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La consulta performativa y la encarnaciĆ³n del pueblo

La consulta popular es el preludio de la intensificaciĆ³n de ciertos mecanismos populistas: un pueblo que cede su voz para que lo encarne el presidente; un gobierno que se desata de las leyes que lo limitan y se empapa del aplauso popular.
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La consulta impulsada por el presidente LĆ³pez Obrador es inconstitucional, como se ha mostrado una y otra vez. Ahora, es importante hablar de otro problema: la consulta tampoco es un mecanismo de democracia directa.

No se trata de averiguar cuĆ”l es la voluntad del pueblo en un tema controversial. Eso ya lo sabemos: 9 de cada 10 mexicanos queremos que se investigue y enjuicie a los expresidentes por cualquier delito que hayan cometido. LĆ³pez Obrador entiende esto mejor que nadie: uno de los principales motivos que explica su victoria en las elecciones de 2018 es su discurso anticorrupciĆ³n. Entonces, Āæpor quĆ© gastar 528 millones de pesos para consultar a la ciudadanĆ­a si ya sabemos cuĆ”l es su voluntad?

En otros paĆ­ses, las consultas sobre la justicia se utilizan para que sociedades divididas escojan entre el perdĆ³n y la sanciĆ³n. Como en Uruguay, donde el 55.9% votĆ³ a favor de mantener una ley que perdonaba los delitos cometidos en la dictadura. En MĆ©xico, las consultas se utilizan para aplaudir al presidente y a su movimiento. Son un mecanismo para que el lĆ­der encarne al pueblo y renueve su apoyo.

SegĆŗn Nadia Urbinati, los regĆ­menes populistas utilizan las elecciones, no como un mecanismo para conocer cuĆ”l es la voluntad de la mayorĆ­a, sino para permitir que el lĆ­der implemente una campaƱa electoral permanente.

((Nadia Urbinati, Me the people, Cambridge, Harvard University Press, 2019.
))

No importa el procedimiento democrĆ”tico, sino el movimiento extrajurĆ­dico: la propaganda que acompaƱa a la votaciĆ³n; la ocupaciĆ³n absoluta del debate pĆŗblico; la presencia del presidente y sus ideas en todos los medios de comunicaciĆ³n, hogares y mesas de debate.

Las consultas realizadas por el obradorismo no han sido ejercicios participativos, sino propagandĆ­sticos. En las cinco consultas de LĆ³pez Obrador como jefe de gobierno en el Distrito Federal, organizadas entre 2001 y 2004, solo participĆ³ entre 0.7% y 10% del padrĆ³n electoral. En las ā€œconsultasā€ organizadas por Morena en 2018 sobre diez proyectos prioritarios (menos confiables que cualquier encuesta), votĆ³ menos de 1% del padrĆ³n electoral. ĀæQuĆ© clase de pueblo soberano es una minorĆ­a compuesta por los simpatizantes y militantes del presidente?

Las consultas tampoco se han interesado en garantizar que la voluntad mayoritaria sea respetada. Han sido ejercicios de partido organizados por Morena, vigilados por Morena y contabilizados por Morena. Cajas negras creadas para legitimar cualquier resultado que el presidente quiera. Aunque esta serĆ” la primera vez que el INE organizarĆ” las votaciones, la consulta institucional y su resultado son irrelevantes.

En un inicio, LĆ³pez Obrador propuso que se consultara el enjuiciamiento a todos los expresidentes de MĆ©xico desde Carlos Salinas de Gortari. Como la pregunta arriesgaba los derechos de las posibles vĆ­ctimas de delitos, la Suprema Corte maquillĆ³ la pregunta para que pareciera constitucional: ahora serĆ” para decidir si queremos que ā€œse llevan a cabo las acciones pertinentesā€ para ā€œemprender un proceso de esclarecimientoā€ de las decisiones polĆ­ticas pasadas, ā€œencaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles vĆ­ctimasā€. La respuesta morenista a este cambio ha permitido reforzar las bases del populismo en MĆ©xico.

