Café Tacvba cumple un cuarto de siglo de carrera y, a pesar de ello, no es monedita de oro. No es el único aniversario que celebra este 2014: Re (1989), su segunda producción, considerada por Rolling Stone “el mejor disco de rock latino de todos los tiempos”, llega a los 20 años de edad. Allí viene esa imprescindible de bodas, XV años, fiestas de fin de año y pachangas varias: la despechada polka norteña “La ingrata”.
¿Cómo olvidar aquí las líneas del respetado crítico Jon Pareles en las páginas de The New York Times del 4 de agosto de 1997? El Re, escribió, “es el equivalente al Álbum Blanco de The Beatles para el movimiento del Rock en Español que se ha dispersado en el mundo de habla hispana”.
El Cafeta o los tacvbos, como el lector prefiera llamarles, han labrado la que tal vez sea, junto con la del también controvertido e idiosincrático El Tri, la carrera más consistente en el ámbito del rock mexicano.
Hay quienes respingan ante Café Tacvba por ser chilangos, mexicanistas, animalistas, ambientalistas, progres, militantes, por oponerse a la Reforma Energética, por protestar públicamente y arriba del templete por las desapariciones de jóvenes normalistas en Ayotzinapa, Guerrero. Algunos los rechazan, simplemente, porque no les gusta el menjurje musical que han preparado: ese licuado de pop, bolero, son huasteco, punk, hip hop, balada, disco, rock clásico, post rock y rock progresivo. En contraparte, Café Tacvba tiene millones de seguidores en México y allende sus fronteras, y muchos de ellos menores de 25 años. Un punto a favor de su perdurabilidad y trascendencia.
Es argumentable que el cuarteto de Ciudad Satélite (más el XTC de esos rumbos que The Beatles) se haya ganado la relevancia por la diferencia de opiniones que concita. Si, como alguna vez recordó y añoró Camille Paglia, las legendarias bandas de la invasión inglesa se armaron en las escuelas de arte, lo que en buena medida les dio amplios referentes creativos, Café Tacvba es, en cierta medida y aunque suene desproporcionado, producto de la educación superior pública mexicana post-68. En efecto, el epicentro de la banda fue la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Diseñadores uameros, se lanzaron a proponer un discurso musical en el cual cabía todo lo que habían escuchado, desde Lou Reed, The Beach Boys, The Who, Led Zeppelin, XTC y los Smashing Pumpkins, hasta Juan Luis Guerra, Leo Dan, Los Tres, Flans, Jaime López y Botellita de Jerez.
Posmodernos son, han sido, sin duda, los tacvbos. Cabalmente posmodernos. Es constatable que en su repaso a la polka, el son huasteco y el bolero haya profunda entraña de ambiente familiar, pero siempre los revisitan con ironía, gracia, humor y malicia. Los resemantizan, diría el semiólogo.
Si su debut homónimo (1992) y el Re (1994) fueron muestrarios abigarrados de lo mucho que eran capaces de hacer, el también clásico Avalancha de éxitos (1996) los proyectó de manera inusitada. Era posible recrear -apropiarse con imaginación e inventiva- de piezas populares de diversas épocas y géneros. Avalancha de éxitos ha sido una de las instalaciones sonoras más impactantes en el público mexicano de los lustros recientes. Reciclaje o reinvención. “Habla más de ti la canción que covereas que la que compones” escribió Joselo Rangel en “Covers”, uno de sus artículos publicados en Excélsior y recientemente compilado en Crócknicas marcianas (Rhythm & Books, 2014)
Hay que reconocerle al Cafeta su inquietud y ambición. De manera natural, sin sonar forzado, fusionó su entusiasmo punketo y nuevaolero con el ser mexicano y cargar en la memoria una banda sonora de tríos y trovadores. Café Tacvba, Re y Avalancha de éxitos son pródigos en esa exploración autóctona. Cuatro caminos (2003) y Sino (2007)son, en cambio, grabaciones que vuelan más por los amplios cielos del rock clásico. Más de uno escuchó el doble Revés/Yo soy (1999) como un asumido suicidio comercial o como una afrenta a la cuadratura de la industria musical (léase: Warner Music). Se trata de la música más arriesgada que haya compuesto el cuarteto de Ciudad Satélite; la más libre, la más retadora. Etiquetas sobran para tratar de designar lo que allí intentaron los Tacvbos: post rock a la manera de Tortoise, kraut rock a la manera de Can. En este 2014 de celebraciones, se antoja recomendar a seguidores y detractores del cuarteto la escucha atenta de estos 28 cortes, manifiesto de libertad creativa e interpretativa que no ha vuelto a escucharse en los últimos años en México.
De Sir George Martin se ha dicho que es el quinto beatle. Aquí decimos que Gustavo Santaolalla –el talentoso y laureado productor y músico argentino- es el quinto tacvbo, y tal vez Aníbal Kerpel el sexto. Ambos supieron pergeñar con los cuatro satelucos la esencia de su personalidad musical. Como en todas las historias de cuartetos célebres, aquí también se habla de cuatro individualidades que llegaron a sumar: Rubén Albarrán (o como sea que se haga llamar el día de hoy; ¿Zopilote?), Joselo y Quique Rangel, y Meme Del Real. Los cuatro componen y aportan, pero en el cancionero del Cafeta son las rolas de Joselo y Meme las que ostentan una sencillez y armonía que se adhiere con facilidad al cerebro del escucha. El primero compuso “María”, “El baile y el salón”, “Esa noche” y “Aprovéchate”. El segundo, “La ingrata”, “El metro”, “Las flores” y “Eres” (que algún eufórico crítico llamó, en un simpático arrebato, “nuestro ‘Stairway to heaven’.”)
Tras varias fechas a principios de noviembre en el capitalino Auditorio Nacional -que nadie se alarme ni la arme de tos: muchas menos que las de Luis Miguel, Emmanuel o Mijares- y una gira de doble cumpleaños, Café Tacvba deberá enclaustrarse en su estudio El Ensayo, en (¿dónde más?) la zona de Ciudad Satélite, para trazar la ruta para el siguiente cuarto de siglo. ¿Volverán a hacer un Re, un Revés/Yo soy, un Sino, o sacarán de la chistera un conejo novedoso?
Yo prefiero lo segundo. ¿Ustedes?
Ernesto Flores Vega (Huichapan, Hgo., 1964) es un melómano ecléctico. Ha ejercido el periodismo y la comunicación corporativa.