experta en el sector militar Rocรญo San Miguel, no descansรณ hasta que el sector educativo entrรณ en cintura.

Ahora la universidad venezolana es un modelo que podrรญa despertar el interรฉs, con el perdรณn de la ironรญa, de Estados fallidos y autoritarios que contemplan las instituciones de tercer y cuarto nivel como una carga onerosa o que requieren de recursos a muy bajo costo, sin pretensiones en cuanto a actualizaciรณn cientรญfico-tรฉcnica. En un caso que puede considerarse tal vez รบnico en el mundo, las casas de estudio pรบblicas y autรณnomas venezolanas funcionan apoyรกndose en trabajo donado. Con sueldos que no exceden, en el mejor de los casos, los treinta dรณlares mensuales, siguen abiertas, con una reducciรณn sustancial del nรบmero de estudiantes y de profesores, por supuesto. De este modo, se obtiene un personal calificado a bajo costo para paรญses gobernados por mafias aferradas a toda costa al poder. Se dirรก que semejante polรญtica conduce en el siglo XXI a la peor de las miserias; lo que ocurre es que la pobreza no es un problema, es indispensable para el mantenimiento de la mafia revolucionaria.

Se trata de una situaciรณn que remite a la nociรณn de cognitariado, un sector de profesionales de la informaciรณn de alto nivel condenados a la precariedad laboral, pero en realidad se parece mรกs bien a la servidumbre, sin ofender a mis colegas, no al desempleo ni al trabajo mal pagado. Es un escenario postapocalรญptico: el profesorado del que hablo suele superar los 50 aรฑos de edad, forma parte de la planta estable que antes contaba con prestaciones sociales, aguinaldos, vacaciones y jubilaciรณn y las perdiรณ tal vez para siempre. Lรญderes gremiales han publicado los resultados de estudios que seรฑalan la existencia de profesores de planta que hacen una comida o dos al dรญa, sin recursos para la investigaciรณn y manteniรฉndose con ayudas familiares o con otros trabajos que no tienen que ver con la universidad. Supongo que quienes continรบan trabajando mantienen la esperanza de que las cosas mejoren. En definitiva, no es una obligaciรณn; quien quiera puede jubilarse con apenas 25 aรฑos de servicio o renunciar; tampoco hay mayor supervisiรณn en cuanto a cumplimiento de obligaciones, aunque me consta que mis colegas de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela hacen su trabajo con honestidad y dedicaciรณn. En los hechos, la carrera acadรฉmica estรก extinguida porque no tiene sentido ascender en el escalafรณn, publicar o estudiar postgrados en un entorno como el actual.

Todos los involucrados โ€“profesorado, alumnado, autoridades universitarias, gobierno, familias, opiniรณn pรบblicaโ€“ conviven con esta situaciรณn absurda. En 2018 corriรณ como la pรณlvora por las redes sociales una noticia: un profesor, recientemente fallecido, recibiรณ donaciones de alimentos de parte de sus estudiantes de una universidad privada. La noticia celebraba la generosidad juvenil aunque la bondad se vio opacada con una molesta pregunta: ยฟtales estudiantes aceptarรญan que se les aumentase la matrรญcula con el fin de que sus profesores recibiesen un mejor salario? Sorpresivamente (o no tan sorpresivamente) la respuesta fue un rotundo no. Venezuela es carรญsima para propios y extranjeros; no obstante, la educaciรณn se considera una especie de obsequio de los dioses y no un rubro mรกs que hay que pagar vรญa impuestos o financiando directamente la educaciรณn de la descendencia. Se trata de una sociedad cรณmplice que acepta la carrera docente en tรฉrminos de una servidumbre voluntaria, independientemente de la buena intenciรณn de tantos colegas que se niegan a dejarle las universidades a partidarios del gobierno sin calificaciรณn.

Lo mรกs patรฉtico de esta situaciรณn que tanto perjudica al estudiantado y al paรญs, condenado al peor de los atrasos, es el engaรฑo, la simulaciรณn de normalidad. La vicerrectora acadรฉmica de la Universidad Central de Venezuela, Marรญa Fรกtima Garcรฉs, anunciรณ que esta casa de estudios es la mejor del paรญs, por no hablar de las comunicaciones oficiales adornadas con la frase โ€œ2024 Aรฑo de la Transformaciรณn Curricular de la Universidad Central de Venezuelaโ€. Semejantes anuncios en una instituciรณn con servicios pรบblicos intermitentes, sin el entorno virtual adecuado a la educaciรณn del siglo XXI, bibliotecas desactualizadas, profesorado sin salario y desprovista de recursos para la investigaciรณn parecen una burla, pero no lo son. El engaรฑo se funda en un voluntarismo visible en otros sectores de la vida nacional, una apuesta contra toda evidencia a simular una educaciรณn de calidad en un entorno devastado. El rector Vรญctor Rago incluso declarรณ que la universidad debรญa enseรฑarle al gobierno nuevas vรญas de ejercicio democrรกtico y mantiene una cruzada por la normalizaciรณn en la que con una mano pide la libertad de una presa polรญtica del gobierno (la mencionada Rocรญo San Miguel, docente de la Universidad Central de Venezuela), y con otra se ha acercado al gobierno hasta, incluso, formar parte de una reciente farsa gubernamental, la patriotera reclamaciรณn sobre el Esequibo ante la vecina Guyana.

Que se sepa, esta actitud tan colaboradora desde el rectorado de la principal universidad del paรญs no ha conmovido al gobierno, dispuesto a seguir con una educaciรณn pรบblica financiada por el profesorado. Como docente universitaria que migrรณ de Venezuela a Mรฉxico comprendo las razones de estas autoridades dispuestas a lidiar con Estados enemigos de la ciencia, la tecnologรญa y el pensamiento plural: la realidad es que las universidades pรบblicas (alguna vez autรณnomas) son parte del Estado. Una vez que se acepta ser rector o vicerrectora en este contexto, no queda otra alternativa que someterse a un ejercicio de simulaciรณn, al estilo cubano. Existen otros estilos de connivencia de universidades con gobiernos autoritarios como el chino, que dejรณ atrรกs la cruzada antimoderna y antioccidental de la Revoluciรณn cultural para embarcarse en el capitalismo mรกs salvaje y contaminante del que se tenga noticia. El problema es que China y Venezuela no pueden ser mรกs diferentes en cuanto a historia y en cuanto a relaciรณn con la producciรณn, la renta y el Estado. Las universidades chinas deseosas de competir se alistaron en una carrera cientรญfico-tรฉcnica de largo alcance, mientras que las venezolanas no pueden hacerlo. Nuestra liga es Cuba y Corea del Norte, no China o el imperialismo ruso, peligroso e imponente pese a su mediocridad desde el punto de vista tecnocientรญfico y su pobreza.

Evitar un presente y un futuro miserable y violento al estilo de las pelรญculas de la saga Mad Max depende de que la Revoluciรณn bolivariana sea derrotada. Y las autoridades actuales de unas cuantas universidades pรบblicas y privadas parecen estar firmemente convencidas de que tal derrota no es posible. Sin dejar de entender esta postura, espero, por el bien de mis colegas y de la juventud de mi paรญs, que estรฉn equivocadas. Venezuela parece un ejemplo de la colapsologรญa, un caso de estudio que demuestra un escenario de carencia de servicios bรกsicos y disoluciรณn social que cumple con escenarios atribuibles al cambio climรกtico. En este caso es producto de la polรญtica, no del clima. ~

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Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.


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