Holanda anotó dos carreras en el cierre de la undécima entrada. Al final del partido, con 15 ponches a cuestas, los bateadores holandeses superaron la desventaja para dejar tendido en el campo al trabuco dominicano.
Se sabe que el beisbol es lo más importante en la vida de un dominicano. Más importante que el resto de los deportes juntos, más que la política o la religión. Como bien demuestra Junot Díaz, un dominicano que no es ni beisbolista ni símbolo sexual, no tiene lugar en la sociedad.
Ya los diarios quisqueyanos hablan de “tragedia”. Lejos de caer en el lugar común de que nada está escrito en el deporte y que “eso es lo bonito”, ¿por qué les pasó esto, por qué una nómina que superaba los 60 millones de dólares perdió –en dos partidos– contra un modesto equipo holandés? El pitcheo dominicano permitió una carrera limpia en 29 entradas, con 37 ponches y 4 bases por bolas. En contraste, la ofensiva solamente apareció en la victoria del domingo (7-0) con Panamá, pero en los dos juegos contra Holanda dejó 25 hombres en las bases.
En el segundo partido, el abridor, Ubaldo Jiménez, de los Rockies de Colorado, tiró un juego insólito al ponchar a 10 bateadores en cuatro entradas, la mayor marca del Clásico Mundial. El zurdo Rafael Pérez trabajó su tercera entrada en blanco y el gran Pedro Martínez agregó un escudo más a su extraordinaria carrera de salón de la fama, y lanzó tres entradas casi perfectas el martes y seis episodios de un hit y seis ponches en total. Una actuación así era suficiente para pasar sobre un equipo amateur, pero no. El equipo jugó sobrado, arriesgó poco, con toda la versatilidad con contaba, no corrieron, 0 bases robadas en 3 partidos. No quisieron confundir a un equipo simple, amateur, con estrategia, con cambios de ritmo, con experiencia.
Es cierto que muchos jugadores importantes no pudieron estar por múltiples factores. Albert Pujols, Adrián Beltré, Vladimir Guerrero, Manny Ramírez, Alex Rodríguez, Fausto Carmona y Francisco Liriano, pero la nómina de más de 20 jugadores de Grandes Ligas, entre los que destacaban David Ortiz, Miguel Tejada, Hanley Ramírez, Robinson Canó, José Guillén, José Reyes, Pedro Martínez, Ubaldo Jiménez y Edinson Vólquez parecía suficiente para vencer a un equipo que más que nada tenía corazón.
El veterano entrenador Felipe Alou dijo al final: “Estoy con Holanda y se lo hice saber. Pero también le dije a los holandeses que las cosas serían más difíciles de ahora en adelante porque sus próximos rivales tendrán primera base y tercera base”. Es posible que esos hayan sido los huecos, aún así, el huracán que se avecina debe servir para que en 3 años, el equipo llegue con ganas de ser campeón y le den la seriedad necesaria.
Sólo espero que mañana no tengamos que escribir de México como la segunda sorpresa desagradable de este II Clásico de Beisbol.
– Carlos Azar
Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanático de la memoria, ama el cine, la música y la cocina de Puebla, el último reducto español en manos de los árabes.