Enrique Ruano (Madrid, 1947-1969) podrĆa haber sido sacerdote. Alumno del Colegio del Pilar, hijo de familia acomodada y nada crĆtica con el rĆ©gimen franquista, antes de entrar en la universidad ingresĆ³ en el seminario marianista de La Parra, en Gredos. Sin embargo, lo dejĆ³ a los pocos meses para matricularse en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. AllĆ comenzarĆa su ideologizaciĆ³n y politizaciĆ³n introduciĆ©ndose en organizaciones polĆticas de izquierdas como el Frente de LiberaciĆ³n Popular (FLP) -los llamados felipes- donde militaron jĆ³venes como NarcĆs Serra, Pasqual Maragall, JoaquĆn Leguina o NicolĆ”s Sartorius . AllĆ conocerĆa tambiĆ©n a su novia, Lola GonzĆ”lez, y a Javier Sauquillo. Junto a ellos viviĆ³ alguno de los acontecimientos simbĆ³licos del tardofranquismo como el concierto de Raimon en la Facultad de EconĆ³micas de la Complutense.
En ese ambiente revolucionario y antifranquista āllegĆ³ a tener una estrecha relaciĆ³n con el profesor Gregorio Peces-Barba, que se encargaba de captar a los alumnos con ideas mĆ”s progresistas- en el que los estudiantes se dejaban hipnotizar por los acontecimientos que llegaban de ParĆs en 1968, fue fichado por la policĆa de Franco. El 17 de enero de 1969 era detenido junto a Lola, Abilio Villena y JosĆ© BailĆ³ por, supuestamente, repartir octavillas en la Plaza de Castilla. Tres dĆas despuĆ©s su cuerpo caĆa por el hueco de una escalera desde un sĆ©ptimo piso de la calle General Mola (hoy PrĆncipe de Vergara). Suicidio, dijeron Francisco Luis Colino, JesĆŗs SimĆ³n y Celso GalvĆ”n, los tres policĆas que le interrogaron, y clamĆ³ tambiĆ©n el periĆ³dico ABC, instigado por Manuel Fraga, entonces Ministro de InformaciĆ³n. Asesinato, asegurĆ³ la magistrada MarĆa JosĆ© de la Vega Llanes cuando en 1989 se consiguiĆ³ reabrir el caso en la Audiencia Nacional. No fue suficiente. La sentencia dictaminĆ³ que no habĆa pruebas concluyentes y el caso, ademĆ”s, estaba a punto de prescribir. No hubo condena ni para los policĆas ni para todo el aparato policial y polĆtico que pudo estar detrĆ”s del mĆ”s que probable asesinato.
Cincuenta aƱos han transcurrido ya de este suceso, uno de los mĆ”s oscuros de finales del franquismo. Y en Ć©l se ha detenido Javier Padilla (MĆ”laga, 1992) en su libro A finales de enero (Tusquets), con el que ha ganado el XXXI Premio Comillas de BiografĆa, āpara contar cĆ³mo era la vida de los estudiantes rebeldes durante el rĆ©gimen franquista. HacĆan cosas normales, no abogaban por la violencia, hacĆan cosas muy parecidas a lo que pueden hacer estudiantes ahora, pero recibieron una represiĆ³n brutalā, explica. La historia de Ruano se entrelaza con numerosos datos y fecha con la de Javier Sauquillo y Lola GonzĆ”lez, ya que ademĆ”s de la relaciĆ³n amistad y amor que tuvieron los tres āLola acabarĆa casada con Javier en los setentaā Sauquillo fue asesinado y Lola resultĆ³ gravemente herida en la matanza del despacho de abogados laboralistas de Comisiones Obreras de Atocha el 24 de enero de 1977 llevada a cabo por los ultraderechistas JosĆ© FernĆ”ndez CerrĆ”, Carlos GarcĆa JuliĆ” (autores materiales de los disparos) y Fernando Lerdo de Tejada. Otro caso que, aunque sĆ tuvo un juicio, tambiĆ©n como afirma Padilla, āfue una vergĆ¼enza. Por el permiso que le dio el juez a Tejada (y que aprovechĆ³ para fugarse) o lo de JuliĆ”, al que han detenido hace poco en Brasil. Era una Ć©poca en la que habĆa muchos ultraderechistas en Madrid con todo tipo de historial delictivo detrĆ”s, y el Gobierno de SuĆ”rez no lo supo manejarā. FernĆ”ndez CerrĆ” cumpliĆ³ 15 aƱos de cĆ”rcel y hoy es un ciudadano libre que milita en Falange.
Estas historias del tardofranquismo y la TransiciĆ³n apenas quedan en el recuerdo. Como sucede con el asesinato de otros estudiantes como Arturo RuĆz ātambiĆ©n a manos de un grupo ultraderechistaā y Mari Luz NĆ”jera āpor disparos de la policĆa en una manifestaciĆ³nā, que sucedieron dĆas antes del crimen de Atocha. Este Ćŗltimo sĆ es mĆ”s mencionado ā el funeral ya entonces fue multitudinarioā y sus vĆctimas han recibido mĆ”s homenajes. Ha sido recordado por muchos allegados que sobrevivieron, como Manuela Carmena y Cristina Almeida. La primera dirigĆa aquel despacho y la segunda era una de sus compaƱeras. TambiĆ©n por Paquita Sauquillo, hermana de Javier y que en los ochenta y noventa fue diputada, senadora y eurodiputada con el PSOE. Y por otros supervivientes, como Alejandro RuĆz-Huerta, que fue una de las personas que mĆ”s datos facilitĆ³ a Padilla, al igual que Margot Ruano, hermana de Enrique, para confeccionar estas biografĆas.
