1. ¿Escribir sobre lo público o lo privado?
Escribir sobre lo que nos mueve, sea público o privado.
2. ¿Escribir de día o de noche?
Escribir de día, de noche, con sol o lluvia, con frío o calor, pero escribir. Como diría Oliverio Girondo: “Escribir de amor, de hastío, de alegría. Escribir de frac, de flato, de flacura. Escribir improvisando, de memoria. ¡Escribir todo el insomnio y todo el día!”
3. ¿Cuál es la obra literaria más sobrevalorada?
Ninguna, con todas se aprende do’s or dont’s y si hubiese alguna, toco madera para que no sea ninguna de “los 25 secretos mejor guardados de América Latina”, que ya suficiente responsabilidad ha caído.
4.¿Y la injustificadamente olvidada?
Infinidad de títulos que, siendo memorables, no logran competir con el mercado y pasan desapercibidos.
5.¿La obra maestra que nunca ha leído y quizá ha dicho que sí?
À la recherche du temps perdu, de Marcel Proust. No logro terminar ese monstruo. Con otros libros he intentado hacer trampa, pero soy un mentiroso que no sabe mentir y que termina confesando lo que no ha leído por precaución. Aceptar que no he leído todo es confesar que antes que escritor soy un lector que tiene tareas pendientes.
6.¿Cuál es el secreto literario mejor guardado?
Aquel que después de leído decimos “qué buen secreto era este”, y que después no nos logramos explicar cómo había pasado desapercibido.
7. ¿Hace daño el culto al escritor?
Hace daño que el autor se lo crea. Desayunar egos revueltos a diario tiende al desarrollo del síndrome del yoyo.
8.¿Cómo reaccionaría si descubriera miles de copias piratas de sus libros en el mercado negro?
Feliz, porque tendría miles de nuevos lectores. Y seguramente ya no sería un secreto.
9.¿El Estado debe pagar para que los escritores escriban?
El Estado debe preocuparse por hacer sus tareas, y suficiente tiene con eso, donde buena parte ya han demostrado ser ineficientes.
10.¿La “escritura creativa” puede aprenderse en un taller?
Uno puede aprender herramientas o lecturas, pero sucede como todo en la vida: que tengamos un bisturí en nuestras manos no nos convierte en cirujanos. Lo importante son las ideas y la imaginación, y esas no se aprenden en ningún taller.
11. ¿Qué es un best-seller?
La alegría de un editor… o la maldición de un escritor.
12. ¿Qué hábito envidia de otro escritor?
Envidio a los escritores que logran escribir de un tirón, y hacerlo magistralmente.
13. ¿Qué eslogan propondría para una campaña nacional de lectura?
“Con un libro más, me aburro menos”
14. ¿Si fuera libro cuál sería?
Un Kindle con conexión ilimitada a Internet.
15. ¿Cuál fue el primer libro que robó o debió haber robado?
Tengo “prestados” libros desde hace varios años que “sospechosamente” no termino de leer. En garantía, mis amigos me tienen otros, de los que también “sospechosamente” ya he conseguido reemplazos (Espero que mis amigos no lean esta respuesta).
Anécdota: Cuando tenía catorce años encontré en la biblioteca del colegio el maravilloso El mundo y sus demonios, de Carl Sagan, y me cambió la vida. Debí haberlo robado de la biblioteca del colegio, no lo hice por miedo o pena, y empecé a buscar dónde podía conseguirlo. Si tan solo hubiera sabido que tardaría una década en encontrarlo, en una librería de viejos en Uruguay… Cuando me bachilleré me fui a despedir del libro, y comprobé que solo yo lo había pedido prestado. A nadie le hubiera afectado mi atrevimiento.
16.¿Raya los libros?
Dependiendo de la edición y del interés que me despierte un libro, pero sí suelo subrayarlos y hacer anotaciones, especialmente si los leo en casa.
Anécdota: Así como cada lectura es diferente, y depende del estado de ánimo en el que se haga, también las anotaciones y subrayados son una especie de fotografía personal. En 2004 dejé en Argentina una edición de un título que en ese momento era deslumbrante para mí, El túnel de Sabato. El libro regresó a mis manos siete años después, hace unos meses, y descubrí cómo las anotaciones y subrayados en esa edición reflejaban mis obsesiones de entonces, con 19 años.
17. ¿Con qué cliché literario se (le) identifica?
En Nicaragua, a toda persona que escribe se le llama “poeta”, incluso si solo se escribe narrativa, como es mi caso. Y eso conlleva al mayor cliché del mundo, que como “poeta” uno es un eterno enamoradizo empedernido que por ser cliché probablemente no deja de ser fehaciente.
18.Si estuviera en su poder ser obedecido como gobernante, ¿qué regla le impondría a los ciudadanos?
La búsqueda de la felicidad, no como un derecho, sino como una obligación.
19. ¿Qué muerte célebre, de algún personaje real o de ficción, le gustaría tener?
Luis Buñuel decía a sus ochenta y dos años que después de morir le gustaría resucitar de entre los muertos al menos una vez cada diez años, compraría los periódicos, regresaría al cementerio para informarse sobre las catástrofes más recientes del mundo y finalmente volvería a dormirse contento en el refugio tranquilizador de su tumba. Esto lo rescata Elias Canetti en su Libro de los muertos. Yo haría dos o tres paradas antes, visitaría a algunos amigos, haría dos o tres travesuras y esperaría feliz la siguiente visita diez años después.
20. Si este es su último aliento, ¿cuáles son sus últimas palabras?
Apaguen las luces al salir.
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Ulises Juárez Polanco (Nicaragua, 1984)
Licenciado en Derecho por la Universidad Americana de Managua con posgrado en Derecho Corporativo. Escritor, periodista y editor. Trabajó en el diario nicaragüense Nueva Generación para el que fue corresponsal en Brasil y México. Editor de las revistas Carátula y El hilo azul, publicadas en Centroamérica. Coordina Leteo Ediciones dedicada la promoción de la literatura nicaragüense.
Libros publicados: Siempre llueve a mitad de la película (Pequeño editor ambulante, 2008). Las flores olvidadas (Doce cuentos en construcción) (FONCA/AECID, 2009).
En 2011, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara presentó 25 formas de leer el continente. La FIL los llamó los 25 secretos mejor guardados de América Latina.