Trump, Zelenski y nosotros

Algunas de las intenciones y gestos de Trump indican un objetivo o una actitud: son memeces, pero también hay que tomarlas en serio.
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Esto puede ser buena televisión, se ha informado que dijo Donald Trump tras su alucinante comparecencia con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski. La ética y la estética del presidente estadounidense responden al reality show. Una tendencia o al menos una tentación sería quitar importancia a algunas de las cosas anunciadas por Trump: quizá después de todo no signifiquen nada. Miente, negocia, se desdice. Sin embargo, una práctica prudente, que ya deberíamos haber adoptado, es pensar que algunas de las intenciones y gestos indican un objetivo o una actitud: son memeces, pero también hay que tomarlas en serio.

Ricardo Dudda ha escrito que la política de la nueva administración es una política de la crueldad: entre los ejemplos están el vídeo de las deportaciones o el imparodiable anuncio sobre una Gaza futura. Judith Shklar escribió que lo que más repugna a un liberal es la crueldad. Aquí la capacidad de causar miedo y humillar se consideran cosas de tipos duros. Por supuesto, a veces: con los adversarios reales Trump es mucho más sumiso, como buen abusón. Lo vimos en Vance, a quien José Antonio Montano llama memorablemente Rústico en Dinerolandia, que la emboscada a Zelenski mostró el matonismo y la cutrez contra el líder ucraniano, pero también su sórdido peloteo a un líder que íntimamente desprecia.

La lectura optimista diría que el autorretrato de Vance y Trump es mejor que una traición tras unas buenas palabras. La situación genera algunas paradojas. Entre ellas está que el atlantismo se ha quedado sin Atlanta. Había mucha hipocresía y disfuncionalidades en el orden liberal. Estaba basado en reglas, pero a veces no; se respetaban las fronteras, salvo cuando no; se hacían concesiones horribles y se aceptaban compromisos cínicos. Ahora esas elecciones no parecen ser, para la administración Trump, males inevitables. Son una opción equivalente; quizá la preferida. Trump repite a Putin cuando acusa a Ucrania, que trata de resistir una invasión, de arriesgarse a llevarnos a una guerra mundial. Sabemos que eso es falso. Pero, si llegara, no sabemos en qué lado estaría Estados Unidos.

Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.


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