Los populistas no solo mantienen una campaƱa mediĆ”tica permanente para aumentar su legitimidad. TambiĆ©n lo hacen para transformar el tipo de representaciĆ³n polĆ­tica que hay en su sociedad. En las democracias pluralistas, los polĆ­ticos son representantes subordinados al pueblo, que tienen un mandato temporal otorgado por el voto popular. No pretenden ser los Ćŗnicos representantes legĆ­timos. Su encargo pĆŗblico es tan contingente como la mayorĆ­a que los eligiĆ³, que puede cambiar en unos cuantos aƱos.

En cambio, los lĆ­deres populistas pretenden ser los Ćŗnicos intĆ©rpretes de la voz del pueblo. No son uno entre otros polĆ­ticos. Se ven a sĆ­ mismos como los Ćŗnicos voceros de la soberanĆ­a popular. Buscan monopolizar la legitimidad moral para participar en la vida pĆŗblica y ser los Ćŗnicos intĆ©rpretes de lo que el derecho, las elecciones o cualquier fenĆ³meno polĆ­tico signifique.

Por ello, para el rƩgimen no importa que la consulta institucional sea completamente diferente a la consulta propagandƭstica. En el populismo, no importan las verdades jurƭdicas, sino las verdades que la narrativa oficial es capaz de imponer.

La idea de representaciĆ³n como mandato de una mayorĆ­a contingente (aquella que eligiĆ³ al gobernante) cede ante la representaciĆ³n como encarnaciĆ³n, en la que el lĆ­der es el Ćŗnico autorizado para expresar la voz de un pueblo imaginario y monolĆ­tico, que no incluye a todas las personas, sino solo a aquellas que el lĆ­der considera parte del ā€œpueblo buenoā€.

((Estos mecanismos son descritos por Nadia Urbinati, y pueden consultarse resumidos en Miguel Meza, “Los efectos antidemocrĆ”ticos del populismo obradorista en MĆ©xico”, 2020, pp. 36-29, disponible en este enlace.
))

Para cambiar el tipo de representaciĆ³n de la democracia, el populismo tambiĆ©n cambia los mecanismos de rendiciĆ³n de cuentas. En lugar de utilizar mecanismos institucionales, implementa una supuesta rendiciĆ³n de cuentas ante las audiencias: un performance mediĆ”tico permanente en el que el lĆ­der populista aparece en los medios de comunicaciĆ³n todo el tiempo. Esto crea la falsa percepciĆ³n de que el lĆ­der es vigilado todo el tiempo por nuestros propios ojos, por lo que es imposible que su gobierno actĆŗe indebidamente sin que nos enteremos.

Estos mecanismos se construyen poco a poco en la nueva normalidad que establecen los regƭmenes populistas. La consulta permite reforzarlos todavƭa mƔs. La responsabilidad jurƭdica del gobierno de procurar justicia, sus obligaciones hacia las vƭctimas y hacia la sociedad mexicana, son desplazadas a un segundo plano.

Ahora, lo Ćŗnico que importa son los deseos del pueblo, encarnado e interpretado por el presidente LĆ³pez Obrador. El carĆ”cter abierto de la pregunta facilita esta labor: el presidente estarĆ” obligado a lo que Ć©l mismo interprete que estĆ” obligado. Y la forma de cumplir esta obligaciĆ³n no serĆ” con resultados, sino con mĆ”s propaganda: conferencias enteras dedicadas a enjuiciar mediĆ”ticamente a los enemigos mĆ”s cĆ³modos para el presidente.

La consulta solo es el preludio de la intensificaciĆ³n de estos mecanismos populistas: un pueblo que cede su voz para que lo encarne el presidente; un gobierno que se desata de las leyes que lo limitan y se empapa del aplauso popular; una justicia que existe siempre en las actuaciones televisivas, pero nunca en los tribunales.

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Consultor en Derecho AnticorrupciĆ³n y litigio estratĆ©gico.


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