Sin debates no hay democracia

El debate pรบblico es una salida natural a la Babel de ruido e incoherencia que no cesa.ย 
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Dos preguntas inundaron Google al dรญa siguiente de la votaciรณn en favor de la salida de Gran Bretaรฑa de la Uniรณn Europea: ¿Quรฉ es la Uniรณn Europea? ¿Quรฉ significa salir de la Uniรณn Europea? Si esta ignorancia sobre el contenido y trascendencia del voto ocurriรณ en la democracia mรกs antigua del mundo, la cuna de la Carta Magna y el Parlamento, de la libre expresiรณn y la tolerancia, nadie asegura que no pueda ocurrir en Estados Unidos, con todo y sus doscientos cuarenta aรฑos de continuidad democrรกtica. Para evitarlo, la mayorรญa de los medios estรก dedicada a aportar datos duros sobre las consecuencias terribles de elegir a Trump. Aรบn asรญ, la moneda estรก en el aire: ¿votarรกn nuestros vecinos con la informaciรณn objetiva o a ciegas?

Hay una lecciรณn obvia para Mรฉxico, en vista a las elecciones del 2018: asegurar que el votante estรฉ informado y decida con claridad cuรกl es la mejor opciรณn. El tsunami de spots que tuvieron que soportar los votantes en las pasadas elecciones no contribuyรณ, en absoluto, a ese propรณsito. Por el contrario: alentรณ la ignorancia, la confusiรณn, el encono, el ruido, el hartazgo. Si este serรก el clima en 2017 y 2018, no podemos esperar un voto informado. Para lograrlo, hay que ofrecer al ciudadano un medio para contrastar las plataformas de los partidos y el perfil de los candidatos. Ese medio son los debates.

Amartya Sen, el gran filรณsofo y Premio Nobel de Economรญa, ha sostenido que la calidad del debate pรบblico es el mejor termรณmetro para medir el desarrollo de la democracia. Siguiendo sus ideas, en mayo de 2004 dedicamos el nรบmero de Letras Libres a proponer los debates como una salida natural a la Babel de ruido e incoherencia que vivรญamos entonces (y que no ha cesado). Han pasado doce aรฑos y seguimos igual. Todavรญa no hemos tenido un debate verdadero en la polรญtica mexicana. Los dizque debates de los candidatos en 2006 y 2012 fueron largos monรณlogos punteados por breves e inocuas interpelaciones.

Hace unos aรฑos –en este mismo espacio– describรญ los errores de formato. Sostuve que el moderador solo servรญa como semรกforo. Cada candidato defendรญa su programa como quien repite un spot. No habรญa pรบblico en el escenario. Se partรญa de una lista de temas prefijados sin imaginaciรณn, como extraรญdos de un informe presidencial. No cabรญa ninguna licencia, sorpresa, emociรณn, algo que pudiera revelar a la persona detrรกs de la mรกscara. Y sobre todo, no habรญa deliberaciรณn, confrontaciรณn de programas e ideas, informaciรณn sรณlida para ayudar al votante.

Insistรญ que la clave estaba en cambiar el formato. Y hoy, al ver el cataclismo que provoca una votaciรณn desinformada, lo creo aรบn mรกs. El Congreso debe legislar sobre el tema urgentemente. O el INE debe fijar al menos un criterio claro que flexibilice los debates en los medios. Deben alentarse los debates en diversos foros (televisivos, radiofรณnicos, universitarios, empresariales, obreros, campesinos). Y para dirigirlos serรญa bueno escoger un grupo plural de periodistas con prestigio pรบblico (hay varios excelentes) que preparen libre y secretamente las preguntas.

Si un sector del pรบblico inglรฉs ignoraba el sentido de su voto y la naturaleza misma de la Uniรณn Europea; y si un sector del electorado americano (todavรญa numรฉricamente incierto, pero amenazante) estรก dispuesto a avalar las barbaridades xenรณfobas del fascista Donald Trump, ¿cuรกl es la actitud del votante en Mรฉxico? El espectro polรญtico mexicano estรก dividido en tres bloques, cada uno de los cuales rechaza airadamente a los demรกs. Pero ese triรกngulo no es rรญgido. A juzgar por las elecciones desde el 2000 (a pesar de la pobreza de informaciรณn), el elector ha sido mรกs racional que en aquellas democracias hasta hace poco ejemplares. Contra la inercia autoritaria y pasiva del siglo XX, el votante ha participado copiosamente en las elecciones, ha castigado a los malos gobiernos, ha ensayado varias opciones. Se ha decepcionado de todas ellas pero no ha desesperado de la democracia.

Urge estar a la altura de ese votante y honrar la responsabilidad e inteligencia con que ha asumido su papel democrรกtico. Hay que darle informaciรณn y claridad en las opciones. Darle mรกs debates y muchos menos spots. Debates de verdad, donde cada elector encuentre elementos que lo ayuden a votar con la razรณn.

(Publicado previamente en el periรณdico Reforma)

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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