Hace unos días, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, dirigió su primer mensaje a la Asamblea Legislativa. Su intervención tuvo buena recepción porque cumple con las características de un discurso efectivo: hace un diagnóstico claro de la realidad, señala prioridades y combina razón y emoción en una narrativa clara. Como lo he explicado en esta bitácora, la narrativa de este tipo de discursos debe explicarle a la gente cuáles son los grandes retos a encarar, las herramientas a usar, los valores que unifican, los males a vencer, el futuro deseable o “tierra prometida”, y un llamado a la acción.
Leyendo el discurso, me impactaron –por su claridad y contundencia– varios párrafos, que bien podrían formar parte de las palabras de toma de posesión de la próxima –o del próximo– presidente de la República en el México del 2018. Por eso, me pareció que valía la pena compartirlos verbatim con ustedes.
1.- El reconocimiento de la realidad. “Somos un gran país con una enorme potencialidad. Y vamos a salir adelante por la capacidad, por el talento, por la creatividad y por la fuerza de nuestra gente. Pero lo primero que tenemos que hacer es reconocer que no estamos bien, aunque nos duela, aunque cueste. Es la forma de poner el punto de partida en búsqueda de ese horizonte que todos soñamos.”
2.- La falta de credibilidad. “Venimos de años en los que el Estado ha mentido sistemáticamente, confundiendo a todos y borrando la línea entre la realidad y la fantasía. Así, la credibilidad y la confianza fueron destruidas”.
3.- Más impuestos, menos resultados. “Más recursos no implicaron una transformación de nuestras escuelas, hospitales o una mejora en la seguridad […] La falta de planeamiento y de un pensamiento responsable de largo plazo, sumado a la corrupción, la desidia y la incompetencia, hizo que hoy nos encontremos con un Estado con poca o nula capacidad para atender sus obligaciones. Nos acostumbramos a vivir así y hasta pensamos que era normal. No lo es. No lo puede ser.”
4.- La corrupción mata. “Encontramos un Estado plagado de clientelismo, de despilfarro y corrupción. Un Estado que se puso al servicio de la militancia política y que destruyó el valor de la carrera pública. Mucho de esto se explica por la corrupción. […] La corrupción mata, como lo demostró Cromañón, la tragedia de Once y "las rutas de la muerte"[1]. En cada área de gobierno hemos encontrado ejemplos de falta de transparencia, ineficiencia y, en muchos casos, corrupción”.
5.- Cuando el gobierno niega la realidad, te denigra y te falta al respeto. “Tenemos un muy preocupante panorama en materia de violencia, crimen, tráfico de drogas y de personas. ¡La inseguridad no es una sensación! Es un flagelo que ha sido negado sistemáticamente, generando otra violencia, la verbal: la denigración de sentir que el Estado no solo no te cuida, sino que te falta al respeto.”
6.- Somos mejores que la vida que llevamos. “Este diagnóstico no debe servirnos para deprimirnos, ni siquiera para enojarnos. Tiene que servir para que tomemos conciencia de la magnitud del desafío que tenemos por delante, pero, sobre todo, para reafirmar que somos mejores que esto; somos mejores que la vida que llevamos. […] No estamos condenados a vivir mal, a vivir tensos, a vivir con miedo e inseguridad. Es hora de dejar de compararnos con nuestras peores épocas. Levantémonos la vara y comparémonos con todo lo que podemos hacer.”
7.- La negatividad es nuestro principal problema. “Cada día, cuando llego a mi oficina, lo que pienso es: qué injusticia podemos corregir, qué desigualdad podemos solucionar, demostrando que es mentira que eran inevitables. Y ahí está nuestro principal problema: esa negatividad que nos ha llevado a pensar durante años que la corrupción es una forma de ser de los argentinos, que la pobreza vino para quedarse y no tiene solución. Yo hoy quiero denunciar esa visión triste, aplastante, frustrante, porque no es verdad. Todo puede cambiar.”
8.- El cambio de mentalidad necesario. “Quiero decirles hoy, que tenemos que alejarnos definitivamente de la viveza criolla[2], de la búsqueda del atajo. Tenemos que apostar al trabajo en equipo. Tenemos que recordar lo que nos enseñaron nuestros padres y abuelos, que es la cultura del trabajo, la cultura del esfuerzo, ese esfuerzo que dignifica, ese esfuerzo que te eleva la autoestima; esa responsabilidad del esfuerzo que te aleja de la deshonestidad y de la improvisación. Esa responsabilidad que tiene que llevarnos a entender que no nos podemos sentar a esperar que alguien resuelva nuestros problemas. Nosotros con nuestro esfuerzo, lo vamos a hacer.”
[1]“Cromañón” era un antro de Buenos Aires que se incendió en 2004, provocando 194 muertes y más de 1,400 heridos. “Once” se refiere al choque de un tren suburbano en la estación del barrio Once en 2102, causando 52 muertos. Y las “rutas de la muerte” son las carreteras nacionales en pésimo estado que causan numerosos accidentes.
[2]Equivalente argentino de la cultura del “agandalle”, de “el que no transa no avanza”, del “un político pobre es un pobre político” y otros simpáticos usos y costumbres que creemos muy mexicanos, pero que se extienden como cáncer por toda nuestra América Latina.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.