Pero esta desmemoria generalizada, que se observa con el caso de Enrique Ruano (hoy muy poca gente sabe quiĆ©n fue y que le ocurriĆ³) le sirve al autor del libro para manifestar que no todo el relato de la TransiciĆ³n y los Ćŗltimos aƱos del franquismo fueron tan gloriosos. āSe ha proyectado una imagen de consenso de la TransiciĆ³n y no es que no sea verdad, pero se han olvidado todas esas intrahistoriasā, asegura. De hecho, Ć©l, que ha hablado con mĆ”s de cincuenta personas para elaborar su narrativa, sostiene que lo que se deduce de aquellos que sĆ vivieron muy intensamente aquellos aƱos es que hay varios relatos.
āUno es el que ha quedado en la memoria. Es decir, que fue una Ć©poca buena y que EspaƱa entrĆ³ en la normalidad. Y tiene parte de verdad, pero hay toda una parte que se ha olvidado con gente que tuvo actuaciones muy reprochablesā, indica. Dentro de la izquierda, los recuerdos se bifurcan mĆ”s. Por un lado, āunos dicen que fue un Ć©xito y lo recuerdan de manera muy positiva, pero, claro, a esas personas tambiĆ©n les fue muy bienā, manifiesta. Son aquellos que consiguieron despuĆ©s hacer una carrera profesional āmuchos de ellos en la polĆtica- exitosa. DespuĆ©s hay otros āque dicen que ellos lo hicieron bien, hicieron lo que pudieron, pero que el sistema que se creĆ³ tampoco les gusta tantoā. Y finalmente, ālos terceros, entre los que se encontraba Lola, son los que no les gusta el sistema que se creĆ³, pero incluso afirman que la lucha tampoco mereciĆ³ la penaā.
La historia de Lola GonzĆ”lez es, posiblemente, una de las mĆ”s trĆ”gicas de aquellos aƱos. Mataron a su novio Enrique, tambiĆ©n a su marido Javier, y ella, tras la matanza, quedĆ³ con graves secuelas fĆsicas hasta su muerte en 2015. Por las pĆ”ginas del libro se deslizan numerosos comentarios nihilistas y de notable tristeza sobre lo que pudo haber sido para muchos que militaban en las alas mĆ”s radicales de la izquierda antifranquista y al final no fue. āElla tenĆa una imagen pĆ©sima de la TransiciĆ³n. No tiene nada que ver con otros que sĆ sufrieron y lo pasaron mal, pero lo recuerdan como un momento Ć©pico de sus vidas, en el que estaban luchando, y ademĆ”s estaban en el lado bueno de la Historia y luego es verdad que la Historia tambiĆ©n se lo ha reconocidoā, indica Padilla.
El libro, no obstante, no busca un ajuste de cuentas con la TransiciĆ³n. Es mĆ”s bien un tirĆ³n de orejas incĆ³modo para quienes quieran ver todo con luces de colores. El propio crimen de Ruano, en el que hasta desapareciĆ³ un hueso de su clavĆcula donde pudo haber habido un impacto de bala y que nunca consiguiĆ³ ser probado tras haber sido esto negado por los propios mĆ©dicos forenses que trataron su cuerpo āun hecho que aparece en el sumario y que Padilla se limita a relatarā es solo un apunte de que la Ć©poca era mucho mĆ”s turbia.
De ahĆ que Padilla, que cuenta solo con 26 aƱos, y que es consciente de que muchos de su generaciĆ³n apenas saben nada de todos estos casos, insista en que āestarĆa bien que los partidos polĆticos enjuiciaran la TransiciĆ³n con criterios mĆ”s justos y no de una manera tan romantizadaā. Para Ć©l, serĆa deseable que āla derecha hablara de ello, aunque no le guste porque parece que lo andamos removiendo. Es muy infantil pensar que la Historia es un relato en el que todo sale bien. Y en la izquierda estarĆa bien que se hiciera con Ć”nimos de llegar a la verdadā. No cree, en este sentido, āque se deba hacer un uso partidistaā de Ruano, Sauquillo o GonzĆ”lez. āEllos eran antifranquistas, y eran personas muy de izquierdas, pero tampoco defendĆan la democracia representativa liberal. HabrĆa que reivindicarlos como personas que lucharon contra el franquismoā, sostiene. Y desde ahĆ, āsĆ puede haber un consenso, no con Vox y tampoco con Casado, pero creo que sĆ con gente de la derecha se puede llegar a Ć©l porque esto deberĆa ser algo que todo el mundo deberĆa querer saberā. Y porque estos crĆmenes ocurrieron hace demasiado tiempo.
es periodista freelance en El PaĆs, El Confidencial y Jotdown.